Cada año que pasa se añade un punto de dificultad a esa costumbre mía de buscarle algo positivo a la realidad, por espinosa que se presente, sobre todo cuando lo que quieres es felicitar a alguien, o hacerle llegar tu afecto, como es el caso que me ocupa con la valerosa, y sufrida, familia del Transporte por carretera con motivo de su festividad de San Cristóbal.
Así y todo, voy a intentarlo. ¡Qué demonios! Si ellos aguantan la presión y logran seguir siendo solidarios y responsables con una sociedad que no siempre entiende mucho ni poco su papel estratégico, también yo puedo hacer un esfuerzo para buscarle el lado positivo del actual estado de cosas.
GESTORES MILAGROSOS. Pues sí. Queda demostrado que nuestros transportistas son unos gestores insuperables, milagrosos. El gasóleo ha subido tanto que la gente ya no mueve los coches salvo en caso de pariente infartado o parto inminente, y eso si no llama a la ambulancia. Pero el transportista, al que además le racanean el precio por tonelada hasta el punto de que hay ofertas que dan risa, consigue seguir rodando. ¿Cómo? Pues eso. De milagro.
ECONOMISTAS INCREÍBLES. Y no me digan que no. Los brean a seguros, permisos de circulación, tasas verdes, impuestos directos e indirectos. Y eso circulen o no. Vayan con aire o vuelvan de vacío. Y sin embargo consiguen mantener –por desgracia no todos—la casa a flote y el camión rodando. ¿Increíble o no?
SOLIDARIOS. ¡Y cómo! En cuanto hay una huelga, que no tiene nada que ver con ellos las más de las veces, les pinchan las ruedas, les tiran piedras a los cristales, los insultan y, si se descuidan, les queman el camión. Pero ellos, erre que erre, van y le llenan a usted el supermercado, la ferretería, la panadería, lo que sea, para que cuando se levante pueda ir a comprar, tan calentito, lo que quiera al lado de su casa. ¡Eso es ser solidarios!
FAJADORES. Como ninguno. Gobierno tras gobierno se empeña en ponérselo crudo. No pueden circular los festivos, los domingos, por el centro de las ciudades…Les ponen impuestos de circulación por no ser franceses, por no ser vascos, enseguida por pasar por Madrid. Los domingueros los miran con tirria porque no los dejan adelantar, cuando lo que está haciendo el sabio camionero es evitar que el niñato se pegue la gran hostia en el adelantamiento. ¡Ah! Y ahora llega el ministro del Interior, que por lo visto no tiene más que hacer, y les baja la velocidad de 100 a 90, para ver si, entre que no están acostumbrados y que a veces se despista uno, los brean a multas durante otro año.
COMPROMETIDOS. Y es que se lo toman todo en serio. Son pioneros en eso de la formación. Invierten lo que pueden y lo que no en mejorar la capacidad tecnológica de sus unidades de transporte. Cooperan en la Seguridad Vial. Modernizan sus empresas. Creen en la competitividad y, sobre todo, abren nuevos mercados por todas partes. ¡Qué xente!
Y DE BUEN ROLLO. Porque con la que está cayendo, aún tienen humor para celebrar la festividad de San Cristóbal, engalanar las tractoras y pasearlas por la ciudad y la carretera acompañados por los alegres sones de sus bocinas, al igual que los trenes de vapor anunciaban su paso por las vías, tirar de sidra alegremente y tomar un buen corderu asáu, que todavía me acuerdo hará cuarenta años cuando se cortaba a hachu en una campa cualquiera y la ensalada se preparaba en un balde de plástico. Todo sabroso, ayer, hoy y mañana. Por que se toma con el ingrediente secreto de los transportistas. Camaradería, amistad y buen rollu. Pa rollu, por cierto, el que acabo de escribir. ¡Feliz San Cristóbal, un año más!