Los fondos buitre juegan sucio hasta en el Capitolio

Como bien se sabe, los fondos buitre caen sobre economías agonizantes a buscar por centavos lo que un día, eso aspiran, cobrarán por el 100% de su valor. Para estos fondos, buitre pero poderosos, su única alternativa ahora es debilitar como se pueda a la Argentina para tratar de imponer condiciones

Las páginas de The Hill, el más antiguo y reconocido medio de circulación diaria en el Congreso de los Estados Unidos, se han convertido durante las últimas semanas en escenario de un duro debate sobre la recuperación de la Argentina luego del default de 2001 y sobre los intereses y naturaleza de los llamados fondos buitre.

De lado de estos fondos ha quedado Robert Shapiro, un subsecretario de Comercio para Asuntos Económicos de la Administración Clinton devenido ahora en portavoz de estos “inversionistas” impresentables a la luz pública que encuentran a alguien dispuesto a hacer “el trabajo sucio” a cambio de un precio, como este ex funcionario.

Empecinados hace más de una década en conseguir de la Argentina los astronómicos réditos especulativos que ya obtuvieron de algunas otras naciones en crisis como las de 2001, los verdaderos dueños de estos fondos buitre, como el multimillonario Kenneth Dart, del fondo EM Ltd, decidieron esconderse y fundar la American Task Force Argentina (ATFA), un grupo de presión cargado de falacias y distorsiones de donde se esperan, como mínimo, argumentos.

Hasta Shapiro, a quien ATFA dejó la representación pública de sus intereses buitre parece haber olvidado que sirvió a Clinton. Cuando el ex presidente tuvo la opción de verse con Dart como aportante para una campaña demócrata, desechó la invitación con esta respuesta: “No sé en qué andará Dart cuando dona fondos a nuestro partido, pero a este tipo no quiero ni acercarme.” El tal Dart y sus amigos de la ATFA llevan gastados casi 3 millones de dólares en desplegar un agresivo lobby contra la Argentina en el Congreso de Estados Unidos y en la Legislatura del estado de Nueva York. En la serie de artículos que publicó The Hill, Shapiro distorsiona intencionalmente hechos, malinterpreta datos para confundir a los contribuyentes estadounidenses y, por una notable falta de manejo de asuntos que desconoce, hace una serie de falsas y graves acusaciones abordando asuntos que van más allá de los temerarios intereses financieros que representa.

Repasemos las barbaridades que se pretenden instalar en el Congreso de Estados Unidos. Según los fondos buitre, la Argentina adeuda U$S 3500 millones “a los estadounidenses” (sic) y se niega a pagar.

Como se sabe, la Argentina reestructuró más del 92% de su deuda en un complejo proceso. Esos U$S 3500 millones son un monto nominal de reclamos en juzgados de los Estados Unidos y sólo uno de cada diez de esos dólares son exigidos por ciudadanos de los EE UU: el resto son de estadounidenses que eligieron establecer su domicilio en otros países para? ¡evadir al fisco! Créase o no, desde ese lugar es que demandan judicialmente por el 5000% de su inversión inicial en títulos de deuda.

Contra la falacia que pregona la ATFA, la Argentina ha cooperado plenamente con la justicia de los Estados Unidos, pero las leyes internacionales son las que convalidan que la Argentina mantenga para todos sus bonistas los mismos términos de una reestructuración, sin discriminaciones en favor de quienes especularon con otros resultados como los fondos buitre.

Shapiro ha tratado de hacer creer en los Estados Unidos que la Administración Obama ha demandado insistentemente a la Argentina cumplir con “sus obligaciones legales”. Alcanza con recordar las palabras de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, en Buenos Aires, al reunirse con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: “Creo que Argentina ha hecho un gran progreso cancelando su deuda, impresionante y en pocos años? Hasta donde sé, la relación PIB-deuda es más baja que la de Estados Unidos. Así es que, sin importar cómo lo está haciendo, en Argentina funciona.” No nos cansaremos de recordar que, cuando la Argentina cayó en default, en 2001, el PBI había caído más del 20% desde 1998, el desempleo superaba el 25%, la pobreza rozaba el 50%, los bancos quebraban y los depositantes perdían sus ahorros. El proceso de reestructuración de la deuda argentina ha sido de los más exitosos del mundo, habiendo involucrado 152 tipos de bonos en siete divisas diferentes bajo ocho legislaciones distintas.

Lo que fondos buitre como EM Ltd y NML Capital Ltd (que controlan ATFA) obvian decir es que la Argentina completó ese proceso tras 70 consultas con grupos de acreedores. Lo hizo sin apoyo financiero internacional y, en paralelo, siguió pagando deuda al FMI, hasta que la canceló totalmente.

Pese a sus desesperados intentos, la ATFA sólo ha convencido a un puñado de legisladores, que impulsan normas a medida contra la Argentina, como la “Judgment Evading Foreign States Accountability Act of 2011”, apoyada por menos del 7% de los representantes y sólo por sus propios impulsores en el Senado.

La caricatura de la Argentina que hace Shapiro no sólo habla de su desconocimiento sino de la impotencia que comienza a generar entre los fondos buitre y sus representantes públicos el aislamiento creciente que sufren a medida que pasa el tiempo y se va demostrando en los hechos el compromiso de la Argentina de honrar todas y cada una de sus deudas como corresponde.

Como bien se sabe, los fondos buitre caen sobre economías agonizantes a buscar por centavos lo que un día, eso aspiran, cobrarán por el 100% de su valor. Del mismo modo, sólo en el escenario ficticio de un país donde todo resulta negativo, como el que pintan de la Argentina, Shapiro y sus amigos tendrían alguna posibilidad de ganar ahora algún apoyo para sus demandas.

Resulta evidente que para estos fondos, buitre pero poderosos, su única alternativa ahora es debilitar como se pueda a la Argentina para tratar de imponer condiciones.

Si se dieran un emblema y quisieran ponerle un lema, el de los fondos buitres sería: “Cuanto peor para Argentina, mejor para nuestros bolsillos.”

 

El exitoso proceso de reestructuración de la deuda argentina involucró 152 tipos de bonos en siete divisas diferentes bajo ocho legislaciones distintas

Las páginas de The Hill, el más antiguo y reconocido medio de circulación diaria en el Congreso de los Estados Unidos, se han convertido durante las últimas semanas en escenario de un duro debate sobre la recuperación de la Argentina luego del default de 2001 y sobre los intereses y naturaleza de los llamados fondos buitre. De lado de estos fondos ha quedado Robert Shapiro, un subsecretario de Comercio para Asuntos Económicos de la Administración Clinton devenido ahora en portavoz de estos “inversionistas” impresentables a la luz pública que encuentran a alguien dispuesto a hacer “el trabajo sucio” a cambio de un precio, como este ex funcionario.

Empecinados hace más de una década en conseguir de la Argentina los astronómicos réditos especulativos que ya obtuvieron de algunas otras naciones en crisis como las de 2001, los verdaderos dueños de estos fondos buitre, como el multimillonario Kenneth Dart, del fondo EM Ltd, decidieron esconderse y fundar la American Task Force Argentina (ATFA), un grupo de presión cargado de falacias y distorsiones de donde se esperan, como mínimo, argumentos.

Hasta Shapiro, a quien ATFA dejó la representación pública de sus intereses buitre parece haber olvidado que sirvió a Clinton. Cuando el ex presidente tuvo la opción de verse con Dart como aportante para una campaña demócrata, desechó la invitación con esta respuesta: “No sé en qué andará Dart cuando dona fondos a nuestro partido, pero a este tipo no quiero ni acercarme.” El tal Dart y sus amigos de la ATFA llevan gastados casi 3 millones de dólares en desplegar un agresivo lobby contra la Argentina en el Congreso de Estados Unidos y en la Legislatura del estado de Nueva York. En la serie de artículos que publicó The Hill, Shapiro distorsiona intencionalmente hechos, malinterpreta datos para confundir a los contribuyentes estadounidenses y, por una notable falta de manejo de asuntos que desconoce, hace una serie de falsas y graves acusaciones abordando asuntos que van más allá de los temerarios intereses financieros que representa.

Repasemos las barbaridades que se pretenden instalar en el Congreso de Estados Unidos. Según los fondos buitre, la Argentina adeuda U$S 3500 millones “a los estadounidenses” (sic) y se niega a pagar.

Como se sabe, la Argentina reestructuró más del 92% de su deuda en un complejo proceso. Esos U$S 3500 millones son un monto nominal de reclamos en juzgados de los Estados Unidos y sólo uno de cada diez de esos dólares son exigidos por ciudadanos de los EE UU: el resto son de estadounidenses que eligieron establecer su domicilio en otros países para? ¡evadir al fisco! Créase o no, desde ese lugar es que demandan judicialmente por el 5000% de su inversión inicial en títulos de deuda.

Contra la falacia que pregona la ATFA, la Argentina ha cooperado plenamente con la justicia de los Estados Unidos, pero las leyes internacionales son las que convalidan que la Argentina mantenga para todos sus bonistas los mismos términos de una reestructuración, sin discriminaciones en favor de quienes especularon con otros resultados como los fondos buitre.

Shapiro ha tratado de hacer creer en los Estados Unidos que la Administración Obama ha demandado insistentemente a la Argentina cumplir con “sus obligaciones legales”. Alcanza con recordar las palabras de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, en Buenos Aires, al reunirse con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: “Creo que Argentina ha hecho un gran progreso cancelando su deuda, impresionante y en pocos años? Hasta donde sé, la relación PIB-deuda es más baja que la de Estados Unidos. Así es que, sin importar cómo lo está haciendo, en Argentina funciona.” No nos cansaremos de recordar que, cuando la Argentina cayó en default, en 2001, el PBI había caído más del 20% desde 1998, el desempleo superaba el 25%, la pobreza rozaba el 50%, los bancos quebraban y los depositantes perdían sus ahorros. El proceso de reestructuración de la deuda argentina ha sido de los más exitosos del mundo, habiendo involucrado 152 tipos de bonos en siete divisas diferentes bajo ocho legislaciones distintas.

Lo que fondos buitre como EM Ltd y NML Capital Ltd (que controlan ATFA) obvian decir es que la Argentina completó ese proceso tras 70 consultas con grupos de acreedores. Lo hizo sin apoyo financiero internacional y, en paralelo, siguió pagando deuda al FMI, hasta que la canceló totalmente.

Pese a sus desesperados intentos, la ATFA sólo ha convencido a un puñado de legisladores, que impulsan normas a medida contra la Argentina, como la “Judgment Evading Foreign States Accountability Act of 2011”, apoyada por menos del 7% de los representantes y sólo por sus propios impulsores en el Senado.

La caricatura de la Argentina que hace Shapiro no sólo habla de su desconocimiento sino de la impotencia que comienza a generar entre los fondos buitre y sus representantes públicos el aislamiento creciente que sufren a medida que pasa el tiempo y se va demostrando en los hechos el compromiso de la Argentina de honrar todas y cada una de sus deudas como corresponde.

Como bien se sabe, los fondos buitre caen sobre economías agonizantes a buscar por centavos lo que un día, eso aspiran, cobrarán por el 100% de su valor. Del mismo modo, sólo en el escenario ficticio de un país donde todo resulta negativo, como el que pintan de la Argentina, Shapiro y sus amigos tendrían alguna posibilidad de ganar ahora algún apoyo para sus demandas.

Resulta evidente que para estos fondos, buitre pero poderosos, su única alternativa ahora es debilitar como se pueda a la Argentina para tratar de imponer condiciones.

Si se dieran un emblema y quisieran ponerle un lema, el de los fondos buitres sería: “Cuanto peor para Argentina, mejor para nuestros bolsillos.”

 

El exitoso proceso de reestructuración de la deuda argentina involucró 152 tipos de bonos en siete divisas diferentes bajo ocho legislaciones distintas

Las páginas de The Hill, el más antiguo y reconocido medio de circulación diaria en el Congreso de los Estados Unidos, se han convertido durante las últimas semanas en escenario de un duro debate sobre la recuperación de la Argentina luego del default de 2001 y sobre los intereses y naturaleza de los llamados fondos buitre. De lado de estos fondos ha quedado Robert Shapiro, un subsecretario de Comercio para Asuntos Económicos de la Administración Clinton devenido ahora en portavoz de estos “inversionistas” impresentables a la luz pública que encuentran a alguien dispuesto a hacer “el trabajo sucio” a cambio de un precio, como este ex funcionario.

Empecinados hace más de una década en conseguir de la Argentina los astronómicos réditos especulativos que ya obtuvieron de algunas otras naciones en crisis como las de 2001, los verdaderos dueños de estos fondos buitre, como el multimillonario Kenneth Dart, del fondo EM Ltd, decidieron esconderse y fundar la American Task Force Argentina (ATFA), un grupo de presión cargado de falacias y distorsiones de donde se esperan, como mínimo, argumentos.

Hasta Shapiro, a quien ATFA dejó la representación pública de sus intereses buitre parece haber olvidado que sirvió a Clinton. Cuando el ex presidente tuvo la opción de verse con Dart como aportante para una campaña demócrata, desechó la invitación con esta respuesta: “No sé en qué andará Dart cuando dona fondos a nuestro partido, pero a este tipo no quiero ni acercarme.” El tal Dart y sus amigos de la ATFA llevan gastados casi 3 millones de dólares en desplegar un agresivo lobby contra la Argentina en el Congreso de Estados Unidos y en la Legislatura del estado de Nueva York. En la serie de artículos que publicó The Hill, Shapiro distorsiona intencionalmente hechos, malinterpreta datos para confundir a los contribuyentes estadounidenses y, por una notable falta de manejo de asuntos que desconoce, hace una serie de falsas y graves acusaciones abordando asuntos que van más allá de los temerarios intereses financieros que representa.

Repasemos las barbaridades que se pretenden instalar en el Congreso de Estados Unidos. Según los fondos buitre, la Argentina adeuda U$S 3500 millones “a los estadounidenses” (sic) y se niega a pagar.

Como se sabe, la Argentina reestructuró más del 92% de su deuda en un complejo proceso. Esos U$S 3500 millones son un monto nominal de reclamos en juzgados de los Estados Unidos y sólo uno de cada diez de esos dólares son exigidos por ciudadanos de los EE UU: el resto son de estadounidenses que eligieron establecer su domicilio en otros países para? ¡evadir al fisco! Créase o no, desde ese lugar es que demandan judicialmente por el 5000% de su inversión inicial en títulos de deuda.

Contra la falacia que pregona la ATFA, la Argentina ha cooperado plenamente con la justicia de los Estados Unidos, pero las leyes internacionales son las que convalidan que la Argentina mantenga para todos sus bonistas los mismos términos de una reestructuración, sin discriminaciones en favor de quienes especularon con otros resultados como los fondos buitre.

Shapiro ha tratado de hacer creer en los Estados Unidos que la Administración Obama ha demandado insistentemente a la Argentina cumplir con “sus obligaciones legales”. Alcanza con recordar las palabras de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, en Buenos Aires, al reunirse con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: “Creo que Argentina ha hecho un gran progreso cancelando su deuda, impresionante y en pocos años? Hasta donde sé, la relación PIB-deuda es más baja que la de Estados Unidos. Así es que, sin importar cómo lo está haciendo, en Argentina funciona.” No nos cansaremos de recordar que, cuando la Argentina cayó en default, en 2001, el PBI había caído más del 20% desde 1998, el desempleo superaba el 25%, la pobreza rozaba el 50%, los bancos quebraban y los depositantes perdían sus ahorros. El proceso de reestructuración de la deuda argentina ha sido de los más exitosos del mundo, habiendo involucrado 152 tipos de bonos en siete divisas diferentes bajo ocho legislaciones distintas.

Lo que fondos buitre como EM Ltd y NML Capital Ltd (que controlan ATFA) obvian decir es que la Argentina completó ese proceso tras 70 consultas con grupos de acreedores. Lo hizo sin apoyo financiero internacional y, en paralelo, siguió pagando deuda al FMI, hasta que la canceló totalmente.

Pese a sus desesperados intentos, la ATFA sólo ha convencido a un puñado de legisladores, que impulsan normas a medida contra la Argentina, como la “Judgment Evading Foreign States Accountability Act of 2011”, apoyada por menos del 7% de los representantes y sólo por sus propios impulsores en el Senado.

La caricatura de la Argentina que hace Shapiro no sólo habla de su desconocimiento sino de la impotencia que comienza a generar entre los fondos buitre y sus representantes públicos el aislamiento creciente que sufren a medida que pasa el tiempo y se va demostrando en los hechos el compromiso de la Argentina de honrar todas y cada una de sus deudas como corresponde.

Como bien se sabe, los fondos buitre caen sobre economías agonizantes a buscar por centavos lo que un día, eso aspiran, cobrarán por el 100% de su valor. Del mismo modo, sólo en el escenario ficticio de un país donde todo resulta negativo, como el que pintan de la Argentina, Shapiro y sus amigos tendrían alguna posibilidad de ganar ahora algún apoyo para sus demandas.

Resulta evidente que para estos fondos, buitre pero poderosos, su única alternativa ahora es debilitar como se pueda a la Argentina para tratar de imponer condiciones.

Si se dieran un emblema y quisieran ponerle un lema, el de los fondos buitres sería: “Cuanto peor para Argentina, mejor para nuestros bolsillos.”

El exitoso proceso de reestructuración de la deuda argentina involucró 152 tipos de bonos en siete divisas diferentes bajo ocho legislaciones distintas.

 

*Jorge Argüello Embajador de la República Argentina en Estados Unidos de América



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