Ha sido verdad: no hay dos sin tres. Ha sido una gran victoria. Me alegro muchísimo.
Pero ahora el tiempo del encantamiento ha concluido. Durante meses hemos vivido inmersos en una campaña mediática sin precedentes, tanto en nuestro país como en el de los demás contendientes. Muchedumbres apasionadas, fascinadas... y cautivas por tantos medios de información, hasta convertirse en una auténtica obsesión.
Pues bien. Ya pasó. Ahora al tiempo que se disfrutan las mieles de la rotunda victoria y se está a la altura de la misma, toca dejar de actuar como espectadores aturdidos e impasibles y hacerlo como ciudadanos conscientes de la situación que vivimos a escala local y mundial, y actuar en consecuencia. Ha llegado el momento de hacer frente a los desafíos esenciales y a las responsabilidades intergeneracionales.
El circo se acabó. Ahora, el pan...
No podemos seguir consintiendo que la Unión Europea sean los mercados los que imponen sus leyes, los que nombran a primeros ministros, los que, de hecho, gobiernan.
No podemos seguir consintiendo que haya instituciones bancarias que muestran "agujeros" de miles de millones de euros, cuyo "rescate" se produce sin penalización alguna.
Y se recorta en educación, en sanidad, en I+D+i...
Atentos sólo al vendaval de las primas de riesgo, nos "cuelan" medidas autocráticas inadmisibles: fuera la educación para la ciudadanía; dictatorial nombramiento de los nuevos directivos de la TVE1, uno de los mejores y más equilibrados servicios que existen en la España actual; medidas de amnistía fiscal que no favorecen precisamente el comportamiento solidario futuro.
Menos mal de la libertad de expresión que nos da el ciberespacio; menos mal que todavía algunos medios de comunicación siguen, a contraviento, manteniendo una actitud ponderada.
Se está alimentando una auténtica "burbuja" del espectáculo y entretenimiento a escala global, que no tardará en explotar porque, más pronto que tarde, muchos ciudadanos, debidamente cumplidos sus deberes con el prestigio futbolístico nacional, empezarán a plantearse las cuestiones relevantes de su presente y futuro. Y se movilizarán y propondrán soluciones y exigirán cambios.
¿Cómo enardecer, cómo distraer, a partir de ahora y pasados los Juegos Olímpicos, a los españoles?
Repito que es buena esta victoria. Se había convertido en requisito supremo de la honra nacional. Es cierto que contamos con un equipo excepcional, con jugadores y entrenador que no sólo son buenos en el campo sino en su actitud, en sus declaraciones, en su estilo. ¡Viva!
Pero ahora ha llegado el momento de poner los puntos sobre las íes, ha llegado el momento de "hacer historia" de otro modo. De hacer Europa unida, de contactar muy especialmente con América Latina... Ha llegado el momento de "hacer mundo", de cuidarse de la Tierra, de rehacer un Sistema multilateral democrático y potente, y terminar con las pretensiones infaustas de la plutocracia.
La solución es democracia, más y mejor democracia a todas las escalas: personal, local, mundial.
Ha llegado el momento de grandes acuerdos en educación, salud y ciencia. Ha llegado el momento de evitar medidas discriminatorias y arbitrarias propias de la mayoría parlamentaria. Será legal pero no es democrático.
La densa bruma de la distracción nacional se ha desvanecido. Satisfechos, orgullosos...
Pero, ahora, insisto, los aspavientos y la estupefacción popular deben dar paso a la acción cotidiana en defensa de unos principios y valores (que erróneamente se cambian por los bursátiles), en defensa de la igual dignidad, sin exclusión alguna; en defensa de la ciudadanía plena!