El sábado fue un día tranquilo en Madrid. Hacía sol, pero no mucho calor porque el aire fresco recorría las calles de la ciudad, dejando las temperaturas en soportables. No es casualidad que el rescate de España se hiciera en sábado cuando el domingo se jugaría una final de Roland Garrós, y el primer partido de la selección en la Eurocopa. No obstante, cuando el ejecutivo desmintió días antes del rescate que esa sería la fecha para la importante cita financiera toda España sabía que pasaría lo contrario. Nos vamos acostumbrando. Las mentiras no terminan ahí, pues Luis de Guindos, ministro de economía, ex presidente ejecutivo de Lehman Brothers para España y Portugal, en un heroico intento de disfrazar la mona de seda, se quedó casi sin aliento repitiendo que no se iban a imponer condiciones adicionales de ajustes para recibir el dinero prometido. Sin embargo un vistazo rápido a las cifras pone en evidencia que esto no será así y que además la historia no tiene un final feliz.
Para empezar el dinero recibido de Europa irá a parar al FROB, un ente público que emite deuda soberana (con cargo al presupuesto) para canalizar dinero hacia entidades financieras. Esta institución cuenta con el aval ilimitado del estado, y será este quién responda frente Europa tanto del principal como de los intereses que se genermodifien por los préstamos emitidos. Si las entidades de crédito no pueden hacer frente a estos préstamos, será el FROB el que los pague, es decir España estará emitiendo deuda pública. Tal y cómo evoluciona la economía española es difícil ver cómo los bancos podrán hacer frente a este préstamo.
En cualquiera de los escenarios posibles, el ratio de deuda/PIB en España se incrementará entre 10% y 17% poneindo la deuda pública cercana, sino por encima, del 100% sobre el PIB en un periodo no muy prolongado de tiempo. Eso supondrá un incremento de las dudas y desconfianza por parte de los mercados financieros hacia el posible impago de España, que ya con un 80% de deuda pública sobre el PIB tiene dificultades a la hora de financiarse. Actualmente para que el ratio deuda/PIB se estabilice es necesario más de un 4,5% de superávit primario, lo cual parece del todo imposible, por lo que este ratio tiene todos los visos de seguir incrementando. Eso suponiendo que la tasa de crecimiento se mantiene constante y los tipos de interés no suben, por lo que si contamos con este incremento y el deterioro seguro de las variables fundamentales a corto, este rescate es un amable empujoncito hacia la bancarrota española, independientemente del resultado de la Eurocopa.
La magia de Europa y Rajoy ha hecho, eso sí, que se consiga la ayuda en términos de aproximadamente 3% de interés frente al 6% que paga actualmente España por sus emisiones a 10 años. No se ha especificado si el rescate provendrá del todavía no ratificado EMS o del EFSF, algo importante en la medida en que las deudas emitidas por el EMS son prioritarias sobre otras deudas y cabría alguna modificación legal adicional. Eso implica que la nueva deuda emitida para financiar las pérdidas de los bancos se harán a un tipo preferencial del 3%, mientras que la deuda existente y futura emitida para otros fines seguirá haciéndose en los términos, casi escatológicos, del 6% o más. Pero para obtener esos tipos de interés más favorables que en el mercado (mercado=bancos que se rescaten), es necesario que exista un incentivo de seguridad suplementario, y ese será probablemente cierta pérdida de soberanía financiera y probablemente fiscal. Solo hace falta pensar en los préstamos de la Troika a Irlanda, Grecia o Portugal, que
nadie lo dude, pronto tendremos oportunidad de saborear ese plato tan amargo hoy para otros pueblos europeos.
No obstante se podrían dar las condiciones para que acogiéramos este dinero con los brazos abiertos en la medida en que fueran suficientes para cerrar la herida sangrante de la economía española, o lo que es lo mismo ¿son suficientes 100 mil millones de euros? No. Se pueden contabilizar 85 mil millones en préstamos concedidos al boom de la construcción y al sector inmobiliario. Estos activos, potencialmente tóxicos (casi casi con riesgo biológico incluso), tienen muchas probabilidades de ser impagados, pero los bancos apenas tienen 50 mil millones en reservas para cubrir las pérdidas potenciales, con los precios de la vivienda cayendo y con una caída de precios esperada de al menos 35% adicional.
Pero no solo es España el problema sino que ahora mismo la pregunta es, Italia ¿cuando caerá? Italia también es susceptible de recibir un rescate, y si esto es así el juego tiene visos de acabarse en no mucho tiempo. Italia soporta el doble de la deuda pública española, y su economía caerá previsiblemente un 1,7% este año, una décima más que la española. El contagio tiene todas las probabilidades de llegar en un periodo corto de tiempo.
El éxodo de inversores ha dejado al tesoro italiano al amparo de los bancos nacionales, las entidades que más han tomado prestado del BCE mediante las operaciones a tres años. Si Italia entra en barrena el único que podría respaldar la deuda pública de este país, dada su magnitud, sería el BCE lo que tensionaría los mercados de deuda hasta un punto que podría llegar a ser letal para la eurozona.
El rescate de la banca española es una eficaz medida de conversión de deuda privada, la de los bancos, en deuda pública, la de los españoles. Por eso mismo pone más en cuestión si cabe, la consecución del objetivo marcado de déficit púbico por el gobierno español (aunque habiendo sido anunciado por él, no es de extrañar que no se cumpla). Esto a su vez redundará en un endurecimiento de la mal llamada austeridad, y profundizará la trasferencia de rentas que se está realizando desde la población hacia el sector financiero y sus mercaderes. Supone una compra de tiempo por parte del ejecutivo, que tiene un balón de oxígeno que durará lo mismo que un sueldo en España, muy poco. Igualmente la postergación de soluciones reales que finalmente se acabarán imponiendo (nacionalización de la banca, auditoría, quita de la deuda, etc.) supone alargar la agonía de manera innecesaria a un precio demasiado caro.
FUENTE: Econonuestra