Herencia mala, peor gestión

Los abnegados ciudadanos no entendemos como, día tras día, despropósito tras despropósito, nadie asume sus responsabilidades o, cuando menos, sus errores.

El gobierno actual mantuvo una beligerante oposición contra el gobierno del PSOE, achacándole todas las culpas de los aconteceres y devenires, sin presumir, ni por asomo, que bastante de lo que estaba sucediendo era consecuencia de una crisis mundial sin precedentes. La oposición fue feroz, sin contemplaciones. Valía todo para desprestigiar a los socialistas, para derribarlos, para convertirlos en escombro irreciclable. Todo. Incluso declaraciones como las del actual ministro Montoro en las que venía a decir “dejemos que España se hunda, que ya la levantaremos nosotros”. Hoy, con el señor Montoro en el gobierno, no parece que se estén cumpliendo sus pronósticos. España no se levanta.

Ahora era buen momento para que nuestro gobierno aparcara la altanería y con toda la humildad se dirigiera a la ciudadanía a decirle que, a pesar de lo mucho que lo están intentando, no son capaces de enderezar el rumbo porque la situación crítica mundial, adobada con bastantes desatinos, impide que las medidas adoptadas tengan incidencia en la economía. Pero eso supondría reconocer implícitamente que los socialistas no fueron totalmente culpables de lo que sucedió en España durante los últimos años de su gobierno. Y eso, a los gobernantes del PP, su inmodestia se lo proscribe.

Algo parecido sucedió tras el atentado del jueves 11 de marzo de 2004. ¿En qué cabeza podía caber la posibilidad de que el señor Aznar y sus acólitos reconocieran que el atentado había sido realizado por unos islamistas? Eso supondría admitir que habíamos sufrido las consecuencias de nuestro apoyo a la guerra de Iraq. Y por ahí, los señores Aznar, Acebes, Zaplana…, no podían pasar. Sería una humillación a su egolatría. El entonces ministro del Interior, Ángel Acebes, atribuyó a ETA la autoría de los atentados, versión que mantuvieron el portavoz del PP, Eduardo Zaplana, y el Presidente del Gobierno, José María Aznar. Las elecciones nacionales se celebraron tres días después y, entonces, su comportamiento mezquino recibió el castigo de los ciudadanos. Esperemos que los ciudadanos tomen buena nota de lo que se está viendo, aunque las elecciones no estén tan próximas.

La herencia es un recurso excesivamente manido y con un calado cada vez menor, al ver cómo pasa el tiempo y lo heredado, en lugar de ser mejorado, se empeora. La herencia fue mala, pero la gestión está siendo peor.

 

 



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