Asturias guarda en sus cuévanas, que diría mi admirado Román, tres tesoros esenciales. Las aguas subterráneas y elevadas (se puede pinchar en Sariego o en los Negrón), su no agotada, ni mucho menos, riqueza mineralógica (con isótopos naturales de gran interés, aunque escasos) y su patrimonio fósil de dos de las primordiales especies humanas en todos sus estadíos (Perlora interior, cercanías de Playa de España, etc).Neandertales y 'Sapiens'

Eso en lo concerniente a lo no puesto en valor. Las plantas medicinales ya hace siglo y medio que las explotan farmacéuticas francesas, al igual que las algas, el carbón se pone difícil por la complejidad de las capas, los castaños se los lleva Portugal desde el siglo pasado, el espato flúor dejó de ser rentable y la galena hace tiempo que, plomífera o argentífera, dejó de tener valor. Las piritas de Peñarrubia están protegidas por los guardias de la moralidad y los felechos en pizarra de la Camocha fueron sepultados en el olvido con todas las geodas de numulites y los trilobites gigantescos.

Dicho ésto, el premio Príncipe de Asturias está bien otorgado a dos biólogos cuya trayectoria científica no admite discusión. Pero, dicho ésto también, alguna vez Asturias deberá mirar intramuros. A esta tierra no se la puede acusar, ni recusar, por no glorificar los hallazgos, las 'perlas' científicas del mundo al que tanto ha aportado. Pero a esta tierra, algún día, habrá que empezar a tomarla en serio. 10.8'00 kilómetros cuadrados de país y 364 kilómetros de costa, con sólo 2.456.678 naturales vivos en el mundo habido y por haber, merecen una decisión: o se tira a la mar, o se capitaliza.

Así que, el yacimiento del Sidrón, y sus investigadores, iniciáticos fallecidos o vivos ora et labora, deben de tener un reconocimiento. Eso, o acabará sucediendo que los hallazgos esenciales para comprender a nuestra especie hermana extinguida se encuentran 'casualmente' en una calicata en el centro de Barcelona. De paso, bajo la Sagrada Familia....