Con la complicidad de algunos medios de comunicación, especialmente de aquellos que se sostienen con fondos públicos, estamos asistiendo a una sesión continua de exaltación de Alfredo Pérez Rubalcaba, Secretario General del PSOE, presentándolo como el auténtico líder, capaz de sacar al país de la crisis, el verdadero representante de los valores democráticos, el paladín del estado de bienestar, el político dialogante abierto al pacto de estado frente a la cerrazón de Rajoy y recientemente el amigo de Hollande que conseguirá el favor francés para remediar nuestros males de la escalada de la prima de riesgo.
No es ninguna casualidad que cuando la televisión pública da información sobre declaraciones de Rajoy y trasmite imágenes de sus encuentros internacionales, a continuación y dedicando un tiempo similar, presenta a Rubalcaba dando la réplica al presidente del Gobierno, utilizando todos los recursos posibles que contribuyan a la minusvaloración del que fue elegido con más de cuatro millones de votos frente a su oponente.
Es verdaderamente llamativo el giro estratégico de Rubalcaba aprovechando cualquier ocasión para demandar consenso en los grandes temas de gobierno y al mismo tiempo no tenga ningún empacho en promover las algaradas, animar las protestas sociales, trasladar a la vía pública la confrontación que no debió salir de los cauces parlamentarios y fomentar el alboroto dando de esta forma testimonio de las limitaciones de sus convicciones democráticas.
Es de común valoración que Rubalcaba es un maestro de la manipulación política y que sus fidelidades ideológicas y personales son muy volubles. Está plenamente reconocida su capacidad para socavar y abatir tanto a contrarios como a correligionarios. Una muestra de sus habilidades fue el desmontaje que hizo, y que continua, del zapaterismo a pesar de haber alcanzado los entorchados de la vicepresidencia y portavocía del Gobierno de Zapatero. Su labor de zapa subterránea culminó con éxito, arrinconando a su jefe de filas y a quienes no le eran propicios. Bien lo están pagando Carme Chacón y sus fieles.
Pero estas llamadas recientes al consenso no deben desmerecer de la calificación de Rubalcaba como agitador insigne. Desde aquellas lejanas fechas de 11 y 14 de Marzo del 2004 en la que su estrategia fue determinante para derrotar al PP, hasta días muy próximos en los que se ha evidenciado su mano meciendo conductas, hay una larga lista que lo acreditan como el animador, sin límites, de crispaciones y acosos, luego seguidas de declaraciones de condena y de votos de fe democrática.
De cara al futuro las apuestas no le son muy favorables. El PSOE si desea ser la alternancia que el sistema requiere, tendrá que afrontar tanto un ajuste de la ideología como de los procedimientos para llegar a la ciudadanía. En esa etapa el actual Secretario General se va a encontrar muy desplazado. Dentro del partido ha dejado muchos agravios y también le pesa el fracaso electoral junto a sus responsabilidades en el anterior gobierno, además de la deriva nacionalista, catalana y vasca, que acabará rompiendo hasta los principios de la fundación del partido.
Mientras llega un nuevo Suresnes , Alfredo Pérez Rubalcaba sigue con sus tácticas de confusión,y contradiciendo a Kennedy, capaz de engañar a todos durante mucho tiempo. Quizás no lo consiga con Rajoy