Aplausos a los recortes educativos

La patronal de la concertada da la razón a los que piensan que las condiciones de la enseñanza pública son, ahora, antes de los recortes, peores que las suyas, incluso teniendo como tienen los centros concertados mayor número de alumnos por aula y más horas lectivas sus profesores. Si no, ¿por qué las declaraciones de la patronal y de profesores “concertados” aludiendo a que el aumento de alumnos por aula facilitará que más familias lleven a sus hijos a sus centros subvencionados? ¿Por qué habría de ser así?

A las personas ajenas al mundo de la educación les puede parecer irrelevante que se aumente la ratio (relación de alumnos por aula) y las horas lectivas de los profesores, cuando estas ratios y estas horas son las que vienen teniendo en los colegios concertados.

¿Por qué, después de los recortes, los padres van a llevar a sus hijos a la concertada en detrimento de la pública? Porque saben muy bien que en la pública se acoge a todo tipo de alumnado. Que hoy, en un aula de 25 alumnos, puedes encontrarte catorce nacionalidades con necesidades educativas muy dispares y a todos ellos hay que prestarles la educación necesaria. Con treinta y pico alumnos por aula, volveremos a los tiempos en los que solo los alumnos más capaces eran los que titulaban, aunque los profesores de la pública pongan todo su empeño y conocimiento en atender a cada alumno en función de sus necesidades, porque les va a resultar imposible, también, por el aumento de sus horas lectivas en menoscabo de horas complementarias absolutamente necesarias. En la pública todo alumno tiene cabida y la pública llega a todos los rincones de la geografía nacional, incluso a aquellos en los que la enseñanza deja de ser un negocio. Si ahora la enseñanza en la pública es una tarea complicada, imagínense tras aplicar los recortes.

A los docentes de la enseñanza pública nunca les han preocupado las condiciones existentes en los centros concertados, entre otras cosas, porque ellos no los eligieron para ejercer su labor educativa. No les importa si las aulas tienen 20, 25 o 30 alumnos y si los docentes de la concertada y de la privada cobran más o menos que ellos y si sus condiciones laborales son mejores o peores que las suyas. En realidad, no les importaría que cobraran infinitamente más que ellos, siempre que sus salarios salieran del bolsillo de la patronal que los contrató a dedo. Lo que no entienden es que los docentes concertados pretendan equipararse al personal docente de la enseñanza pública cuando las condiciones de acceso al puesto de trabajo de unos y otros son irreconciliables.

 

Luisa, profesora ovetense de la concertada, terminó su carrera de Filología a la vez que María, profesora sierense de la pública. Luisa tenía un tío, miembro de una congregación con colegios concertados y, al día siguiente de terminar sus estudios, tenía trabajo como profesora de secundaria en el colegio que su tío tenía enfrente de casa de los padres de Luisa. María tuvo que esperar tres años para poder acceder a una plaza de interina y se vio obligada a marcharse a ejercer a un instituto extremeño. Después de presentarse tres veces a las oposiciones en Madrid, junto con otros muchos licenciados preparadísimos de toda España, consiguió aprobarlas, obteniendo una plaza en expectativa de destino. Siete años vagando por institutos de toda la geografía española (Madrid, Segovia, Burgos….), hasta conseguir una plaza definitiva en un instituto asturiano de un municipio distante 110 kilómetros de Siero. Allí permaneció hasta conseguir acumular puntos suficientes para obtener su plaza en un instituto de Oviedo. Veintidós años después de comenzar su andadura docente (con más kilómetros a sus espaldas que Marco Polo en sus viajes a Oriente y con tantos pagos en arrendamientos como para disfrutar en propiedad de una espléndida vivienda) y veinticinco después de finalizar sus estudios universitarios y mediando una disputadísima oposición, María había conseguido una plaza en un centro público a veinte minutos andando de su casa y podía comenzar una vida familiar en condiciones similares a las que Luisa había venido disfrutando, con el único mérito de “ser sobrina de”. Luisa tenía su plaza enfrente de casa desde hacía veinticinco años, sin haber acreditado otra cosa que un título universitario. Que Luisa quiera equipararse laboral y salarialmente a María... Todo lo que quiera, siempre que su salario no salga del erario público. Por razones obvias.

Los recortes en educación van a perjudicar exclusivamente a la enseñanza pública y van a beneficiar a la enseñanza concertada y a la privada. Nada que no se esperase de un gobierno de derechas. Se terminará concertando también el bachillerato, si no, al tiempo. Lo que no es entendible es que un gobierno progresista haya mantenido los conciertos, cuyo origen no era otro que completar la red pública donde esta carecía de plazas. Habiendo plazas en la enseñanza pública, se tiene que acabar con los conciertos en educación. Los servicios recibidos por nuestros impuestos no pueden ser a la carta.

 



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