“¿La primera muerte de Günther Grass?”

Así titulaba Bernard Henri Lévy un artículo sobre el controvertido “poema” publicado por el Premio Nobel de Literatura alemán, en “El País” el 15 de abril. Y añade en el subtítulo que según Grass “la única amenaza seria que pesa sobre nuestras cabezas procede de un minúsculo país, uno de los más pequeños y vulnerables del mundo, que es también una democracia: el Estado de Israel”. 
Luego comenta los auténticos peligros de nuestros días: Corea del Norte, Pakistán, Rusia, Siria, Irán, por supuesto… y no se refiere, como era de esperar, a las acciones realizadas por su país en Gaza ni a la obstrucción, durante más de 50 años, a un proceso de paz, que debe culminar de forma inaplazable, con los vecinos palestinos. 
No voy a entrar en detalles, pero sí deseo rogarle a Bernard Henri Lévy que no repita –porque es una inmensa mentira- que Israel es “un Estado minúsculo y vulnerable” porque todos sabemos hasta qué punto no sólo cuenta con el apoyo inequívoco de los Estados Unidos sino que su poder se halla en los Estados Unidos, buena parte de cuyos “grandes resortes de acción” se hallan en sus manos. 
La solución del conflicto del Próximo Oriente es crucial para que desaparezca esta vergüenza e ineficacia de los G-7, los G-20, de las “cumbres borrascosas”, todos orientados ávidamente por el dinero, y de los “cuartetos” mediadores anacrónicos e impasibles. Profeso un gran respeto y afecto al pueblo palestino y al pueblo israelí. Tuve ocasión de favorecer encuentros entre Yasser Arafat y Shimon Peres. Y, sobre todo, de buscar soluciones con un gran líder de Israel, Isaac Rabin. Porque llegó a un acuerdo, le dispararon. Como a Anwar El Sadat; como a Robert y John Kennedy; como a Martin Luther King… 
En el recinto de la UNESCO, hoy, como ya he indicado en alguna ocasión, existe una plaza, con un olivo, diseñada por Dani Karavan, dedicada a Rabin: la Plaza de la Tolerancia… 
Por todo ello, no escriban cosas que no corresponden en absoluto a la verdad. Afronten la realidad tal como es y resuelvan con coraje e imaginación los problemas que se presenten, como supo hacer Isaac Rabin. Y no se le ocurra volver a decir, señor Lévy, que su país es “minúsculo y vulnerable” cuando cuenta con el guardaespaldas más poderoso de la Tierra.



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