Menos mal que está, por fin, cambiando todo. Menos mal que, en poco tiempo, el vergonzoso espectáculo de la apropiación de los recursos naturales de la mayoría de los países por unos cuantos poderosos, que han provocado incluso invasiones bélicas y sistemas intolerables de dominio, habrán concluido.
Contemplen sosegadamente qué está haciendo Canadá, incluso desde el punto de vista medioambiental, en la extracción de recursos naturales en América Latina y África.
Vean serenamente en manos de quiénes se hallan los principales recursos -petróleo, gas, coltán...- en muchos países que, además, están en situación de increíbles precariedades.
Vean por qué se atacó Irak y luego Libia, y en manos de quiénes se hallan hoy sus cuantiosos recursos.
Vean por qué se tolera a algunos países clarísimas y permanentes ofensas a los Derechos Humanos. Vean las inmensas cantidades de armas que adquieren como contraprestación...
Sí: ver en cuántas pocas manos se hallan hoy los grandes medios naturales, financieros y mediáticos... y entonces comprenderán que se está iniciando una nueva era donde en lugar de imponer y conservar privilegios, por muy "legales" que sean, tendremos que hablar, que aportar conocimientos y fondos para beneficio recíproco. Hablar para, en lugar de explotar, cooperar.
Los derechos de los inversionistas deben revisarse amigablemente para que no estén por encima de los derechos de los pueblos...
Ha llegado el momento de compartir y de "refundar" la cooperación internacional, que fue palabra clave en los años 50 y 60, en el marco de las Naciones Unidas.
Hace bien pocos años, el Presidente Evo Morales, ponía los puntos sobre las íes al enterarse de que sólo una compañía de los Estados Unidos había obtenido en un semestre, más de 1.000 millones de dólares de beneficio por la extracción de petróleo… “cuando no tenemos frijoles, dijo, en los platos de todos los bolivianos”. Y proclamó con fuerza y convicción: “Socios, sí. Amo, el pueblo”. Y lo mismo repitió, por cierto, al poco tiempo, el Presidente Obama en El Cairo: “Tenemos que comprender que el tiempo de la hegemonía ha terminado y que debemos de ahora en adelante avanzar de la mano”.
Pues eso: estamos llegando, por fortuna, con la participación ciudadana gracias a las modernas tecnologías de la comunicación, a una nueva era: la era de la cooperación, del entendimiento, de la mediación, de la alianza. La era del desarme bélico y del rearme humano. Terminarán los plutócratas con la explotación y empezarán los demócratas, apiñados, una nueva era de solidaridad y cooperación internacional.
Todo está cambiando: lo que significa empleo, trabajo, seguridad, bienestar… Es el momento de los derechos humanos. Y de una Declaración Universal de la Democracia