Y dirán Vds. “una oportunidad perdida” y tendrán razón, perdido está, pero vamos a ser positivos y darle una oportunidad, descartada la Semana Negra. ¿Sabía que aquí, en Asturias, los días festivos, los inmigrantes se reúnen para ir a pescar y con los frutos de la mar sobreviven las familias al paro? Lo que antes era complemento alimenticio, cuando trabajaban en la construcción, ahora se ha convertido en necesidad. Y no les estoy hablando de cupos ni de cotos, de salmones ni de licencias. Les estoy hablando de pagar entre todos unas cañas –de pescar-, echar el día con un bocadillo por los acantilados y repartirse equitativamente el beneficio.
Por otra parte, dicen los pesquinos del lugar, que el Musel conserva en sus entrañas una riqueza incalculable de pescados y mariscos, acrecentada gracias a la prohibición de faenar y a los ricos escondites que los bloques de hormigón ofrecen (ahora multiplicados, roca no va a faltar) Si tienen en cuenta que de los dos barcos que atracan de forma habitual, con la subida de las tasas quedará uno, obtendrán como resultado un inmenso vivero natural de aguas cada vez más limpias.
Si el puerto se abriera sin limitaciones a la pesca, las familias tendrían acceso a un recurso nutricional y a lo mejor no se robarían tantas tapas de hierro y kilos de cobre, que las arcas municipales se resienten aún más de lo que están con tanto latrocinio chatarrero, pero quien nada tiene agudiza el ingenio y se sirve para sobrevivir de lo que madre Naturaleza da, ya lo decía San Francisco.
Para complementar, se organizarían brigadas comunitarias de recogida de nueces y castañas, otro alimento dejado de la mano y tan abundante en nuestros bosques –o lo que queda de ellos tras los incendios- y se almacenarían en los tanques de la regasificadora –antes de que se caigan sin uso- para su distribución gratuita. Paliando así la pobreza creciente en nuestra sociedad.
Teniendo en cuenta, además del ejercicio al aire que suponen ambas actividades, que pescado y frutos secos son buenos para el colesterol, esta dieta actuaría como preventiva de enfermedades coronarias y una población más sana ahorraría mucho dinero a la Seguridad Social. Y más les vale, porque, con los recortes nadie garantiza que en el futuro cercano un inmigrante en paro tenga derecho a asistencia gratuita.
Como ven, no hay nada más que ponerse a pensar. ¿No dicen que nos reinventemos?