Después de haber procedido al “rescate” de las mismas instituciones financieras responsables, en buena medida, de la gravísima crisis sistémica que estamos atravesando; después del acoso y derribo de los PIG; después del espectáculo intolerable de ver a los mercados nombrando a gobiernos –nada menos que en Grecia y Roma- en lugar de las urnas; después de tolerar sesgadas calificaciones de agencias dependientes de dudosa eficacia; después de haber deslocalizado la producción y utilizado a fondo los paraísos fiscales; después de haber debilitado el Estado-nación transfiriendo no sólo fondos sino responsabilidades estratégicas y políticas a grandes consorcios internacionales; después de fomentar la explotación en lugar de la cooperación; después de haber sido incapaces de establecer con urgencia una federación fiscal en Europa y una reducción de los inmensos gastos de una seguridad no autónoma en la eurozona; después de la especulación y las primas de riesgo; después de haber olvidado a América Latina, China, India, Rusia, Turquía… como si sólo fuera un problema Occidental y, sobre todo, europeo; después de no saber producir eurobonos ni incentivos para el crecimiento…
Mientras, en los Estados Unidos, a pesar de la enorme y compacta oposición republicana, se logra atención médica para millones de norteamericanos que viven en la mayor desatención sanitaria; mientras se reducen drásticamente los gastos militares y de producción de armamentos; mientras se emiten 300.000 millones de dólares para incentivos de las pequeñas y medianas empresas, becas de formación y grandes obras públicas, para activar el empleo; mientras se hace un replanteamiento estratégico a escala mundial centrado en el Océano Pacífico…
Mientras América Latina se emancipa en la CELAC y la India empieza a figurar como un destacado protagonista en el escenario mundial…
Europa sigue obcecada en el cumplimiento puntual en el año 2013 de la devolución de los déficits acumulados; en la aceptación de unas primas de riesgo aleatorias e inadmisibles; en recortes y más recortes que nunca conducirán al crecimiento necesario…
La gran potencia intelectual de la Tierra, uno de los mayores espacios de invención y, sobre todo, la cuna de la democracia, se ve zarandeada por el “gran dominio” financiero, militar, petrolífero y mediático, llegando a límites que no deben traspasarse: reducción de los derechos humanos, con tanto esfuerzo conquistados, de la equidad social y de género, de la dignidad humana…
Se está afectando la razón principal del estado de bienestar: la salud y la educación.
Sólo hay una respuesta, que requiere un liderazgo inequívoco: más democracia, mejor democracia. Una democracia que no permita que los elegidos hagan a continuación, en muy pocas horas, exactamente lo contrario de lo que han prometido para ser votados.
Ha llegado, sin duda, el momento previsto de forma clarividente en la Carta de las Naciones Unidas: ha llegado el momento de “los pueblos”, de dejar de ser espectadores impasibles y pasar todos los ciudadanos, pacífica pero firmemente, a ser actores implicados en el cambio. Los cambios, como la libertad y la solidaridad, no se otorgan si en primer lugar no se construyen en uno mismo.
Ha llegado el momento de “Nosotros, los pueblos” a través de las modernas tecnologías de la información y de la comunicación, tomar en manos las riendas de nuestro destino