El buzón se ha convertido en un dragón que en lugar de fuego vomita cartas incendiarias, intimidatorias, amenazantes, extorsionantes y bandoleras. Lllega uno silbando a su casa, mira el buzón y ve una carta del Ministerio del Interior. ¡Qué bien! te dices, me ha escrito Jorge. Pero quiá, es una mula por haberte pasado 2, si DOS, kilómetros del límite. Y, hala, 100 eurazos menos en la cartera. Comes, sales de nuevo y otra carta. Ésta del Ayuntamiento. ¡Qué bien! Me escribe el alcalde, te dices. Pero ca, es la viñeta del coche, por el que pagas por aparcar, por circular y ¡por tenelu! En fin, a ver mañana. Al día siguiente llama el cartero, dos veces, claro, y te anuncia un certificado ¡Hombre, seguro que ces una herencia! Je, je. Te embargan la cuenta por una multa de veinte duros que no pagaste hace cinco años porque nadie te avisó. De paso, el cartero te da otro sobre. Del banco. ¿Será la nómina? Loscojo... Te cobran 30 eurazos por tener tu dinero con el que especulan y se forran. En fin, será mañana. ¡Hombre, carta de sanidad! ¿Será para quitarme la verruga? ¡Inocenteee! te aplazan la operación otros seis meses. Tocatelosc, que es palabra maya.
A qué seguir. Por eso les pido que vuelvan a escribir cartas. Les aseguro que el que las reciba estará tan feliz que derramará lágrimas de alegría. Eso sí, no vayan a escribir para pedir dinero al amigo. ¡Era lo que faltaba!