Igual que los buenos, todos los buenos, incluso los mejores, tienen su parte oscura, y cuanto mejores, para compensar, tal vez mayor, tienen los malos su parte buena. Ahí radica la complejidad humana y la absoluta, imperiosa necesidad, de querer a los adversarios, por retorcidos que sean, puesto que hay un más o menos remoto lugar en que, por humanidad, coincidimos, y un día u otro necesitaremos de su comprensión tanto como pueden hoy ellos precisar de la nuestra.
Vivir es al final esto. Tratar de comprendernos los unos a los otros y procurar una disculpa para el error ajeno, que un día u otro puede ser nuestro error.
Un antiquísimo consejo de la sabiduría popular china recomienda que si es absolutamente necesario optar por lastimar a un viejo o a un joven, procures optar por molestar al viejo, que ya está al final de su camino. Los jóvenes, nadie sabe a dónde podrán llegar.
Me encantan esas frases hechas, los refranes, los aforismos, las exclamaciones finales de una honda reflexión. Son entrañables porque casi siempre están o equivocadas o basadas en un error que permite que exista siempre el aforismo igual y contrario. Una vez más, concluyo en que el universo se basa en un equilibrio inestable de cada cosa con su contraria. Somos lo que somos por contraste con lo que son otros en el mismo preciso momento, y si esos otros, nuestros contradictores y nuestros adversarios, no existieran, su inexistencia arrastraría indefectiblemente la nuestra. Por eso, si acabamos con los pobres, no habrá ricos y si con los ricos, no habrá pobres.
Puede que tratar de acabar con algo, provoque consecuencias tan inesperadas que sorprendan nuestro peculiar sentido de esa justicia, concepto cambiante, que perseguimos pienso que sin saber exactamente cómo es en realidad, tan mudable en cada espacio y cada tiempo que ha hecho imprescindible la equidad, que la despoja de su corteza y la humaniza respecto de cada caso concreto. Una Justicia de verdad, seguro que está del otro lado del espejo, donde el espacio y el tiempo se disuelven en la luz