Como diría un cronista deportivo, no hubo lleno en San Mamés. Que el Vicente del Bosque de la política española poniendo el mitin a las 10,30 de la mañana no logró llenar el San Mamés de los eventos asturianos, o sea, el Calatrava. Y es que Mariano Rajoy tiene un sábado de los que se salen del sueldo. A primera hora, elevar la moral de los suyos en Oviedo, a mediodía recibir a un presidente de no se que país sudamericano en Madrid y por la tarde a Andalucía para apoyar a Javier Arenas. En el Calatrava, según mi espía preferida, la XPXIII, -no fui; me dormí, lo siento-, me cuenta que hablaron el alcalde de Oviedo Agustín Iglesias Caunedo, la todavía diputada nacional y candidata a la presidencia del Principado Mereces Fernández y el jefe de la derecha española Mariano Rajoy en persona. Hizo un discurso serio, sin irse por las ramas, con veladas alusiones, sin citarlo -su nombre está demonizado en público para los militantes del PP- a Francisco Alvarez-Cascos y su proyecto polñitico, explicando lo mal que estamos en este país llamado España y lo mal que vamos a seguir estando. Los defenestrados por la guerra casquista como Gabino de Lorenzo, Ovidio Sánchez e Isabel Pérez Espiosa que no paró hasta que se hizo una foto con Rajoy y junto a Isidro Fernández Rozada, en un segundo plano. Mercedes Fernández, a lo reinona de la fiesta, muy animada que según me cuenta el senador Fernández Rozada la encuesta que mañana publicará el principal medio de comunicación de Asturias, La Nueva España, les dan cinco escaños más que a Foro. Pero, ojo, Alvarez-Cascos continúa muy combativo y mientras los madrugadores asistentes al mitin de Mariano Rajoy accedían al Calatrava un coche con megafonía les hacía llegar la inconfundible voz del presidente del Principado instando a votar a Foro. Genio y figura hasta el 25 de marzo… por lo menos.
En lo que si parecen coincidir las encuestas es en un cierto ascenso de Izquierda Unida. Normal que cuando un partido y sus dirigentes actúan con coherencia, dejando a un lado guerras fraticidas y fijando posturas claras, la urna suele sabe ser agradecida. Me alegraré por Jesús Iglesias, un líder de la izquierda asturiana nada carismático pero discreto y perseverante, que suele usar corbata sin avergonzarse. Pero, amigos, la subida de IU supone la bajada del PSOE. Como sea así aquí va a pasar de todo. Me refiero a la familia socialista asturiana y es que a estas alturas de la película volver a encabezar manifestaciones de los sindicatos para Javier Fernández no supone ya lograr los réditos obtenidos en el pasado.
Esto de las campañas electorales tiene su miga. Las estrellas de Madrid vienen de prisa y corriendo a nuestra comunidad para apoyar a sus candidatos, utilizando unas pocas horas, lo que no hacen en el resto de la legislatura, y como mucho si les queda un hueco entre mitin y avión se toman una buena fabada para después si te vi no me acuerdo. Es lo mismo que los dirigentes regionales apalancados en Oviedo hacen con los concejos periféricos. Los visitan en campaña y después, vecinos de Yermes y Tameza, si os vi ni me acuerdo. Po ejemplo, entre hoy y mañana el veterano e incansable senador Isidro Fernández Rozada -cada vez que le ve Mariano Rajoy le achucha con un gran abrazo ¿Que tendrá el sobrino de la tía Nemesia que yo no sé?- dará siete mítines por el occidente, por el oriente y por el centro. Los síntomas pre elección continúan mostrando signos favorables a UPyD. Rosa Díaz si no logra la refundación del Estado por lo menos a lo mejor contribuye a crear un nuevo Principado sin aspiraciones, por supuesto, de convertirse en reino. Pero no creo que logren ser a partir del próximo domingo llave de la gobernabilidad de Asturias.
Salgo a pasear bajo la lluvia y observo a unos buzoneadores con las papeletas de IDEAS bajo el brazo. Este iniciativa regional que hace siete meses confió en Juan Morales se ha quedado residual, que montar una gran operación política en Asturias contra el poder establecido solo puede hacerlo Francisco Alvarez-Cascos. Hasta la megafonía de los coches de Foro lanzan los mensajes con su inconfundible voz. El presidente es en estos momentos más que nunca general secretario.
