Yo he conocido varios miembros del Opus –las miembras están fregando de rodillas para purgar el pecado de ser féminas-: son la quinta columna de la Iglesia en el Estado. Su misión es infiltrarse en los órganos de gobierno, da igual que sea una asociación de vecinos, de escritores o de padres. Y con absoluto maniqueísmo, apoyados por ese aire de “santurrón de buen rollo” que los caracteriza, manipular hasta conseguir sus objetivos.
Respecto a su pensamiento sobre la mujer, estas son las palabras literales de Escrivá de Balaguer: “La atención prestada a su familia será siempre para la mujer su mayor dignidad: en el cuidado de su marido y de sus hijos o, para hablar en términos más generales, en su trabajo por crear en torno suyo un ambiente acogedor y formativo, la mujer cumple lo más insustituible de su misión y, en consecuencia, puede alcanzar ahí su perfección personal. Desarrollo, madurez, emancipación de la mujer, no deben significar una pretensión de igualdad —de uniformidad— con el hombre, una imitación del modo varonil de actuar: eso no sería un logro, sería una pérdida para la mujer”
Dicho esto, queda todo explicado, ya les dije como era este Gobierno y a que nos podíamos atener. Así que, si creías que lo de fomentar la maternidad pasaba por incrementar el número de guarderías, favorecer y ampliar los permisos de maternidad y paternidad, aumentar la desgravación en la declaración de la renta, multar a las empresas que despidan mujeres embarazadas, etc, estabas out.
Violencia estructural es la reforma laboral -aprobada mientras Gallardón desviaba la atención, por cierto- que limita la jornada reducida y el permiso de lactancia, y facilita el despido por baja, no nos engañemos. Pero claro, se me olvidaba, la mujer debe liberarse del trabajo y dedicarse a la familia, qué tonta. Como Dios manda.