No me extraña que Isidro Fernández Rozada no quiera perder su puesto en el Congreso o en el Senado para no verse alejado de Madrid. Ya lo dijo alguien, de Madrid al cielo. Este sábado, tiempo primaveral con 19 grados y las calles llenas de bulliciosas personas, en gran parte turistas. Cerca de la plaza del Sol unos chavales con buena pinta me piden un euro “para los pobres de Madrid”. Educadamente les indico que se lo pidan a Ana Botella. La alcaldesa, esposa de Jose María Aznar,tiene que estar muy contenta ahora que el Estado le va a pagar la enorme deuda heredada de su antecesor Alberto Ruiz Gallardon.
En la plaza Mayor saludo a un asturiano ilustre, el cantante Joaquín Pixan. Domina la capital de España como pocos. En la calle Arenal si que doy un euro a Paulova, una octágonaría ucraniana que toca magníficamente el violín luchando contra la adversidad de su vida, según me comenta con voz apenas audible.
En esa misma calle hao un alto en el hotel Moderno,frente al edificio del antiguo Centro Asturiano. Desde hace mas de 40 años es propiedad de Julio Salazar, un asturiano del Occidente, creo que de Luarca, que a sus 96 años magníficamente llevados continua al frente del hotel muy visitado por gentes de México. En la misma plaza del Sol un mariachi congrega a un montón de gente mientras una señorita nos pasa un sombrero mexicano para que soltemos un detalle, que hay que vivir y Madrid es una ciudad cara aunque los taxis no me parecen tanto como en Oviedo y en cuanto al yantar, ya se sabe, hay para todos los gustos y carteras. En la plaza Angel a la puerta de una sucursal del BBVA un indigente duerme tapado hasta las orejas. Los japoneses que me piden en un castellano macarrónico una dirección ni le echan una ojeada. En la Gran Vía me hago limpiar los zapatos por un profesional. Pepe, del mismísimo Chamberi. Me dice que en Madrid solo quedan quince limpiabotas y no todos españoles. “Aquí, en la Gran Vía, soy el único nacional; los demás, ecuatorianos”. Por 3,5 euros mis zapatos parecen nuevos tras haber pasado por sus manos.
Me llega la noticia del cierre de la edición en papel de Publico y, por tanto, otros 130 periodistas a calle. Malos tiempos para mi profesión; sin embargo, La Voz de Asturias resiste, de lo que me alegro un montón. Es lo que faltaba a nuestra región, la desaparición de otro medio de comunicación y con 89 años de vida.
En el restaurante La Fueya del cangues Paco Rodríguez, en La calle Doctor Castelo, no solo hay buenos productos si no también pleno de comensales. Ser buen restaurador,tal es el caso, es lo que tiene, que se encara la crisis y lo que se ponga por delante. Paco Rodríguez y su equipo saben lo que es superar tiempos difíciles como los presentes. Otro asturiano que llego de muy joven a Madrid pero tarde para ser sereno y termino convirtiéndose en toda una referencia de la gastronomía de la capital de España. Pues de Madrid al cielo, si, y a mucha honra que diría el castizo.