La balada de los cínicos

¿Con qué derecho, el ministro Margallo va a pedir al Gobierno Británico la devolución de Gibraltar si no está dispuesto a defender esos mismos derechos para el pueblo saharaui?

La mejor manera de librase de una tentación es ceder ante ella. Esta cínica afirmación quizás sea una de las frases más redondas de Oscar Wilde. Pero cabe preguntarse si cuando tío Oscar la pronunció solo pretendió quedarse en lo meramente frívolo o estaba reflejando algo más universal en el comportamiento de la gente. Ceder, ceder es más cómodo que resistir, que esforzarse, que rebelarse. Rebelarse contra la opresión puede ser heroico pero peligroso; total para qué, se dicen muchos.

John Steinbeck, en su pequeña obra «La luna se ha puesto» cuenta la historia de un pueblecito ocupado por los alemanes, en el que todo marcha bien hasta que deciden resistirse a la invasión. En línea con lo anterior se podría decir que una buena forma de no tener enemigos es ceder a sus deseos, plegarse a sus exigencias. Ya lo dice el refrán, dos no riñen si uno no quiere; que normalmente es el que cede.

En el caso de España esta fórmula se apura hasta límites peligrosos, a veces abyectos. Cuando se empieza a ceder nunca se sabe hasta dónde puede llegar uno. En política tenemos ejemplos tristes de esto, como el que comenzó hace trescientos años cediendo con la ocupación de Gibraltar hasta llegar a nuestros días en que nos hemos convertido en  íntimos amigos de los ingleses. Tampoco se puede decir que España haya tenido una postura gallarda en su política con Marruecos durante estos últimos años; más bien poco gallarda, o nada gallarda (salvo Perejil). Se empezó cediendo ante Hassan II que nos quitó el Sahara (como los ingleses Gibraltar) y ahora estamos pidiendo en la Unión europea que eleve el rango de socio privilegiado y conceda parte de los fondos de cohesión a Marruecos. Así se ha comprometido  el presidente del Gobierno con el jefe de la diplomacia marroquí, Saadedín al Otmani, durante su primera visita a España. De seguir así, algún día nos doblaremos por la cintura para besarle la mano a Mohamed VI. Todo apunta a que el Partido Popular, en el asunto del Sahara, parece encontrarse cómodo en la estela dejada por los socialistas y, al igual que estos,  está dispuesto a ceder lo que sea con tal de no tener problemas.

Ceder, ceder, ceder.

Las declaraciones del ministro de Exteriores señor García Margallo no dejan lugar a dudas. El Gobierno español, ha dicho, trabajará en los próximos meses para que la UE eleve a Marruecos el rango del estatuto de socio privilegiado del que disfruta desde hace tres años.

Hay una opinión extendida en el sentido de que el PP no ha ganado las elecciones sino que las han perdido los socialistas; efectivamente, así ha sido. Según esto, cabe preguntarse por qué los socialistas han perdido las elecciones ¿ha sido porque no han gestionado bien la crisis económica, como interesadamente se encargan de propalar ellos mismos para no tener que admitir cosas peores,  o ha sido por la vertiginosa pérdida de imagen que ya venían padeciendo desde antes de la crisis?

A la gente se la puede tener engañada un tiempo pero no se puede tener a mucha gente engañada mucho tiempo, antes o después todo se sabe. La gente exige ejemplaridad en el comportamiento de sus políticos, existen unos valores éticos que son sentidos de una forma natural por todo el mundo, que están al margen de las ideas políticas, que no son ni de derechas ni de izquierdas; no robar, no mentir, hacer honor a lo que se predica, poner un mínimo de abnegación y honradez en el trabajo etc., son valores exigibles en cualquier persona; pero, sobre todo, hay dos cosas ante las que el pueblo español es muy sensible; el abuso  y la traición.

Existen abundantes datos que indican que el pueblo español se  sintió especialmente afectado por lo que se hizo con el pueblo saharaui; siente que el pueblo saharaui fue engañado con las promesas que se le hicieron, y traicionado y abandonado en manos de su secular enemigo: Marruecos.

Para los españoles de aquel tiempo lo que se hizo con el pueblo saharaui constituyó un verdadero trauma. Los socialistas hábilmente supieron utilizar desde el primer momento estos hechos  en su beneficio; en sus mítines había más banderas del Polisario que del partido. Cuando llegaron las elecciones de 1982, muchos de los que votaron a los socialistas lo hicieron pensando que con eso también ayudaban a los saharauis, pensaban que era una manera de reparar el daño que se les había causado. Desde esas fechas la causa saharaui está en el corazón de muchos españoles.

Pero enseguida vino la traición: Felipe González se fue a rendir pleitesía a Hassan II. Se dieron las mismas explicaciones que ahora; que son dos países condenados a entenderse, que había que frenar la inmigración ,las pateras, la droga, los intereses de España, etc (siempre se confunden los intereses de España con los beneficios particulares y las comisiones que sacan los aprovechados).

Entonces presentí: este es el principio de una larga amistad.

Pero sigamos con el ministro. El señor Margallo también expresó el deseo de que haya una solución justa, duradera y mutuamente aceptable entre Marruecos y el Polisario que prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara en el marco de la ONU. Lo cual dicho después de 21 años en que sistemáticamente Marruecos se niega a cumplir las resoluciones de la ONU resulta ofensivo: una verdadera burla. Pero lo que es peor, es adoptar la postura cínica de otros que le han precedido en el cargo y que han recurrido a esta clase de evasivas para no afrontar la realidad del problema y no incomodar a Marruecos ni a sus protectores.

En otro escrito no hace demasiado tiempo pedí que alguien me pusiera un ejemplo de cual sería una solución justa y mutuamente aceptable, pero hasta la fecha nadie ha sido capaz de aportar ese dato. Llevamos más de treinta años en ello y estamos como al principio. ¿De verdad que hay alguien que cree que existe una solución justa y mutuamente aceptable?; de ser así, hasta la fecha se ha mostrado más esquiva que la piedra filosofal. Pero es que no existe; todo es un subterfugio semántico que emplean los políticos para zafarse de una responsabilidad que les compete y que por intereses o por cobardía o por lo que sea no se atreven a afrontar. Marruecos es un país de más de treinta millones de habitantes que tiene un poderosísimo ejército y toda clase de apoyos internacionales. Por el contrario, la mitad del pueblo saharaui vive en campamentos de refugiados y depende totalmente de la ayuda internacional. La otra mitad vive en su territorio ocupado por Marruecos y totalmente controlado por el ejército y la policía. Es de un cinismo atroz pretender que desde situaciones tan desiguales se pueda llegar a una solución justa y mutuamente aceptable, salvo que a Marruecos se le imponga de alguna forma (capitulo 7º de la carta de las NNUU.)

El ministro afirmó que el Gobierno apoya el derecho de autodeterminación para el Sáhara Occidental, pero puntualizó que corresponde a Marruecos y al Frente Polisario, y no a España, decidir si se ejerce a través de un referendo o por otra vía. El señor Ministro tiene que poner al día sus conocimientos empezando por el significado de la palabra referendo/referéndum. Desde los debates de la XXI AG de la ONU está admitida la fórmula del referendo para la cuestión del Sahara. Posteriormente, el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 621/1988 en la que pedía al Secretario General de la ONU un informe sobre la celebración de un referendo de libre determinación del Pueblo del Sahara Occidental. Dicho informe se presentó el 18 de junio 1990 con el acuerdo de ambas partes Polisario /Marruecos. Se elabora un Plan de Paz, aceptado por ambas partes Polisario/Marruecos, para lo que se crea la MINURSO que como el Ministro debe conocer quiere decir Misión de las Naciones Unidas para el Referendo del Sahara Occidental. Y así se viene admitiendo en todas las resoluciones, tanto de la asamblea General de la ONU como del Consejo de Seguridad, desde esa fecha hasta hoy día.

Pero, como las naciones que apoyan —contra toda razón— las tesis de Marruecos veían que de celebrarse el referendo lo perderían los marroquíes, y eso va contra sus intereses, se dieron a la tarea de buscar una fórmula que neutralizara ese peligro. Y así se inventaron una posible solución con la triquiñuela de que un referendo no era necesariamente la consulta al pueblo, que podría ser un acuerdo entre las cúpulas de sus gobiernos o consultas a «yemas» u otras asambleas fácilmente manipulables con la esperanza de que a base de presiones y sutilezas, es decir: corrompiendo, poder doblegar la voluntad de los saharauis. Este desvergonzado invento es una de las aportaciones del antecesor en el cargo, el señor Moratinos, que se dedicó a extenderlo por todas las cancillerías para ganar adeptos. La libre determinación de un pueblo no es la voluntad de sus dirigentes sino la de todos sus miembros y esa voluntad sólo se puede manifestar mediante un referendo en que participe todos ellos. No hay caminos intermedios Señor Ministro.

Por lo que hemos visto hasta ahora , el Partido Popular también elige el camino, no de la justicia y el derecho, tampoco el de la elegancia y el señorío, cual sería la defensa de nuestros antiguos conciudadanos, sino el de la humillación y la cobardía. Lo tendremos en cuenta y nos encontrarán en el camino.

¿Con qué derecho, el ministro Margallo va a pedir al Gobierno Británico la devolución de Gibraltar si no está dispuesto a defender esos mismos derechos para el pueblo saharaui?

De la entrevista con la señora Clinton el señor Margallo ha salido muy contento y sacando pecho ha proclamado al mundo que somos un socio fiable, serio, responsable, y que cumple sus compromisos, tanto en materia de consolidación fiscal como en política exterior. Ya puestos podía haber añadido el compromiso con el pueblo saharaui y el derecho a su determinación proclamado en más de una ocasión ¡antes de las elecciones!

Me temo que de seguir por este camino pronto vamos a dejar de ser fiables, o solo lo seremos para la Señora Clinton ( mientras nos pleguemos a Marruecos) y pocos mas.



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