La inteligencia emocional ahorraría a las empresas asturianas 39 millones de euros anuales en bajas por estrés
La gestión de las emociones puede reducir al 0% el absentismo por desmotivación o incapacitación por presión laboral
Las frustraciones personales o un mal reparto de los roles y puestos, algunos de los factores que ocasionan ansiedad y estrés
La aplicación de la inteligencia emocional en la organización de las tareas de una empresa y en la de sus personas puede ahorrar a las mercantiles asturianas los 39 millones de euros que cada año suponen las bajas laborales producidas por estrés. Con ocasión del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo 2018, Carmen Sánchez, CEO de Intelema, compañía valenciana dedicada a la aplicación de las relaciones inteligentes en multinacionales, indica que gracias a la aplicación de este método en las empresas “se puede llegar a alcanzar el 0% de absentismo relacionado con el estrés y la falta de motivación”.
Según los últimos datos publicados por la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (Amat), en 2017 las empresas habrían pagado por las ausencias por enfermedad de sus trabajadores más de 6.612 millones de euros. Asimismo, el secretario de Estado de Empleo, Juan Pablo Riesgo, ha cifrado en un 30% las bajas producidas por estrés, lo que se traduce en 1.983 millones de euros en el total de las empresas españolas y 39 millones para las asturianas que representan el 2% de la población de empresas.
“El principal objetivo de la inteligencia emocional es convertir en conscientes las reacciones y acciones que se dan en un entorno en el que tienes que compartir muchas horas con otras personas, muchísimas veces bajo una presión importante”, indica Carmen Sánchez. La clave, indica, es que cada empleado y directivo “conozca sus verdaderas motivaciones y frustraciones, sus debilidades y fortalezas, sepa gestionar sus emociones”.
Frustraciones y mala gestión de los recursos humanos
Precisamente, uno de los mayores riesgos en el puesto de trabajo es trasladar las frustraciones personales del día a día, o en muchos casos las que se produce en el propio empleo a consecuencia de una inadecuada gestión de los recursos humanos. “Hemos detectado que hay muchas personas con un gran potencial para desempeñar algunas funciones y, sin embargo, están desarrollando otras que les generan insatisfacción”. La crisis además, reconoce, “trajo consigo una pérdida de derechos laborales y del poder adquisitivo, que sumaron tensiones y miedos”, apunta.
“Lo importante para cualquier empresario es que las personas que trabajan para su organización sean productivas y eficaces y eso por interesarse en el estado de ánimo del grupo. Un grupo motivado es indispensable para aumentar el compromiso con los demás y así una disminución del absentismo”, argumenta Sánchez, quien añade que “es necesario fijarse y escuchar a los trabajadores para entender si están en el lugar indicado”. “Pueden estar frustrándose en un puesto que les queda grande o pequeño”, sentencia.
Reducción del estrés
Por parte de los trabajadores, la mejor manera de rebajar el estrés “es auto-escucharse y ser conscientes de que dando lo mejor de ellos mismos, pueden desarrollar su potencial, progresar profesionalmente y plantearse nuevos retos, nuevos puestos, logrando auto-motivarse sintiéndose satisfechos después de cada jornada”. En lugar de refugiarse y vivir los problemas con miedos y angustias, se debe hacer frente a ellos. “¿Eres bueno y crees que no estás en el sitio adecuado? Lo suyo es que explores las cosas que te gustan en tu empleo y que sabes hacer bien.
Disfruta con ello, del proceso, y demuéstrate a ti mismo que vales para tu puesto que eres bueno en ello. Asumir pequeños retos diario y trabajar la resiliencia, son clave para afrontar los obstáculos del día a día, que fuera del empleo ya son muchos”, concluye.