Comprender mejor nuestro lugar en el cosmos no era la única ambición de Stephen Hawking, fallecido hoy en Cambridge a la edad de 76 años. El físico, que experimentó la gravedad cero en 2007, animaba a seguir viajando al espacio por el bien de la humanidad. Él mismo tenía previsto salir de la Tierra y su silla de ruedas no sería ningún obstáculo. Hawking siempre miró hacia las estrellas.
Stephen Hawking experimentó en 2007 la gravedad cero a bordo de un avión propiedad de la Zero Gravity Corporation. / Jim Campbell/Aero-News Network
Con 65 años, el astrofísico británico Stephen Hawking pudo liberarse por un día de la silla de ruedas en la que llevaba décadas confinado debido a su enfermedad, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Durante dos horas a bordo de un Boeing 727-200 adaptado para la ocasión, Hawking saboreó la ingravidez.
Durante dos horas a bordo de un Boeing 727-200 adaptado para la ocasión, Hawking saboreó la ingravidez
Este viaje debía ser el preludio de algo más grande: viajar al espacio y cumplir uno de sus sueños. La fecha para tal acontecimiento se fijó en 2009 gracias a la compañía Virgin Galactic, pero el periplo fue finalmente aplazado por problemas técnicos.
La ilusión de Hawking no se desvanecería: en 2017 aceptó la invitación del millonario Richard Branson, presidente de Virgin Galactic, para formar parte de su proyecto de turismo espacial. Pero en esta ocasión, el empeoramiento de su estado de salud se adelantó y truncó su sueño. Hawking ha fallecido hoy a la edad de 76 años.
El espacio, el futuro de la humanidad
La enfermedad no le impidió contribuir a cambiar en los últimos 50 años la imagen del universo, cuyo origen le empezó a interesar de niño. Desde entonces, no paró de investigar a pesar de todas las complicaciones de salud: sufría parálisis y dependía de un sistema de voz computarizado para comunicarse.
“Por muy difícil que sea la vida, siempre hay algo que uno puede hacer bien”, dijo en junio de 2016 en Starmus
“Por muy difícil que sea la vida, siempre hay algo que uno pueda hacer bien”, dijo en junio de 2016 en la tercera edición del Festival Starmus, celebrado en Tenerife y La Palma. Lo importante es “no rendirse nunca”.
El evento –el mayor festival científico que congrega cada dos años a las mentes más brillantes del mundo, entre ellos varios premios Nobel– rindió ese año homenaje al investigador británico con la entrega de la primera edición de la Medalla Stephen Hawking a la Divulgación Científica, que premió al físico de la Universidad de Surrey Jim Al-Khalili, al cineasta Mark Levinson y su documental sobre el bosón de Higgs y al compositor Hans Zimmer.
En un emotivo discurso Hawking repasó su vida personal y su carrera científica, y promovió la investigación espacial para la propia supervivencia del ser humano. “Miremos arriba hacia las estrellas y no abajo hacia nuestros pies” fueron sus palabras. Con ese mismo deseo se dirigió en 2012 al público de la ceremonia inaugural de los Juegos Paralímpicos de Londres.
Para Hawking, el espacio ya no era solo un sueño, de él depende el futuro de la humanidad. “No podremos sobrevivir mil años más sin escapar de nuestro frágil planeta”, dijo durante su intervención en Tenerife. El científico invitaba a ser curioso y a preguntarse por la existencia del universo, y fomentaba el interés por el espacio. Quizás las futuras generaciones sí puedan cumplir su sueño.