El museo de sitio Ciudadela de Celestino Solar, en Gijón, abre de nuevo

El museo de sitio Ciudadela de Celestino Solar, en Gijón, abre de nuevo

Se recupera así, su destacado carácter único en la oferta cultural de la ciudad de Gijón y su valor indudable como institución dedicada a reivindicar la historia del hábitat obrero asturiano.

En los últimos meses, ya bajo la gestión del Museo del Ferrocarril de Asturias, dependiente de la Fundación Municipal de Cultura, Educación y universidad Popular del Ayuntamiento de Gijón/Xixón, se han llevado a cabo en la Ciudadela importantes obras de reparación y mejora del recinto y las edificaciones.

Se han ejecutado nuevas cubiertas, saneamiento en solados y paramentos, sistema eléctrico, iluminación, impermeabilización, fontanería, pintura, y otros trabajos. Por otra parte, se ha rediseñado enteramente la museografía del espacio, con nuevos contenidos en sus exposiciones permanente y temporal, a las que se une, como gran novedad, una cuidadísima recreación de una vivienda obrera.

 

 

La Ciudadela de Celestino Solar se había inaugurado inicialmente en abril de 2003 como museo de sitio con la finalidad de dar a conocer, a través de este modelo de vivienda, las condiciones de vida de la clase obrera gijonesa desde fines del siglo XIX hasta el último cuarto del siglo XX.

 

OBRA CIVIL

 

Una vez asumida desde el Museo del Ferrocarril la gestión de la Ciudadela de Celestino Solar en 2016, la primera de las tareas que se llevaron a cabo fue la diagnosis de la situación del recinto partiendo de la idea de adecuar, tanto visualmente como en términos de seguridad, el espacio para usos culturales y ciudadanos. Esa adecuación debía ser totalmente compatible con la difusión de su carácter de espacio histórico de habitación obrera. Se trataba de mantener su destacado carácter único en la oferta cultural de la ciudad, aunado con la mayor calidad para uso comunitario. Para poder programar las obras precisas posteriores para completar todos los trabajos, se encargó un detallado informe de patologías constructivas y obras recomendadas, tarea fundamental para tener una idea de todas las obras imprescindibles, y especialmente cumplimiento de todas las normativas.

Por otra parte, para disponer de todos los datos precisos para el posterior uso comunitario del recinto, se redactó por el servicio  municipal de prevención el Plan de Autoprotección y Emergencia. Con este documento se dispuso de datos como los de aforos máximos, evacuaciones, seguridad pasiva, etc.  que eran imprescindibles para ejecutar los usos posteriores en las debidas condiciones de seguridad. Las obras se llevan a cabo en dos fases.

 

Primera fase

 

La primera fase de actuaciones incluyó los primeros trabajos inaplazables de reparación y adecuación. Así, desde marzo a junio de 2016 se acometieron diversas tareas urgentísimas en todo el recinto, incluidas los viales, los espacios exteriores de ambos patios, las ruinas y los edificios reedificados. Entre ellas cabe destacar una primera limpieza de cubiertas de edificios afectadas por vegetación, así como la limpieza y el tratamiento de humedades y pintura en los muros en las zonas más deterioradas, así como en los paramentos interiores. Por otra parte se llevó a cabo el desbroce y limpieza general de solados y patios. En el mismo sentido, con el fin de activar los usos del recinto desde el primer momento, en paralelo con los anteriores trabajos, en 2016 quedó instalada en tres de las viviendas la exposición “Urbe II: La construcción histórica de la ciudad de Gijón”.

Además, a través del recorrido por la propia ciudadela y por los materiales de dicha exposición, el Departamento de Programas Educativos de la FMC E y UP desarrolló talleres y actividades complementarias para escolares, tratando la industrialización y la vivienda obrera, la cuestión social y los cambios urbanos en la ciudad. Para garantizar la conservación del espacio y que el mismo mantuviese la oferta con la calidad exigible a su carácter, se procuró la atención y seguridad de los visitantes así como la custodia de las instalaciones con la dotación de un servicio de atención al público en horario de mañana y tarde así como la adquisición de diverso mobiliario, audiovisuales y rotulación exterior.

 

Segunda fase

 

La segunda fase de obras incluyó el resto de trabajos de reparación y mantenimiento.

Todas estas tareas incluyeron trabajos de albañilería, madera y pintura que ejecutó personal Plan de Empleo bajo la supervisión de técnicos del Plan y del Museo del Ferrocarril. En resumen los trabajos consistieron en tratamientos de paramentos, reparación de desconchados, fratasado, enlucido, limpieza de sillería con medios manuales y mecánicos, impermeabilización, rascado, pasivado, pintura, eliminación de madera en fachada de edificios, tapiado de algunas ventanas y reconstrucción de otras de manera más acorde con la realidad histórica, tratamientos de solados con reparación de baldosas e instalación e otras recuperadas, renovación de arquetas, rejuntado, reparación de canaletas, impermeabilización, desaguado, tratamientos especiales de desherbado, eliminación de maderamen de pasillo de entrada, eliminación de riesgos por deslizamiento, tratamientos de cubiertas con la reparación de canalones y bajantes, sellados, colocación de tejas y retejado, eliminación de colonias parásitas, trabajos en madera bajo cubierta, hidrófugos, recolocación de mobiliario urbano, mejoras en muros de piedra interiores y medianeros, sellado de fugas de agua, de prevención de humedades, sellado de filtraciones y preparación e instalación de mobiliario expositivo.

Además, se llevó a cabo por empresas externas la modificación de la portería metálica de acceso para facilitar la evacuación y permitir la ampliación del aforo que posibilite el uso del recinto para eventos y otros usos comunitarios, la adecuación y reparación del sistema eléctrico y mejoras de acometidas, iluminación ambiental y expositiva y la instalación de un sistema de alarma y circuito cerrado de vigilancia.

 

intervención museográfica

 

Además de las obras necesarias para reparaciones, la tarea fundamental en estos meses se centró en el proyecto de intervención museográfica del espacio. Dentro de este proyecto se encontraba la actualización y adaptación de los contenidos museográficos y de los elementos preexistentes a nuevas ubicaciones y al discurso ampliado que se planteaba. Investigación para la ampliación de contenidos A finales de 2016 se inició un nuevo período de investigación conducente a dotar a la ciudadela de nuevos contenidos museográficos. En este sentido, se retomó la búsqueda de documentación en archivos y hemerotecas, labor, esta última, que las recientes digitalizaciones de fondos han facilitado.

En este sentido se ha profundizado en la caracterización de la familia González-Solar, promotora y propietaria de la ciudadela, y también se han completado algunas lagunas existentes en la historia de la misma y de la manzana en la que se inserta, desde los años cuarenta hasta los ochenta del siglo XX.

Se retomaron las entrevistas a antiguos vecinos para conocer detalles relacionados con el interior de las viviendas (muebles y ajuar) para documentar la recreación de una de las casas. Así mismo se recogieron cesiones de nuevas fotografías por parte de los vecinos. Nuevos contenidos Se decidió dotar a la ciudadela de unos nuevos contenidos museográficos. Para ello se intervino en los siguientes espacios: ·         Pasillo de entrada: A ambos lados del mismo se instalaron paneles con diferentes dibujos de gran formato de los distintos espacios de la ciudadela, desde el pasillo de entrada hasta el interior de una de las casas, realizados por el dibujante Neto.

·         Patio grande: Paneles exteriores de contextualización de la ciudadela en el marco general de la industrialización asturiana y gijonesa y en el específico de la vivienda obrera. Se trasladan desde su ubicación en el patio pequeño, al patio grande y se dotan de nuevos contenidos.

·         Cambio de las circulaciones. La nueva ubicación de los paneles en el patio grande dirige el recorrido desde el pasillo hacia la izquierda donde se sitúa la información general para pasar al patio pequeño.

·         Exposiciones temporales. Dos salas destinadas a exposiciones temporales en las viviendas sin tabicar del volumen de viviendas reconstruido en el patio pequeño. En ellas se ha instalado una muestra sobre la vivienda obrera en Asturias, comisariada por las especi9alistas en vivienda obrera en Asturias Nuría Vila y María Fernanda Fernández

·         Exposición permanente sobre la propia ciudadela en la casa nº 2 del patio pequeño.

·         Recreación del interior y exterior de una de las viviendas hacia los años cincuenta del siglo XX en la casa nº 1. Ha implicado la reconstrucción de la propia vivienda y la dotación completa de mobiliario de época y ajuar. Una de las bases que ha regido todas las actuaciones fue la de remarcar el contraste entre el aspecto y características de la vivienda que se recuperó en su morfología en el momento de habitación, con el resto de las viviendas que mantienen una estructura similar a la histórica pero que se adecúan a una mera utilización expositiva.

El resto del espacio mantiene un uso polivalente, de tal manera que los choques visuales y de uso reafirman el mensaje a transmitir, y permiten que el espacio cobre una mayor calidad para uso cultural y ciudadano.Paneles exterioresSe ha actualizado su discurso, con un cambio de ubicación que pretende que todos los espacios de la Ciudadela tengan un tratamiento museográfico similar, permitiendo, además, la creación de un nuevo recorrido que va de los aspectos más generales, a los absolutamente particulares.

 

Exposición permanente: La ciudadela de Celestino Solar 1877-1977

 

Una pequeña exposición permanente explica ahora el significado y  la historia de la Ciudadela de Celestino Solar, que permite al visitante comprender y contextualizar el espacio. La exposición busca responder a las principales preguntas que se plantean, a través de un relato de la historia de la ciudadela en el que estén presentes todos los actores, dando respuesta a quién lo construyó y con qué intenció, cómo se construyó y qué cambios sufrió, quiénes fueron sus habitantes y qué significó para los vecinos vivir en ella.

Por otra parte, se llevó a cabo la adecuación de los recursos expositivos y de difusión existentes mejorando cartelas, paneles y soportes e incidiendo singularmente en la iluminación ambiental y expositiva, primando la calidad visual y la efectividad, junto con el obvio respeto medioambiental y ahorro energético.

 

Recreación de una vivienda

 

Una de las actuaciones más llamativas ha sido, sin duda, la adecuación histórica de una de las viviendas mediante objetos y muebles en base al proyecto de recuperación del aspecto de la misma hacia los años 40 del siglo XX. Estos trabajos incluyeron también una completa reforma de albañilería, pintura y carpintería para recuperar el aspecto de una de las viviendas, según muestran las investigaciones históricas realizadas. La dotación de mobiliario y ajuar, gracias esencialmente a objetos donados por varios benévolos, completa el espacio recreado, que permite conocer como era la vida cotidiana de las familias que habitaron estas casitas en los duros años de la posguerra.  

 

LA VIDA EN LAS CIUDADELAS

 

Las ciudadelas fueron habitadas por la clase obrera gijonesa a finales del siglo XIX y durante gran parte del siglo XX. En Gijón llegaron a documentarse más de doscientas, siendo la más representativa la de Celestino Solar. Construida en 1877 en la calle Capua, estaba formada por 23 casas y permaneció habitada durante más de un siglo. El desarrollo industrial de Gijón comienza a ser un proceso consolidado a partir de 1875. Surgirá entonces el problema de la escasez de vivienda, que fue adquiriendo mayor importancia a medida que avanzaba el siglo XX. Como respuesta a la necesidad de alojamiento de la clase obrera, nació un tipo de vivienda que se extendió por toda Europa e inundó algunas zonas de Gijón, como es el caso del barrio de El Arenal.

Se trataba de las ciudadelas, un modelo que agrupaba varias casas dentro de un patio o cercado, sin fachadas a la calle y con retretes colectivos. Estas casas, promovidas por particulares, eran ocupadas en régimen de alquiler por las clases populares. Las condiciones de habitabilidad eran muy deficientes: las casas no tenían agua corriente ni alcantarillado. Además, la baja calidad de los materiales constructivos y la escasa ventilación hacían de la humedad un grave problema que incidía en la propagación de enfermedades respiratorias entre sus habitantes.

Estas casas estaban habitadas por el matrimonio, los hijos –entre dos y cuatro-, y los padres de alguno de los cónyuges. El número de mujeres solas, viudas o solteras con hijos, era muy alto. En algunos casos, llegaron a compartir un espacio de treinta metros cuadrados hasta once personas. La mayoría de los hombres trabajaban como albañiles, obreros en fábricas y talleres o artesanos. Las mujeres viudas y solteras –también las casadas- estaban obligadas a trabajar.

El jornal femenino, más que un ingreso extra, resultaba imprescindible en los momentos de desempleo de los hombres. La vida de los habitantes de la ciudadela de Celestino Solar no era fácil, ya que el salario familiar apenas alcanzaba para cubrir las necesidades básicas. Los momentos de asueto eran escasos y el ocio casi inexistente. La ciudadela de Celestino Solar fue habitada por una cien personas que compartían cuatro retretes, dos en el patio grande y dos en el pequeño. Todos vivían a la vista de todos y se conocían desde siempre. La solidaridad entre vecinos se manifestaba en los momentos difíciles, aunque también eran frecuentes los conflictos de la vida diaria que surgían, en general, por las labores de limpieza comunes. Nunca hubo agua corriente. Las mujeres y las niñas hacían varios trayectos al día, cargadas con cubos, hasta la fuente más cercana, situada donde ahora se encuentra el centro comercial San Agustín.

A mediados de los años cincuenta, tras las reiteradas protestas de los vecinos, se colocó una fuente en el patio grande. En la calle Capua hubo un lavadero entre 1889 y 1893, pero después de esta fecha, las mujeres tenían que realizar la colada en el lavadero de Los Campos, en la calle Alarcón. Las compras se hacían en los comercios de ultramarinos de la zona. Se compraba a crédito y se pagaba el día de cobro, o en pequeñas cantidades cada semana.

La alimentación consistía básicamente en potaje para la comida. Sólo se consumía carne en el cocido de los domingos. La merienda de los niños consistía en las natas de la leche del día con algo de azúcar, a veces manteca y pan, o una onza de chocolate. La forma de vida dentro de la ciudadela evolucionó muy poco desde su creación en 1877 hasta la segunda mitad del siglo XX. En este momento comenzó a ser deshabitada y su población fue trasladándose hacia los nuevos barrios obreros de la ciudad EN Pumarín, El Llano o Contrueces.

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