Presidente Asturias: "Apostar por el turismo es apostar por el desarrollo económico de Asturias"

Presidente Asturias: "Apostar por el turismo es apostar por el desarrollo económico de Asturias"

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, JAVIER FERNÁNDEZ  

 

Visité por primera vez esta Feria Internacional de Turismo en 2013. Fue mi debut en este escenario tan particular, con su arquitectura de estands, sembrado de folletos y eslóganes,  todos invitando al infinito viajar, conocer, probar y los demás verbos que conjugan los turistas. Es un territorio amable, agradable para las visitas, pero al tiempo muy competitivo. Los países, las comunidades autónomas, los ayuntamientos, todos trabajamos para sobresalir y ofrecernos como destino. Aquí ofertamos y pujamos, igual que en un mercadillo. Recuerdo que en aquel momento, en  una de las fases más agudas de la crisis, propuse algunos objetivos. Entre ellos, que el turismo recuperase el listón del 10% en la aportación al Valor Añadido Bruto (VAB) de Asturias. Recuerdo también que hubo quienes me reprocharon poca ambición. Ahora resulta cómodo darles la razón, pero en aquel momento no había grandes alicientes para el optimismo.

Dos datos para hacer memoria: el desempleo sumaba cerca de seis millones de personas y la tasa de paro superaba por primera vez el 25%[1]; el PIB, por su parte, se había contraído un 2,9% durante 2012. La recuperación progresiva de los indicadores económicos empezó al año siguiente, en 2014. Desde entonces, esa mejora también se ha hecho patente en la actividad turística. Aunque aquí quizá sea más apropiado invertir el orden de los factores: ha sido el empuje del turismo el que ha contribuido notablemente a la remontada. Ciertamente, ayudado por una coyuntura favorable, mezcla de tipos bajos de interés e inestabilidad en destinos competidores. Esa suma de factores que explica el auge de los últimos años también ha beneficiado al turismo en Asturias.

Hasta tal punto que el horizonte fijado hace un lustro empieza a quedar muy atrás. Según los últimos cálculos, la actividad turística contribuyó con un 10,7% al VAB del Principado durante 2017. Estamos ya más cerca de otro listón, el 11%, que de la meta anterior. En cuanto a los puestos de trabajo, los ligados al sector superan el 12% del empleo regional.La inmediatez y la fugacidad son rasgos acusados de nuestra sociedad. Todo ocurre tan rápido y atropellado que el olvido es un destino obligado.

Tal vez esto explique en parte la escasa atención que se concede al éxito turístico continuado de Asturias. Lo estamos viviendo como si fuese normal, cuando se trata de una realidad excepcional que encadena récord tras récord. Llevamos tres ejercicios consecutivos con más de dos millones de visitantes, una cima casi inaccesible hace muy pocos años. Fijémonos en los números de 2017, que superan todos los precedentes. Desde enero a noviembre, ya habíamos superado los 2,2 millones de visitantes del año anterior. En esos once meses las estancias habían aumentado un 5,7% y la cantidad de turistas un 4,9% respecto al mismo período de 2016. Quienes están más concernidos saben qué importante es para el mercado asturiano haber logrado elevar un 5% la afluencia de turistas extranjeros, cuando la captación de visitantes de otros países es una constante –o una obsesión, si quieren decirlo así- de nuestras campañas promocionales. El buen momento del aeropuerto de Asturias es otra evidencia que refuerzan los anteriores. En 2017 sumó más de 1,4 millones de pasajeros, el tercer registro más elevado de su existencia.

En el capítulo de los vuelos internacionales, el porcentaje de crecimiento se dispara al 21,4%, hasta alcanzar la cantidad de 238.812 viajeros, la mayor de toda la historia del aeropuerto. Acabo con los números y porcentajes. Con el despliegue anterior quiero subrayar que estamos viviendo ejercicios turísticos muy buenos, rotundamente buenos.

A veces sospecho que estamos tan condicionados por el pesimismo que nos sonroja alegrarnos por que las cosas vayan bien. Porque, en efecto, el sector turístico va  muy bien. Reconocerlo no tiene por qué avergonzarnos, y menos cuando el mérito es colectivo: de los empresarios, de los hoteleros y hosteleros, de las agencias, de los restauradores, de los ayuntamientos, en fin, de todos los agentes e instituciones que están y estamos contribuyendo a esta época dorada del turismo en Asturias. Incluyo al Gobierno del Principado porque algo cuentan también sus esfuerzos.

La ampliación de la oferta de vuelos, con la ambición incluida y declarada de añadir nuevos destinos; el Programa de Turismo Sostenible 2020; la adaptación a nuevas realidades, con la regulación de las viviendas para uso turístico… Todas esas acciones están contribuyendo a la expansión del sector, que se ha convertido en un importante motor de nuestra economía.

El Gobierno del Principado tiene clarísimo que apostar por el turismo es apostar por el desarrollo económico de Asturias; lo tiene claro y presente todo el año, como prueba la gavilla de políticas que acabo de nombrar. No obstante, para que no me tachen de triunfalista ni de propagandista, oficios para los que tengo nula habilidad, déjenme insistir en una opinión que he utilizado en este mismo certamen: los trofeos están bien para adornar las vitrinas, allí donde destellan detrás de los cristales; cara al futuro, son inútiles. Como los fanales de popa, sólo iluminan lo que ya queda atrás. Por lo tanto, nada de conformismo, sino todo lo contrario. Ha llegado el momento de, con toda prudencia y con todo realismo, volver a plantearnos nuevas fronteras para nuestro desarrollo turístico. 

Porque, además, podemos y debemos estar en vísperas de un año muy importante. En 2018 concurren circunstancias excepcionales –vuelvo a elegir este adjetivo porque realmente son circunstancias fuera de lo común-  que estamos obligados a aprovechar para acelerar el crecimiento del sector y, dicho al modo que ahora se estila, para consolidar  la marca Asturias en el mercado nacional e internacional. Es la ocasión perfecta para hacerlo. Planteémonoslo como un desafío. Utilizo el plural porque ese deber no es exclusivo del Gobierno de Asturias; la tarea atañe también a los empresarios, los ayuntamientos, los medios de comunicación, la Universidad y hasta la Iglesia. No se sorprendan de esta apelación.

Cada cual tiene su responsabilidad y, desde luego, el Gobierno del Principado asume la suya, con la Consejería de Empleo, Industria y Turismo en primer lugar. Esos acontecimientos que coinciden este ejercicio son los siguientes: 

-En 2018, Asturias será la capital de la España Verde, la marca que aúna al Principado, Galicia, Cantabria y el País Vasco. Esa responsabilidad multiplicará nuestra presencia en certámenes y actos, con la promoción de los caminos de Santiago del Norte, declarados Patrimonio de la Humanidad, como uno de los objetivos principales. Pensemos que pronto vamos a beneficiarnos de la celebración del Xacobeo 2021 y conviene exprimir el tiempo que media para afianzar las condiciones que nos permitan aprovecharlo al máximo. La modalidad de turismo rural, en la que el liderazgo de Asturias se ha visto consolidado durante los últimos años, también se verá beneficiada por estar al frente de la España Verde. 

- En junio, acogeremos el II congreso mundial sobre destinos turísticos inteligentes, que reunirá a más de 500 profesionales de una veintena de países y que contribuirá notablemente a la promoción internacional de Asturias. El uso de las nuevas tecnologías es una condición sine qua non para sobrevivir en la competencia turística, y también aquí estamos demostrando que sabemos hacerlo bien.  

-Y, por supuesto, está el triple centenario de Covadonga. Coinciden tres efemérides: una, el centenario de la coronación canónica de la Virgen de Covadonga, que se ciñe al ámbito religioso; otra, el primer siglo del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, origen del hoy Parque Nacional de los Picos de Europa; y, por último, los 1.300 años de los orígenes del Reino de Asturias, que también toma el lugar de Covadonga como referencia germinal. La idea de Covadonga como nuestra montaña mágica está anclada de forma más o menos consciente en el ser de Asturias.

La confluencia de esos centenarios da pie a muchas reflexiones. Este acto no es el lugar adecuado para darles vuelo; imaginemos, sólo, que emoción identitaria desbordaría a cualquier nacionalista si las tuviese a mano, si pudiese exhibir semejantes credenciales a ojos del mundo: un reino con trece siglos de andadura, un lugar elegido para la fe y la supuesta intervención divina, una naturaleza prodigiosa que dio lugar a la formación del primer parque nacional de España y segundo del mundo, todo junto en el mismo año… ¿qué no argumentarían, que no ensoñarían con semejante caudal de acontecimientos? Pero no estoy señalando ese camino, ni siquiera de manera esquinada.

Lo que estoy diciendo es que debemos convertir esa coincidencia en una triple ventana para dar a conocer Asturias a España y al mundo. Como los tres arcos de Santa María del Naranco que sirvieron para forjar el eslogan de Asturias, paraíso natural, esta triada de acontecimientos compone, insisto, una triple ventana de oportunidad que remite a nuestra historia y a la belleza espectacular de nuestra naturaleza, por no adentrarme ahora en explicar hasta qué punto esa trayectoria histórica iniciada con los primeros reyes de la monarquía asturiana explica que la fortísima identidad de nuestra comunidad autónoma sea inclusiva, nunca excluyente. 

Para hablar de todo eso habrá tiempo y sobrarán oportunidades los meses próximos. Ahora mismo, en este acto, me limito a insistir en la relevancia de esos centenarios para el despegue turístico de Asturias. Estamos ante una ocasión tan grande que nos medirá, que pondrá a prueba nuestra capacidad colectiva. Yo estoy seguro de que, a poco que colaboremos, vamos a superar el desafío. Hagamos de 2018 un año excepcional para el turismo asturiano.

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