Más de 5.000 personas han muerto en 2017 en todo el mundo cuando trataban de emigrar en busca de una vida mejor. De ellas, más de 3.000 personas se han dejado la vida en el mar Mediterráneo, intentando alcanzar territorio europeo y son al menos 206 personas las que han muerto frente a las costas españolas. Esta es la cara más cruda, más dramática de las migraciones, la que revela que vivimos en un mundo lleno de muros, fronteras, barreras para las personas que legítimamente deciden cambiar su lugar de residencia para conseguir mejores condiciones de vida para ellas y sus familias.
Desde Accem, en el Día Internacional de las Personas Migrantes, queremos decir una vez más que es la ausencia de vías seguras y legales lo que obliga a tantas personas a emprender su viaje en condiciones en las que muchas veces se juegan la vida. Es el motivo que lleva a decenas de miles de personas a ponerse en manos de traficantes desaprensivos que encuentran un espacio de negocio y abuso en su urgencia y desesperación.
Las fronteras se han convertido en territorio en el que los derechos humanos no están garantizados. La lista de la vergüenza es demasiado amplia: naufragios y desaparecidos en pequeños trayectos que no deberían entrañar ningún peligro; cadáveres de seres humanos llegando a las orillas de las playas de todo el Mediterráneo; lanchas neumáticas atestadas de personas y barcas de juguete frente a la inmensidad del mar; menores practicando el ‘risky’ en los puertos de Ceuta y Melilla para intentar entrar como polizones en los barcos que parten hacia la Península; violencia sexual contra las mujeres y trata de seres humanos durante todo el viaje migratorio; vallas y concertinas, cada vez más altas, cada vez más lesivas; personas encajadas en habitáculos imposibles en el interior de vehículos que intentan sortear las fronteras; motos acuáticas cuyos pilotos no dudan en abandonar a sus pasajeros, personas migrantes, en mitad del mar si se ven en riesgo de ser atrapados por las patrulleras fronterizas, etc. No termina nunca esta lista.
Hoy es 18 de diciembre, Día Internacional de las Personas Migrantes y nos gustaría poder hablar más de los retos de la integración social, de la riqueza que ofrece a nuestra sociedad su magnífica diversidad; de la importancia de la aportación de nuestros nuevos vecinos y vecinas, que se instalan en nuestros pueblos y ciudades con la mochila llena de ilusión, esperanzas y ganas de construir una vida mejor.
La realidad que vivimos, sin embargo, nos obliga a denunciar que un año más seguimos igual, con las fronteras cerradas y las personas sin alternativas, jugándose la vida en rutas cada vez más peligrosas. Seguimos con la política de deportaciones forzosas, con la privación de libertad para quienes solo han cometido la falta administrativa de encontrarse en situación irregular; seguimos con las llamadas ‘devoluciones en caliente’, que han sido desacreditadas por instancias internacionales como el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos o el Subcomité para la Prevención de la Tortura de Naciones Unidas; con la firma de acuerdos en materia migratoria con países que no garantizan el respeto de los derechos
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humanos, como Libia y Turquía; seguimos destinando fondos de cooperación a proyectos de control fronterizo; seguimos con la política de criminalización y persecución a las personas y organizaciones que intentan ayudar a la gente que se juega la vida en el mar.
Desde Accem volvemos a expresar la necesidad de que se protejan y se garanticen los derechos humanos en las fronteras, donde las vulneraciones de los derechos fundamentales, como hemos visto, son constantes. Volvemos a defender el establecimiento de vías legales y seguras y volvemos a decir que las personas tenemos derecho a emigrar, a buscar una vida mejor y a elegir donde queremos desarrollar nuestra vida.