Al norte de la provincia de León, muy cerca del Puerto de Pajares que sirve de frontera entra ésta y la vecina Asturias, se encuentra el municipio Villamanín. Situado en la montaña central, tiene el privilegio de ver nacer al río Bernesga, uno de los más emblemáticos de cuantos surcan la orografía leonesa.
Perteneciente a la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga, su silueta presenta macizos montañosos que oscilan entre los 1.100 y los 2.200 metros y hermosos valles descritos y admirados por geógrafos y viajeros, extendiéndose hacia el oeste con el río Rodiezmo como compañero de viaje, hasta toparse con la Collada de los Avellanales que da paso a un nuevo valle en el que descansan los pueblos de Casares y Cubillas de Arbas.
Paraíso para los amantes de la escalada, es tierra de cumbres emblemáticas con aroma de leyenda como las conocidas como “Tres Marías” que la forman El Palero (1.893 metros), Las Cangas (1.930 metros) y Los Corros (1.971 metros); al este el Cueto Fontún (1.853 metros) que es un perfecto mirador desde donde vislumbrar la llanura, y al norte la que es conocida por lo alpinistas como la “ruta de los dosmiles” formada por el Cueto Millaró o Brañamalo, y que con sus 2.181 metros es el techo del municipio; el Pico “Tres Concejos” (2.020 metros), llamado así porque es vertiente a Lena, al río Aller y a La Tercia; los “Celleros” (2.035 metros) y “Pisones” (2.050 metros).
El municipio de Villamanín, nacido de la unión de dos históricos Concejos medievales como fueron el concejo de Arbas del Puerto y el de La Tercia del Camino, y de un pueblo de señorío, Busdongo, empezó a escribir su historia muchos siglos atrás. Desde los primeros pobladores, los astures, que dejaron vestigios de la cultura castreña prerromana en el castro de Rodiezmo o en el de Fontún, así como en la “Mina Colón”, explotación de mineral de cobre en el pueblo de Pendilla, que al igual que la Profunda de Cármenes fueron explotadas desde la Edad de Bronce. Luego llegó el Imperio Romano con sus calzadas, castros y puentes como la vía de “La Carisa” o el puente de Villanueva de la Tercia, remodelado en la Edad Media, para dar paso al medievo que trajo consigo las rutas de peregrinación como el Camino de San Salvador y la construcción de edificios destinados a dar comida y descanso a los cansados peregrinos.
EL CAMINO DE SAN SALVADOR
Una antigua canción atribuida a los peregrinos franceses decía que “Quién va a Santiago y no va al Salvador, visita al criado y deja al Señor”. Por todos es sabido que el Camino de Santiago ha jugado un importante papel en la construcción cultural de Europa, y dentro de éste, el Camino Francés es la vía de peregrinación a Compostela más conocida y transitada de cuantas existen en la Península Ibérica. De entre todas las rutas secundarias de peregrinación una de ellas es el Camino de San Salvador que discurre por el municipio de Villamanín antes de entrar en tierras asturianas. Es un recorrido histórico, cultural y religioso que se abre paso entre paisajes espectaculares con un íntimo contacto con la naturaleza. A pesar de que el Camino Francés tuvo siempre más importancia que el resto, las peregrinaciones a Oviedo protagonizaron gran parte de la devoción jacobea medieval, instaurándose desde el principio un camino, que partiendo de León, permitía a los peregrinos visitar las valiosas reliquias que se custodiaban en la Cámara Santa de la catedral ovetense y que fueron objeto de devoción desde la Alta Edad Media. De esta manera, San Salvador de Oviedo se convierte en el segundo centro de peregrinación medieval más importante, y la ruta por el Puerto de Pajares una alternativa al Camino Francés.
Partiendo de la capital del antiguo Reino de León, la ruta camina paralela al río Bernesga buscando su nacimiento, y entra en el municipio de Villamanín por el pueblo de Poladura de la Tercia, uno de los más antiguos del Valle de Arbas.
Cuenta la tradición que un pastor de Poladura encontró en un paraje del vecino pueblo de Casares una imagen de San Cipriano, y para decidir donde se colocaría definitivamente la talla decidieron que dos bueyes, uno de cada pueblo, arrastrarán un madero y el pueblo del ganador que quedaría con ella. Ganó el buey de Poladura y en honor al santo se levantó un monasterio de factura medieval y traza mozárabe, del que desgraciadamente no se conserva nada. Las referencias a dicho monasterio se generalizan a partir del siglo XI, atribuyéndole una función relacionada con la atención a los peregrinos.
El camino deja atrás el pueblo e inicia el ascenso al Collado El Coito, hasta llegar al Alto de Los Romeros donde se encuentra la Cruz del Salvador. Pasada ésta, la ruta sigue ascendiendo hasta alcanzar el Canto de la Tusa, que con sus 1.570 metros es el punto más alto del Camino de San Salvador. Continua hacia Arbas por la Sierra del Cuchillo, desde donde se puede disfrutar de unas increíbles vistas de toda la cordillera, así como de Arbas del Puerto y de su magnífica colegiata.
COLEGIATA DE SANTA MARÍA DE ARBAS
Este templo, único en su genero, es fruto de la unión del románico asturiano con el zamorano y el leonés. Declarado Bien de Interés Cultural en 1931, se trata de una construcción en la que su exterior se caracteriza por la sencillez de sus líneas, tratándose de un románico tardío, pero que se acerca a la estética cisterciense, e incluso gótica, como demuestra la decoración vegetal de muchos de sus capiteles. El interior es una delicia para la vista, sobresaliendo por su armonía, perfección y virtuosismo estético.
Tiene sus orígenes en torno al año 1092 con el asentamiento de una comunidad de canónigos regulares de San Agustín, cuya misión era dar cobijo y alimento a pobres y peregrinos que se dirigían por los Montes Ervaseos a venerar las reliquias de San Salvador. Fue en el siglo XII cuando el conde leonés Fruela Díaz donó unas tierras para que esta comunidad levantase un hospital de peregrinos y, así, poder atenderlos debidamente. Posteriormente, en el siglo XIII, el rey Alfonso XI manda construir junto al albergue el templo que podemos admirar en la actualidad.
Saqueada la iglesia durante la guerra civil, la imagen original de la Virgen fue pasto de las llamas. A lo largo de la historia ha sufrido numerosas intervenciones y restauraciones, siendo la última la realizada en el año 1963 por el arquitecto Luís Menéndez-Pidal, cuyos restos mortales descansan en el muro septentrional de la colegiata.
VÍA ROMANA LA CARISA
Debe su nombre a Publio Carisio, legado del emperador César Augusto en Lusitania y fundador de Emérita Augusta, la actual Mérida. Tuvo un protagonismo activo en diferentes episodios de las Guerras Cántabras como fue la toma de la ciudad de Lancia, en las proximidades de León, y estuvo al mando de las legiones en el sitio del Monte Medulio, así mismo participó en la conquista de las Asturias transmontana, la actual Asturias, abriendo con sus legiones una vía de entrada a través de las montañas de la Cordillera Cantábrica, la Vía de la Carisa, calificada como uno de los trayectos romanos más espectaculares del norte de España. Esta calzada, que se caracteriza por su valor histórico, pero también medio ambiental y paisajista, permita descubrir bosques de hayedos y acebos, nos acercará a fuentes de aguas frescas, y si hay suerte se podrán admirar rapaces y mamíferos que normalmente no se dejan ver. Poco antes de adentrarse en la vertiente asturiana se encuentra el campamento romano conocido como LLagüezos, que ocupaba una extensión de 5 hectáreas y que se cree que podría albergar a media legión romana, y donde fueron encontrados una moneda romana, un denario de plata acuñado entre los años 90 y 89 a.C., además de regatones de jabalina, puntas de tiendas de campaña y otros elementos bélicos. Aunque la calzada no es posible recorrerla por estar invadida por el bosque, si es posible subir hasta el campamento romano. Para ello hay que acercarse hasta el pueblo de Pendilla, donde una pista forestal asciende hasta el emplazamiento, siendo recomendable hacerlo a pie o en todoterreno, aunque también la bicicleta es una opción posible.
OTROS ATRACTIVOS DE LA TERCIA Y ARBAS
Como complemento a esta experiencia cultural, los pueblos de La Tercia y Arbas ofrecen otras posibilidades. En Casares de Arbas y Villamanín de la Tercia existen dos colecciones etnográficas con aperos, indumentaria, útiles y fotografías que muestran como eran los modos de vida en estos valles hasta no hace mucho tiempo. Para visitar el primero es necesario llamar al teléfono 987 698 266, y para la de Villamanín los teléfonos son los siguientes: 987 598 249 / 987 233 822 / 666 190 849. En Viadangos de Arbas la antigua lechería comunal, cerrada en la década de los sesenta, se ha convertido, gracias al empeño de los vecinos, en un singular museo donde se expone la maquinaría utilizada para fabricar, principalmente, manteca.
Visitar los pueblos que forman el municipio de Villamanín significa descubrir un número importante de iglesias y ermitas, características del arte popular leonés y construidas entre los siglos XVIII y XIX. Además de algún ejemplo de la arquitectura popular de la zona, se pueden encontrar buenas muestras de nobleza e hidalguía en forma de casas blasonadas y escudos en los pueblos de Arbas del Puerto, Busdongo, Camplongo de Arbas, Casares de Arbas, Pendilla de Arbas, Rodiezmo de la Tercia, San Martín de la Tercia, Ventosilla de la Tercia y Viadangos de Arbas.
Si se opta por visitar esta zona de la geografía leonesa durante el próximo Puente de la Constitución hay un dato que es importante tener en cuenta, es la celebración de las XXVII Jornadas Gastronómicas, donde es posible disfrutar de alguno de los productos más característicos y sabrosos de La Tercia y Arbas. Deliciosos embutidos curados de la manera más tradicional y aprovechando el frío de las montañas, a los que hay que añadir otras delicias como la morcilla, la costilla o la lengua, así como la caldereta de cabrito o cordero, todo ello regado con vinos de León. Numerosos son los establecimientos que se suman a estas jornadas, donde por el módico precio de 20,00 € se pueden degustar todos estos productos típicos.
Imágenes del Camino de San Salvador cedidas por: José Antonio Cuñarro.
Imágenes del Campamento Romano y Vía Romana de La Carisa cedidas por: Esperanza Martín.
Resto de imágenes y texto: Cardinalia Comunicación