Sanidad actualiza el Código ictus para incluir a más pacientes, reducir las secuelas de la enfermedad y mejorar la equidad territorial
- Se suprime el límite de edad de 80 años y se amplía a seis horas el plazo máximo recomendable para la activación del protocolo
- El Sespa implantará el programa Teleictus en las áreas de Jarrio, Cangas del Narcea y Arriondas para facilitar una valoración temprana por especialistas mediante el empleo la telemedicina
La Consejería de Sanidad ha actualizado el Código ictus con el fin de suprimir el límite de edad, fijado hasta ahora en los 80 años, y ampliar a seis horas el plazo máximo recomendable para la activación del protocolo. Con estos cambios, se adapta al triple objetivo de atender a un mayor número de pacientes, reducir las secuelas que se producen tras un accidente cerebrovascular, mayores cuanto más se demora la intervención, y mejorar la equidad territorial.
Estas son las principales novedades del protocolo que entrará en funcionamiento en el primer trimestre de 2018, una vez se actualice la formación de los profesionales sanitarios y se cuente con las infraestructuras técnicas y los recursos necesarios. La directora general de Planificación Sanitaria, Concepción Saavedra, ha presentado hoy estos cambios junto con el jefe de Neurología del HUCA y coordinador del grupo de trabajo que ha llevado a cabo la actualización, Sergio Calleja, y el responsable de Calidad de la Consejería de Sanidad, Bernabé Fernández.
El Código ictus es un protocolo de atención urgente que permite la rápida identificación, notificación y traslado de los pacientes afectados por un caso agudo para asegurar su acceso a un centro de referencia en accidentes cerebrovasculares en el menor tiempo posible. Este sistema requiere de una estrecha coordinación entre la red de atención primaria, los servicios de emergencias médicas, los hospitales comarcales y los de referencia de ictus.
El protocolo actual se remonta a 2005, con una última actualización en 2013, e incluye dos tipos de intervenciones basadas en la mejor evidencia científica disponible entonces: un tratamiento farmacológico para disolver el coágulo (fibrinolisis intravenosa) y la intervención quirúrgica para la retirada del coágulo (trombectomía mecánica). Cuando se implantaron, se consideraba que la ventana temporal en la que estos tratamientos resultaban más eficaces era de 4,5 horas y que los riesgos superaban a los beneficios en personas mayores de 80 años. Desde 2015, se ha demostrado que la trombectomía mecánica es una técnica eficaz y segura, con mejores resultados que la fibrinolisis y con criterios más amplios de aplicación, por lo que se consideró necesario adaptar el protocolo a estas nuevas evidencias.
La actualización incluye también algunos cambios organizativos en el actual circuito de derivaciones. El HUCA seguirá siendo el centro de referencia para la realización de trombectomías y la unidad de ictus de Cabueñes realizará todas las fibrinolisis del área III (Gijón) y las de municipios próximos del área VI (Arriondas) como Caravia y Colunga. Los pacientes de Parres y Piloña se derivarán directamente al HUCA y los de los concejos más orientales se harán en el propio Hospital Francisco Grande Covián, a través de una consulta de telemedicina con Cabueñes.
Implantación del teleictus
Una de las principales novedades es la implantación de un servicio de teleasistencia en las zonas más alejadas del centro de la región, como son las poblaciones de las áreas I (Jarrio), II (Cangas del Narcea) y VI (Arriondas), que permitirá proporcionar un acceso temprano a la valoración por especialistas mediante el empleo de la telemedicina. Con la puesta en marcha del teleictus se facilitará la comunicación directa entre los centros hospitalarios y los dos de referencia, se acercarán los recursos especializados a los pacientes y se establecerá la indicación de tratamiento de revascularización en los casos identificados como Código ictus, que se podrá realizar en los propios hospitales comarcales, sin demoras innecesarias, con fiabilidad y seguridad.
El objetivo es conseguir que el máximo número de pacientes reciba un tratamiento eficiente y especializado en la fase aguda del ictus, garantizando la equidad en la atención a esta patología.
El ictus es un trastorno brusco del flujo sanguíneo cerebral que altera, de forma transitoria o permanente, la función de una determinada región del encéfalo. En Asturias, tiene un gran impacto en el ámbito sanitario y en el social. Origina unas 900 muertes anuales y es la principal causa de fallecimiento de la población (7% en 2015), la más importante entre las mujeres (8,4%) y la tercera entre los varones (5,5%).
Desde la implantación del Código ictus se observa un aumento progresivo en el número de activaciones anuales, que ha pasado de 117 en 2010 hasta más de 400 de la actualidad, lo que muestra la consolidación del programa en la práctica asistencial.
En Asturias, el tiempo medio de espera desde que se detecta la enfermedad hasta la atención en un centro hospitalario es de dos horas, si bien el proceso que más se retrasa es el que va desde el inicio de los síntomas hasta el contacto con los profesionales, lo que indica la necesidad de mejorar el conocimiento de esta patología por parte de la población.
El ictus es una urgencia neurológica cuya atención en la fase aguda requiere rapidez en detectar los síntomas iniciales, contacto inmediato con los servicios de emergencias y una intervención diagnóstica y terapéutica precoz, ya que cuanto antes se restaure el flujo sanguíneo en las zonas afectadas menor será el daño neurológico adquirido y mejores las opciones de recuperación completa del paciente.
Constituye también el motivo más importante de invalidez o discapacidad a largo plazo en adultos y el segundo de demencia, ocasionando un enorme sufrimiento personal y un ingente coste a la sociedad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad es la primera causa de discapacidad permanente en los adultos y se estima que casi la mitad de los supervivientes (un 45%) tendrá como secuela alguna dependencia funcional.
El establecimiento de sistemas de código ictus ha demostrado ser eficaz, reduciendo el tiempo desde el inicio de los síntomas hasta el acceso a un diagnóstico y tratamiento especializados y aumentando el número de pacientes atendidos en unidades de ictus.