• Greenpeace lamenta el fallecimiento de varias personas en Galicia y Portugal
Galicia, Asturias, León, y el país vecino Portugal están siendo asolados por numerosos incendios. Varias personas muertas, desalojos masivos y miles de hectáreas calcinadas. Todo esto en días posteriores al inminente cierre de las campañas de extinción, ampliadas a última hora por el Ministerio, debido a las altas temperaturas. Decisiones de última hora para un problema ambiental de máxima magnitud.
En el Noroeste ocurren más de la mitad de los incendios del territorio nacional. La Xunta ha afirmado que los incendios son intencionados, focos simultáneos cercanos, iniciados por la noche en situación adversa de temperatura, viento y sequía. Debido a la falta de agua, se han tomado medidas extraordinarias como permitir al sector ganadero que pueda abastecerse de agua de depósitos destinados a la extinción de incendios. Todo un polvorín en una región con una fuerte “cultura” del fuego como herramienta de gestión de ecosistemas.
Los montes no los queman “sólo” pirómanos, éstos representan un porcentaje bajísimo de la causa de incendios. Muchos de los incendios producidos por esa cultura del fuego se producen por quemas ganaderas como práctica “tradicional”, una práctica de carácter delictivo si se produce sin permiso y supervisiónadministrativa. Si, además, se dan en condiciones meteorológicas adversas, provocan fuegos descontrolados constituyendo un problema de seguridad pública. Delito, por cierto, perseguido por el actual código penal (con penas de hasta 20 años de prisión).
Los incendios no se apagan en invierno, como reza el tópico, se apagan cuando se producen que, como hemos visto, puede ser en cualquier época del año. Pero la prevención de los mismos y la mejor gestión de la lucha contra el fuego empieza durante la aprobación de los presupuestos y durante la ejecución de políticas de desarrollo rural que pongan al sector forestal y ganadero en el lugar que le corresponde por su peso territorial. Sobre todo teniendo en cuenta la vulnerabilidad de los países mediterráneos, que son los más expuestos a los incendios debido al cambio climático.
Greenpeace demanda una gestión más activa del paisaje que tienda a la imitación, a pequeña escala, del régimen natural de incendios: a través de las quemas prescritas, explotación forestal, extracción de biomasa para uso energético, ganadería extensiva, etc. Son necesarios ecosistemas forestales y paisajes más resilientes al fuego y a los escenarios del cambio climático. También es necesario un mayor apoyo a las Fiscalías de Medio Ambiente en el esclarecimiento y persecución del delito de incendio forestal, así como la necesidad de que el Gobierno español apruebe una Ley de Cambio Climático y Transición Energética ambiciosa, que tenga como objetivo evitar que las temperaturas globales aumenten por encima de 1,5 ºC.
"Si queremos evitar que sean los grandes incendios forestales los que gestionen el paisaje durante los fenómenos meteorológicos extremos, como estamos viendo estos días, tendremos que actuar nosotros antes de que lo haga el fuego", ha declarado Mónica Parrilla, responsable de la campaña de bosques de Greenpeace. "La inacción nos condena a más, más intensos y más destructivos incendios forestales. Persecución de los incendiarios y gestión del paisaje. No tenemos otra alternativa", concluye Parrilla.
Por este motivo, Greenpeace reclama:
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mayor esfuerzo en la persecución a las personas responsables que queman el monte
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dotar de más medios a las fiscalías de medio ambiente para que se investiguen las causas detrás de los incendios
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colaboración ciudadana para identificar responsables
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campañas de sensibilización ciudadana para el uso de alternativas al fuego
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establecer una política de prevención de incendios forestales que prepare los montes al contexto del cambio climático