Un estudio revela que algunas especies de flores, como las estepas, el tomillo o el romero, explican una parte importante de la distribución y la abundancia de las comunidades de abejas en un entorno mediterráneo. Esta información es muy útil para planificar medidas que frenen los declives en las poblaciones de abejas de los últimos años.
Existen más de mil especies de abejas diferentes en el mundo y no todas hacen miel ni son sociales. Sin embargo, las abejas son el grupo de insectos polinizadores más diverso, numeroso y efectivo del planeta. Por lo tanto, son claves en la preservación de los ecosistemas terrestres. Los primeros resultados del proyecto de investigación LANDPLONET, coordinado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y presentados recientemente en un trabajo coordinado por la investigadora Anna Torné, dan nuevas pistas sobre los factores que afectan su abundancia y distribución en el mediterráneo.
Según los resultados, la fluctuación anual del mercado del polen y del néctar en los matorrales mediterráneos, permite explicar una parte importante de la distribución y abundancia de abejas en el territorio. En determinadas épocas del año, la disponibilidad de polen y néctar desciende considerablemente a la vez que la población de abejas aumenta. En este momento, la competencia por las flores es encarnizada y determinadas plantas en flor resultan claves para asegurar la continuidad de algunas comunidades de abejas.
Por ejemplo, al principio de la primavera, hay muchas flores y pocas abejas, el mercado floral es amplio y las comunidades de abejas se distribuyen donde hay romero (Rosmarinus officinalis) y tomillo (Thymus vulgaris). Sin embargo, hacia abril, estas dos especies vegetales dejan de florecer y el mercado de polen y néctar entra en crisis. Es el mismo momento del año en el que nacen las nuevas abejas y la población aumenta de forma considerable.
Así pues, hay un espacio de tiempo en el que una gran cantidad de abejas busca flores en un entorno en el que prácticamente sólo quedan en flor las estepas (género Cistus) y alguna mata (Dorycnium pentaphillum). Esta situación hace que las estepas se conviertan en el epicentro de la actividad polinizadora. De hecho, los investigadores han comprobado que esta planta es clave y determina parte de la abundancia de abejas en un territorio mediterráneo.
Otros resultados del proyecto también señalan que la masa corporal de las abejas es un factor importante a la hora de determinar su distribución en un territorio. Así, las especies de abejas con mayor masa corporal se reparten de una forma uniforme en el territorio. Estas grandes abejas necesitan sobrevolar el máximo de espacio para encontrar todos los requerimientos energéticos que necesitan. Un ejemplo es el abejorro, Bombus terrestris.
Otras especies de abejas más pequeñas no necesitan volar más de 100 o 200 metros para encontrar recursos y se reparten en unos núcleos concretos que dibujan un mosaico de distribución en forma de manchas. El estudio también concluye que la disponibilidad de recursos para hacer el nido no afecta a la distribución de las comunidades de abejas, pues de forma general son recursos muy abundantes (suelo desnudo, agujeros en la roca, conchas de caracol vacías, etc).
Las abejas son claves para la preservación de los ecosistemas mediterráneos
En el estudio, llevado a cabo en el Parque Natural del Garraf, se han estudiado unos 6.500 individuos correspondientes a 113 especies diferentes de abejas. Del total de abejas, se ha encontrado que 19 especies representaban el 80% de individuos y que el resto se podían clasificar como especies raras. Por otra parte, se han detectado hasta 30 especies diferentes de plantas de las cuales seis producían un 80% de las flores totales existentes.
Tal y como recuerda Anna Torné, una de las investigadoras del proyecto y autora de los primeros resultados "el rol de las abejas como polinizadores es clave en la preservación de los ecosistemas terrestres tal y como los conocemos ahora". Sin abejas no sería posible la reproducción de muchas plantas, la formación de frutos y de semillas. Si este servicio no se realizara, especies que dependen de las flores y los frutos, como algunos animales o insectos, dejarían de existir.
Hoy en día, la aplicación de insecticidas de uso agrícola, las transformaciones incesantes del territorio y la urbanización intensiva provocan la destrucción continua de los hábitats naturales de los polinizadores y de las plantas de las que se nutren. Esto ha hecho que diversos estudios internacionales detectaran fuertes bajadas, a nivel regional y mundial, y que incluso llegaran a hablar de una posible "crisis de la polinización".
Investigación básica con potencial divulgador
El proyecto LANPOLNET, un proyecto de tres años de duración financiado por el MICINN y coordinado por el investigadores del CREAF Jordi Bosch y Anselm Rodrigo, tiene por objetivo medir los efectos de la dinámica de los hábitats sobre las comunidades de plantas y polinizadores.
El proyecto cuenta con un enfoque integrador y diferentes escalas. Entre los hitos del proyecto se encuentra la evaluación de la riqueza de especies -tanto de plantas como de polinizadores- y de su abundancia en fragmentos de hábitat con un tamaño e historia contrastados en los últimos 50 años.
Asimismo, también se propone evaluar el efecto del cambio del paisaje sobre la estructura de las redes planta-polinizador.
Finalmente, el proyecto también contempla una vertiente divulgativa y de fomento de la cultura científica y contará con la realización de una guía de identificación de insectos y plantas apta para todos los públicos. La guía ha sido financiada por Catalunya Caixa y se podrá llevar al campo porque será consultable a través de los móviles inteligentes
FOTO: CREAF