Escribía Sara López, responsable de marketing de la marca de joyas para hombre, Trendhim, que las nuevas generaciones tienen otra mentalidad a la hora de consumir, quieren saber todo acerca de su prenda, de su elaboración y de quién estuvo detrás. Y esto no significa que las generaciones anteriores no quisiesen interesarse en el proceso, simplemente, no estaba – y, a veces, sigue sin estar – entre sus prioridades.
En este sentido, hace pocos años que la sostenibilidad comienza a calar. No es sólo en el ámbito de recursos naturales o energéticos donde está presente. La sostenibilidad ha de ser la base que regule cualquier actividad empresarial. La responsabilidad social corporativa ha dejado, por fin, de ser opcional y su ausencia es algo que los consumidores penalizan.
En el mundo de la moda o el mundo textil ésta tiene más visibilidad. ¿Cuántas veces se han escuchado noticias y visto documentales sobre empresas textiles que deslocalizan parte de su producción a países en vía de desarrollo con dudosas condiciones laborales? Algunas, leyendas urbanas, otras no lo son.
¿Cuántas veces hemos escuchado que se usa tal o cual producto en el proceso de fabricación que es altamente contaminante? Como lo anterior, algunas leyendas urbanas y otras no.
Aunque mensajes e historias así se lleven escuchando décadas, ahora, hoy por hoy, cuando los argumentos de la responsabilidad social y con el medio ambiente parece que comienzan a calar, los consumidores son conscientes y penalizan a todas aquellas marcas que no cumplen con los cánones marcados social o medioambientalmente.
En este clima, algunos gigantes textiles se han puesto las pilas y han sacado líneas de moda sostenibles, más caras, pero responsables, como es el caso de H&M, con su línea Conscious o Zara, con su línea Join Life. Y seguramente existan ya muchas más que se hayan apuntado a este carro que, lejos de ser una moda pasajera, ha venido para quedarse.
Camisetas, pantalones, pero también accesorios como pulseras, relojes o zapatos, todo puede ser sostenible. Lo puede ser porque ha sido fabricado con materiales reciclados o lo puede ser porque han sustituido productos contaminantes o procesados por otros menos dañinos, o lo puede ser, simplemente, porque quien ha realizado el trabajo tenía unas buenas condiciones laborales y protección.
Conceptos como la economía circular, el reciclaje o la segunda mano comienzan a cobrar mucho sentido en una industria como es la moda que, hasta hace poco, estaba caracterizada por lo efímero de sus prendas.
Actualmente, las tiendas de segunda mano han proliferado en las principales ciudades españolas y así también las personas que deciden dar su ropa usada y que ya no quieren para que comience una segunda vida. Ya no se tira, se recicla; no son desechos, son recursos. Y, la ropa vieja que no esté en buen estado para vestir a otra persona, siempre podrá utilizarse con materia prima o como base para otro proyecto.
Además, ya se pueden encontrar tiendas completas de ropa reciclada, un ejemplo es la marca Ecoalf que utiliza hasta los posos de café molido para hacer sus colecciones.