Por Rubén Arranz
/DICYT
Determinados minerales presentes en las aguas contaminadas por los denominados drenajes ácidos de mina podrían servir para solucionar una parte de este problema, ya que actúan como atenuantes naturales de esta situación al contribuir a equilibrar el PH de estas aguas a través del almacenamiento de algunos de los metales que albergan. Ésta es una de las líneas de investigación abiertas en este momento para tratar de paliar los efectos de este fenómeno, que en provincias como Huelva genera un grave impacto sobre el medio ambiente.
Diferentes grupos de investigación españoles estudian desde hace una década estas aguas, las cuales analizan en diferentes situaciones para conocer el porqué de este fenómeno de drenaje y así poder paliarlo de una forma más efectiva.
"Se han hecho muchos análisis de las aguas, de cómo varía su composición a lo largo del año o de cómo varía su estado según la proximidad o lejanía de una mina. Y también sobre todo de unos minerales que se forman a partir de estas aguas que pueden llegar a servir como almacenes naturales, es decir, como unos atenuadores naturales de este problema", ha explicado a DiCYT Ana Álvaro, responsable de los Laboratorios de Arqueometría del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). La experta pronunciará esta tarde en el Salón de Actos Cultural Cordón, de la capital burgalesa, la conferencia El agua que quema: el problema de las aguas ácidas en las zonas mineras.
Proceso de oxidación
Este problema se origina cuando los sulfuros metálicos procedentes de las minas se oxidan por la acción sobre ellos de agentes como el oxígeno atmosférico o el hierro férrico. Cuando esto ocurre, se liberan unos metales que contaminan las aguas, a las que se llama ácidas porque su PH es "muy bajo", inferior a 3,5 puntos -lo habitual es 7-, ha expuesto Álvaro. "El problema de estas aguas no es sólo la acidez, sino la elevada carga de metales pesados y arsénico que tienen en suspensión", ha apuntado.
El efecto sobre el medio ambiente que puede generar este efluente, procedente de la actividad minera, puede llegar a ser grave, ya que contamina ríos, degrada la flora y quema los suelos, ha detallado Álvaro, quien ha aclarado que, si bien las empresas mineras actuales miden los efectos de su explotación sobre el entorno y tras el cese de su actividad elaboran un plan de cierre que recoge la regeneración del lugar donde se asientan, no era así en el pasado, por lo que las escombreras de antiguas explotaciones suponen hoy un inconveniente.
Existen escombreras abandonadas de minas de sulfuros que dejaron de funcionar a mediados del siglo XX, cuando estas empresas no estaban obligadas por ley a elaborar ningún plan medioambiental y cerraron y dejaron su entorno tal cual estaba el último día de explotación. Además de redactar planes de actividad y cierre, las mineras de hoy en día hacen controles diarios sobre la calidad del entorno y sobre cómo le pueden estar afectando.
El caso de Huelva
En Castilla y León existen algunos indicios de este fenómeno, pero no son "muy abundantes". "Tenemos también la suerte de que todas las rocas que tenemos alrededor son calizas, que son neutralizadores naturales de este fenómeno. Por lo tanto, no es nuestro problema", ha destacado. El principal punto de España afectado por los drenajes ácidos de mina es Huelva y, en concreto, por la parte de la provincia perteneciente a la Faja Pirítica Ibérica, en la que se ubican más de 82 minas de sulfuros como pirita, calporita, blenda o galena y que cuenta con una historia minera cuyo origen se sitúa 4.500 años atrás.
Los estudios para investigar e intentar paliar los drenajes ácidos de mina están respaldados por grandes inversiones y, aunque los planes piloto se encuentran en fase de desarrollo, los investigadores que forman parte de ellos están trabajando para lograr una regeneración a largo plazo, ha asegurado la experta.