ASTURIASDIARIO.-Al Real Oviedo aún le queda un cartucho. La promoción está a 2 puntos, y todo se decidirá esta tarde, a partir de las 20:30 horas. Pero a los azules no les basta con ganar al Elche (ya descendido a Segunda B). Dependen de una conjunción astral, y de los resultados del Huesca y el Valladolid. Si cualquiera de los dos puntúan (ante el Levante y el Cádiz), se habrá acabado la temporada. La victoria del Oviedo ante el Sevilla Atlético, la jornada pasada, evitó un adiós precipitado, pero el equipo de Fernando Hierro ha tardado demasiado en reaccionar. Solo ha ganado uno de los últimos 8 partidos (6 puntos de 24) firmando una racha lamentable que ha dilapidado la ventaja obtenida hace unos meses (hasta 7 puntos de margen sobre el séptimo clasificado). A estas alturas, y cuando la promoción está tan cerca, pero a la vez tan lejos, es cuando se echan en falta los puntos desperdiciados a lo largo de la temporada, desde la derrota en Valladolid en la primera jornada de Liga (el partido, muy igualado, pudo caer de cualquier parte), hasta la remontada del Nástic, en Tarragona (empató un partido que iba perdiendo 2-0), o el penalti fallado por Toché ante el Huesca, en el Carlos Tartiere, que habría sumado 2 puntos más al casillero del Oviedo. Además, las goleadas encajadas lejos de Asturias también tienen consecuencias. El Huesca tiene ganado el ‘gol average’ (4-0 en Aragón y 0-0 en el Tartiere), y el Valladolid tiene una diferencia global de goles (marcados menos recibidos) de +4, mientras el Oviedo, de -2. De nada sirve hacer cábalas cuando el Real Oviedo es el equipo que más goles ha encajado como visitante (35), y no ha dado la talla en prácticamente ninguno de los desplazamientos. Fernando Hierro incluso ha hecho buenos los números de David Generelo en el banquillo azul, aunque la temporada pasada también acabó en fracaso y ridículo. Pero no todo está perdido. Aún queda una difícil carambola a tres bandas, una apuesta combinada de incierto resultado.
El oviedismo vivirá una tarde de nervios y transistores, más pendiente del Huesca y del Valladolid que del resultado del Martínez Valero, donde el Real Oviedo, por orgullo, está obligado a ganar, y esperar acontecimientos. El gol de Christian al Sevilla Atlético, mantiene un hilo de esperanza, pero un importante sector de la afición no cree en milagros, y menos cuando el Real Oviedo no se ha ganado la confianza de la grada a lo largo de la temporada. Y así lo demostró el último partido en el Carlos Tartiere, ‘señalando’ a los jugadores que, por segundo año consecutivo, han protagonizado la caída en picado de los resultados y el juego del equipo, en el tramo decisivo de la competición, dejando escapar una nueva oportunidad de acabar entre los seis primeros, y soñar con el regreso a Primera. Si los astros se alinean, y el Cádiz y el Levante superan al Valladolid y al Huesca, el Real Oviedo jugará la lotería de la promoción, donde todo es posible. Pero si los azules hubieran ganado tan solo un partido más a lo largo de la temporada (16 victorias, 10 empates y 15 derrotas), dependerían de sí mismos. Más temprano que tarde, el club deberá afrontar el relevo del banquillo tras la inevitable marcha de Fernando Hierro y una profunda limpieza del vestuario, prometida el año pasado, pero nunca ejecutada. De aquellos polvos, estos lodos.
Oviedo 3-Elche 6, el principio del fin
Hay partidos que marcan época. Y el Real Oviedo-Elche, jugado el 22 de abril de 2002, fue el principio del fin. El equipo, recién descendido de Primera División, apuraba sus opciones de regresar a la élite, pero aquella tarde, el Oviedo, entrenado por Quique Marigil, se derrumbó, y a los 34 minutos de juego, el Elche ya ganaba 0-3. La grada estalló contra todo y contra todos, y un sector de la afición de dirigió al palco, cercándolo. Solo Eugenio Prieto aguantó el chaparrón de insultos y objetos, mientras consejeros y concejales huían. Poco importaba ya el resultado final (3-6). El partido acabó con una invasión del campo, una sentada en el césped, y enfrentamientos con la Policía Nacional y los agentes de seguridad. Aquella tarde, empezó el declive del Real Oviedo, que tocó fondo en Tercera División.