El artista sudafricano William Kentridge ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2017, según ha hecho público hoy en Oviedo el jurado encargado de su concesión.
El jurado de este Premio –convocado por la Fundación Princesa de Asturias– estuvo presidido por José Lladó y Fernández-Urrutia e integrado por Bárbara Allende Gil de Biedma, Ouka Leele, Juan Manuel Bonet Planes, José Luis Cienfuegos Marcello, Oliver Díaz Suárez, Josep María Flotats i Picas, Carmen Giménez Martín, Blanca Gutiérrez Ortiz, Blanca Li, Catalina Luca de Tena y García-Conde, Joan Matabosch Grifoll, Elena Ochoa Foster, Alfredo Pérez de Armiñán y de la Serna, Sandra Rotondo Urcola, Emilio Sagi Álvarez-Rayón, Patricia Urquiola Hidalgo, Carlos Urroz Arancibia y José Antonio Caicoya Cores (secretario).
Esta candidatura ha sido propuesta por Beningno Pendás García, miembro del Jurado del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2017, y Raquel García Guijarro, gerente del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. William Kentridge nació el 28 de abril de 1955 en Johannesburgo (Sudáfrica). Sus padres ejercieron como abogados especializados en las víctimas del apartheid. Sir Sydney Kentridge desempeñó un papel destacado en juicios como The Treason Trial, ocupándose de la defensa de Nelson Mandela. Esta circunstancia determinó su formación universitaria antes de dedicarse al arte. Kentridge estudió Ciencias Políticas y Estudios Africanos en la Universidad de Witwatersrand, donde se graduó en 1976.
Posteriormente, se matriculó en Bellas Artes en la Fundación de Arte de Johannesburgo. En los años ochenta se trasladó a París para estudiar teatro en la Escuela Internacional de Teatro Jacques Lecoq y trabajó como director artístico en series de televisión, antes de comenzar a crear animaciones a partir de sus propios dibujos. Desde los años noventa ha combinado la práctica del dibujo con el cine y el teatro, convirtiéndose en un artista multidisciplinar que ha cultivado, además, la escenografía, el collage, el grabado, la escultura y el videoarte. Creador meticuloso y profundo, William Kentridge ha elegido el dibujo como vehículo expresivo de emociones y metáforas relacionadas con la historia y la realidad sociopolítica sudafricana. Se dio a conocer fuera de su país tras su participación en la feria Documenta X de Kassel (Alemania, 1997) y en las bienales de São Paulo (Brasil, 1998) y Venecia (Italia, 1999). Desde entonces, sus dibujos animados o “películas dibujadas”, como las denominan algunos especialistas, han recorrido las salas de los centros de arte más prestigiosos del circuito internacional.
A diferencia de otras técnicas de animación, la suya consiste en la filmación de dibujos que modifica una y otra vez, borrando y añadiendo trazos de inspiración expresionista, según los expertos, por medio de una paleta monocroma con ligeros toques de pastel azul o rojo. Los grabados de las denominadas series Pit, casi treinta monotipos o impresiones únicas realizadas en los años setenta, y de las llamadas Domestic scenes, cincuenta grabados de pequeño formato producidos en los ochenta, construyeron la base sobre la que giran sus carboncillos y animaciones posteriores. Entre ellas, Johannesburg: 2nd greatest city after Paris (1989) y Felix in exile (1994) destacan por la introducción de dos personajes, Soho Eckstein y Felix Teitlebaum, con los que plasma el sufrimiento, la dominación, la culpa, el tiempo y la memoria, temas protagonistas de su obra. En obras como Automatic writing (2003), el autorretrato y las referencias autobiográficas son habituales. A partir de 2003, Kentridge comenzó a interesarse por la escultura y la videoinstalación y a incluir referencias al teatro, la ópera y el cine en sus nuevos trabajos.
En la última década ha mostrado su producción artística en el MoMA (Nueva York), que le dedicó una retrospectiva en 2010, el Albertina Museum (Viena), el Louvre (París) y el Museo de Bellas Artes de Budapest, entre otros museos. En 2016 fundó en Johannesburgo el centro Less Good Idea, un espacio destinado a la creación artística de proyectos multidisciplinares. Galardonado con el Kyoto Premium (Japón, 2010) y el Dan David Prize (Israel, 2012), Kentridge es miembro honorario de la Academia Americana de las Artes y las Letras y doctor honoris causa por las universidades de Yale (Estados Unidos) y Ciudad del Cabo (Sudáfrica). En 2013 fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras de Francia.
Los Premios Princesa de Asturias están destinados, según los Estatutos de la Fundación, a galardonar “la labor científica, técnica, cultural, social y humanitaria realizada por personas, instituciones, grupo de personas o de instituciones en el ámbito internacional”. Conforme a estos principios, el Premio Princesa de Asturias de las Artes se concederá a aquellos “cuya labor contribuya, de manera extraordinaria y a nivel internacional, al progreso y bienestar social a través del cultivo y perfeccionamiento de la cinematografía, el teatro, la danza, la música, la fotografía, la pintura, la escultura, la arquitectura y otras manifestaciones artísticas”. En esta edición concurrían un total de 43 candidaturas procedentes 19 países.
Este ha sido el primero de los ocho Premios Princesa de Asturias que se conceden este año, en que cumplen su trigésimo séptima edición. En las próximas semanas se fallarán los correspondientes a (por orden) Comunicación y Humanidades, Cooperación Internacional, Deportes, Ciencias Sociales, Letras, Investigación Científica y Técnica y Concordia. Cada uno de los Premios Princesa de Asturias está dotado con una escultura de Joan Miró –símbolo representativo del galardón−, la cantidad en metálico de 50.000 euros, un diploma y una insignia. Los galardones serán entregados en otoño en Oviedo en un solemne acto presidido por SS.MM. los Reyes.
Foto: FPA.