Por Manuel García Linares.-Es muy triste contemplar cómo en un momento, la labor de mucho sudor se viene abajo; esto es lo que está ocurriendo con nuestra sociedad. Nos las prometiamos felices porque habíamos alcanzado un estatus que nos permitía, desde el más humilde nivel, alcanzar una vida de lujo, pero tal y como había llegado se está yendo, lo que significa que solamente, aquellos edificios con buenos cimientos prevalecerán.
Hace muchos años que un médico manchego que trabajaba en el Hospital de La Paz, en Madrid, me decía que se podía notar el desarrollo de una sociedad de consumo y moderna, por la apertura de tiendas para bebés y de mascotas; y así era, pero luego vendrían las de deportes y paralelamente las de informática, también empezaron a proliferar las zapaterías las perfumerías e incluso, las librerías, pero sobre todo ello estarían los restaurantes selectos y las galerías de arte. Nuestro país había alcanzado un alto estatus económico y como tal nos podíamos permitir el lujo de consumir, no solamente elementos de primera necesidad sino aquellos que nos aportarán un cierto aire de distinción y refinamiento.
El arte, a través de las galerías se popularizó de tal manera que dejó de ser patrimonio de las clases privilegiadas para convertirse en una obra asequible a las clases populares y medias, los buenos galeristas hicieron una gran labor por los pintores y escultores, promocionandolos, dando a conocer sus obras y colocándolas en el mercado, los artistas dieron popularidad a las galerías, llevando hacia a ellas a seguidores y coleccionistas un tándem perfecto, todo iba bien en esta sociedad del bienestar, había ingresos que facilitaban la adquisición de obras y el disfrute de las mismas con celebraciones en distintos restaurantes.
Asturias ha sido una de las regiones privilegiadas en número de artistas y en las principales capitales de la región se abrieron muchas galerías al igual que selectos restaurantes, pero de pronto surgió la crisis, con la incorporación a la Comunidad Europea perdimos nuestros puestos preferentes al cerrar las minas de carbón y reconvertir el acero, en los primeros años, apenas si se notaba, quedaban
compensados por los fondos mineros, las subvenciones y las indemnizaciones pero con el paso del tiempo, esta región, resultó de las más afectadas por la depresión económica, teniendo como consecuencia el cierre de muchas de las las galerías, la quiebra de hoteles y el cierre de emblemáticos establecimientos.
Algunos de los restaurantes como el Conrado y la Goleta por paisanaje me resultaron siempre muy cercanos por eso, su cierre me pareció muy triste, no ha sido un cierre con honores, pero lo que más he sentido ha sido el cierre de las salas de arte porque esto denota la poca capacidad que nos queda en el campo cultural así como las pocas oportunidades que les quedan a los artistas que se inician, de dar a conocer sus obras.
Casi paralelamente han cerrado dos galerías emblemáticas en Asturias, como son Tioda en Gijón y Murillo en Oviedo, que sumadas a los cierres de Vértice y Nogal, Cimentada, Cervantes y algunas más es ciernes, deja nuestro panorama regional sumido en una gran tristeza artística.
Ignoro cómo va a evolucionar el futuro con esta crisis que no nos deja ver la luz al final del túnel y a mi solamente me queda recordar alguna de las últimas exposiciones que hice en Murillo como recuerdo del pasado.