La Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa considera que este impuesto es la manera más eficiente de aplicar el principio de “el que contamina, paga”.
Madrid, 13 de marzo de 2017
El presidente de la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa, Avebiom, Javier Díaz, ha entregado hoy un informe a la ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, en el que propone al Gobierno la implantación de un impuesto específico sobre las emisiones de CO2 en España, “como método de alcance general más eficaz para combatir el cambio climático”.
Díaz ha mantenido un encuentro con la ministra García Tejerina en el marco del acto de presentación de los ‘Proyectos Clima 2016’, que ha tenido lugar hoy en Madrid, programa en el que participa Avebiom mediante la venta de 333.425 toneladas reducidas de CO2 al Ministerio de Agricultura (Mapama) por 3,23 millones de euros en los próximos cuatro años, correspondientes a 121 instalaciones que han supuesto una inversión de 36 millones de euros por parte de 20 empresas asociadas y la creación de 350 empleos.
Las razones que justifican un nuevo impuesto
La tasa del CO2 aumenta el coste de las emisiones fósiles y, por tanto, penaliza el uso de los combustibles derivados del petróleo por sus efectos negativos sobre el clima, estimulando un mayor uso de las energías renovables y la implementación de medidas de eficiencia energética.
AVEBIOM considera que la tasa del CO2 es justa porque es proporcional a las emisiones reales. Un aumento del coste de las emisiones puede contribuir a que ciudadanos y empresas tomen mejor las decisiones que afectan a nuestro futuro común, como realizar inversiones rentables o cambiar hábitos que les permitan mejorar su economía.
Y por otro lado, la tasa de CO2 no ralentiza el crecimiento económico. Se equilibra la rentabilidad entre las diferentes fuentes de energía, creando nuevas oportunidades para las inversiones en eficiencia energética y energías renovables; y sin necesidad de subsidios.
El que contamina, paga
El impuesto sobre el carbono es un instrumento fundamental y la manera más eficiente de aplicar el principio de “el que contamina, paga” a la cuestión climática. Es la forma más sencilla de comenzar a reducir el uso de combustibles fósiles, mejorar la eficiencia energética y hacer que las energías renovables sean más competitivas.
La tasa del CO2 puede mejorar la balanza comercial y la seguridad energética de nuestro país; y al mismo tiempo, reducir drásticamente la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de carbono, mitigando el cambio climático.
Además, es fácil de aplicar, fácil de calcular, puede ser fiscalmente neutra y dinamiza la economía del país.
La experiencia de Suecia y Francia
Quince países han implementado o han aprobado legislaciones para la aplicación de un impuesto directo sobre el carbono. A continuación se ofrecen algunos datos de interés relacionados con la experiencia de Suecia y Francia.
En Suecia, desde 1990 que se introdujo la tasa de CO2, el PIB se ha incrementado en un 60%, las emisiones de GEI se han reducido en un 25% (entre 1990 y 2014) y el uso de la bioenergía se ha duplicado. Estos son los efectos más destacables que ha tenido la implantación de este impuesto:
- El impuesto sobre el carbono ha llevado a la eliminación progresiva de los combustibles fósiles utilizados para calentar los hogares.
- El uso de combustibles fósiles ha disminuido desde 1990 en un 85% y ahora representa el 2% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de Suecia. Se han Sustituido por redes de calefacción urbana, sistemas de calefacción que utilizan como combustible pellets de madera y bombas de calor
- Se han aplicado esquemas temporales de ayudas para la el uso de energías renovables en los sistemas de calefacción.
Lo recaudado se ha destinado a ayudas sociales y se han aumentado las reducciones del impuesto sobre la renta básica para los hogares de ingresos bajos y medios.
En Francia, tras los dos intentos fallidos de 2000 y 2009, se introdujo en 2014 un componente relacionado con el carbono en los impuestos sobre la energía. No es un impuesto nuevo, se suma al resto de los impuestos ya aplicados a los combustibles fósiles. Está previsto que aumente relativamente rápido hasta 2020, y de forma más progresiva entre 2020 y 2030, hasta alcanzar los 100 €/tonelada de CO2.
El 2016, el impacto sobre el presupuesto de los hogares ha sido de unos 83€/año de media comparado con 2013. El 75% de lo recaudado entre 2014 y 2016 se han utilizado para fomentar la innovación y la competitividad en las empresas; y el 25% restante se ha destinado a reducir los impuestos a los hogares con bajos ingresos.