Por MSF
Sarampión. Comienza con fiebre, mucosidad nasal y tos. Luego aparece una erupción cutánea. Para niños sin vacunar, puede resultar desastroso. En Somalia, hoy el sarampión es uno de las mayores amenazas para la supervivencia de miles de niños hacinados en campos de desplazados, donde la desnutrición es elevada y las tasas de vacunación bajas.
En Somalia Médicos Sin Fronteras (MSF) opera 13 programas médico-nutricionales. Alrededor de 5.500 niños desnutridos están recibiendo alimentación terapéutica, de los cuales más de 500 están ingresados en ocho centros de nutrición terapéutica intensiva (CNTI). A la desnutrición severa que padecen se suman complicaciones médicas que requieren su ingreso para ser tratados. “El sarampión es una enfermedad infecciosa que se transmite por vía aérea. Las condiciones en los campos atestados son idóneas para la eclosión de epidemias. Los niños desnutridos menores de 5 años son los más vulnerables. Están atrapados en un círculo vicioso en el que la combinación de desnutrición y sarampión debilita todavía más sus defensas y los pone al límite con complicaciones derivadas como neumonía o diarrea. La prioridad en estas emergencias es vacunar de sarampión y tratar inmediatamente todos los casos identificados”, explica Susan Shepherd, nutricionista de MSF.
Aumenta el número de afectados
Los proyectos de MSF en Somalia han detectado un constante incremento de casos de sarampión. Desde enero hasta la fecha se han registrado 3.049. Incluso antes del inicio de la crisis nutricional actual había ya una marcada tendencia al alza de casos. Entre mayo y septiembre se registraron 2.132, lo que supone que en solo cuatro meses se registró el 70% de los casos de sarampión de un año normal.
En el distrito de Hodan, donde MSF ha instalado uno de los tres CNTI que gestiona en Mogadiscio, más del 50% de los niños severamente desnutridos padece también sarampión. Estos niños son aislados del resto para prevenir el contagio.
Los equipos de MSF en el sur del país también han visto brotes de sarampión en Marere, donde trabaja para contener la infección, mientras que el resto de programas en la capital tratan a los afectados a través de sus programas nutricionales terapéuticos y sus servicios ambulatorios. Los equipos de prevención comunitaria de MSF trasladan de inmediato a los pacientes con síntomas de sarampión. La rapidez es vital para iniciar el tratamiento cuanto antes y prevenir la aparición de complicaciones como infecciones respiratorias.
El legado de dos décadas de conflicto interno, la ausencia de desarrollo y el consecuente colapso del sistema de salud en Somalia han supuesto que los niveles de vacunación entre la población sean extremadamente bajos (un 30% según la Organización Mundial de la Salud). Esto explica el preocupante hecho de que MSF también esté tratando a adolescentes y adultos con sarampión en sus programas.
Objetivo: detener la enfermedad
MSF ha vacunado a más de 50.000 niños contra el sarampión aprovechando actividades de promoción de salud comunitaria y campañas de vacunación a pequeña escala. La posibilidad de llevar a cabo campañas masivas de inmunización, que serían la primera opción para evitar brotes epidémicos, es extremadamente complicada en Somalia por la falta de seguridad a la que se enfrentan los equipos médicos. Una vacunación masiva requiere diferentes equipos integrados por al menos 10 personas previamente formadas, equipadas y movilizadas. Todo ello supone un enorme esfuerzo logístico que incluye el imprescindible mantenimiento de la cadena de frío.
Llevar a cabo esto en Somalia hoy en día es extremadamente complicado. Hay que entablar interminables negociaciones con líderes locales, autoridades y grupos armados que controlan regiones enteras del sur y el centro del país, y tratan de imponer sus propias condiciones en aspectos que afectan a la logística, la contratación de personal o hasta al alquiler de vehículos. Todo ello, unido a la violencia del conflicto en el país, convierte a Somalia en uno de los lugares del mundo más complicados para que la asistencia médico-humanitaria llegue a la población local.
FOTO: UNICEF