No era un personaje público, ni famoso, tampoco de una conocida familia de Oviedo, pero la Iglesia de los Santos Apóstoles de la ciudad se lleno hasta el punto de que se veían personas de pie por las tres entradas de la iglesia sin poder sentarse.
Y quien era él y de dónde venía?,
Venía de una gran lucha que duró 12 años, era un chico joven, muy joven para morir, sólo 40 años, que deja viuda y dos hijas.
Tres tumores en la cabeza que le diagnosticaron en el año 2005 lo llevaron ayer a la muerte.
¿Pero que tiene de noticia? se preguntará querido lector.
En ese año 2005 en el encuentro mundial de la juventud (JMJ)de Colonia con el Papa y entre más de un millón y medio de personas un balón perdido fue a parar a la cabeza de este chico que acudió con los jóvenes de las Comunidades Neocatecumenales de Asturias, donde él vivía su Fe.
Ese balonazo hizo que tuviese que ir al hospital de la ciudad alemana por la conmoción sufrida y allí tras unas pruebas vieron que en su cabeza había tres tumores que no podían ser operados.
La mano de Dios dirigió ese balón a su cabeza e hizo que gracias a un balonazo inesperado, incluso en su momento increpado a quien lo lanzó, le diese a Arturo 12 años más de vida.
De no ser diagnosticado y vigilado, lo más probable según los médicos que posteriormente lo trataron, “los tumores hubiesen crecido descontroladamente y lo hubieron matado mucho antes”.
En esos 12 años muchas cosas pasarían por su cabeza, muchas vivencias, muchas experiencias, alegrías, tristezas, un viaje a la India, nuevos proyectos y algo fundamental en su vida, una segunda hija que tal vez no hubiera nacido y como no, crecer y conocer a un Dios“ que no conocía y que le ayudó a llevar la enfermedad” que sabia le llevaría tarde o temprano al desenlace que ayer tuvo lugar.
La Iglesia de los Santos Apóstoles de Oviedo se llenó para acompañar a una viuda y a sus hijas, fue un acompañamiento de personas que pudieron convivir con él todo este tiempo su enfermedad ,un tiempo en la que este hombre transmitió no sólo a sus amigos, conocidos y familiares, sino a los propios médicos que lo trataron que en la enfermedad y el sufrimiento, “Dios existe y me quiere”.
En su esquela se podía leer:
“He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día, y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida”. (2Tm 4,7-8)
Los medios de comunicación estamos llenos de noticias sociales, políticas, deportivas, sucesos, etc, y una noticia como la del fallecimiento de una persona anónima no vende periódicos.
Un funeral no es un acontecimiento poco habitual en nuestra sociedad, suceden todos los días, pero esta noticia no es tan sólo de lo sucedido ayer, ya que esta noticia ha durado 12 años y no sólo ha llenado la iglesia, sino que según testimonios allí vividos, “con esta muerte se ha visto mucha vida, algo tan necesario en una sociedad muerta de valores y carente de esperanza en ella misma”.
Los transeúntes que curiosos se asomaban, preguntaban que como era posible que en un funeral hubiese cánticos tan festivos y se tocasen palmas.
La respuesta era ver a los propios asistentes y a sus familiares con el sufrimiento del momento, pero con la alegría que da la Fe que te hace proclamar y creer como el propio Arturo hizo en vida, que no se ha muerto, sino que se ha dormido en Dios, convencidos de que lo habrá llevado al cielo para vivir para siempre.
Descansa en Paz