Por Ágata A. Timón
Maite Garaigordobil Landazabal, catedrática de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), dirige el proyecto de investigación “Sexismo: Relaciones con autoconcepto, empatía, expresión de la ira, racismo y papel modulador de la familia y la escuela”. La investigadora explica los diferentes tipos de sexismo, su persistencia en la sociedad y la importancia de enfrentar esta realidad.
¿Sigue siendo el sexismo un tema preocupante en las sociedades actuales?
El sexismo –entendido como una actitud de prejuicio contra las mujeres– ha evolucionado con los años, haciéndose más sutil. El sexismo sigue existiendo hoy en día, aunque es incuestionable que las mujeres han hecho grandes progresos para disminuir la desigualdad de género.
¿Cree que existe una conciencia social de ello?
Las personas tienden a creer que la discriminación de género ya no es un problema de las sociedades contemporáneas, lo que podría explicarse, ya que las expresiones sexistas se han hecho más evasivas y difíciles de reconocer.
¿Cuáles son estas ‘nuevas formas’ de sexismo?
El llamado ‘neosexismo’, concebido como la manifestación de un conflicto entre los valores igualitarios y los sentimientos residuales negativos hacia las mujeres. Esta forma de sexismo se centra más en el mundo organizacional, en las relaciones socio-laborales y políticas. Las personas neosexistas muestran rechazo a las relaciones de género igualitarias en el ámbito laboral.
¿Cómo se forman este tipo de conductas?
Las actitudes sexistas se aprenden mediante diversos mecanismos, por ejemplo, a través de observación de modelos reales dentro del contexto familiar o de los modelos virtuales que se observan en los medios audiovisuales.
¿Qué importancia tiene la familia en ello?
En una época en la que cada vez los y las adolescentes son más ‘educados’ en los centros escolares y a través de internet, es importante enfatizar que la familia desempeña un rol importante en la trasmisión del sexismo.
Hostiles y benevolentes
Se puede diferenciar el sexismo hostil, que postula la inferioridad de las mujeres y hoy en día es menos frecuente; y el sexismo benevolente, que proyecta una imagen de las mujeres como personas débiles a las que hay que cuidar y venerar, siempre y cuando se ciñan a su rol tradicional. Este último sigue estando presente en la sociedad actual. El sexismo ambivalente es la combinación de estos dos tipos, que implican cargas afectivas antagónicas, consecuencia de las complejas relaciones de aproximación y evitación que caracterizan a los sexos