Si hoy Tino Casal estuviese aquí o vio los conciertos de esta noche, hubiera sentido una gran alegría por ver cómo estaba la plaza.
Los accesos a la plaza de la Catedral estaban restringidos, motivo por el que las trifulcas, empujones y protestas no cesaron durante el concierto de Los Secretos, para poder entrar.
Cuando la policia y protección civil consideraron que el aforo de la Catedral ya era peligroso, decidieron poner vallas y policías para impedir la entrada a los que querían acceder.
No había un control numérico ni boletos o tickets que contaban el número de personas que pasaban, se cortó y punto, la polémica ya está servida.
Bien es cierto que a la finalización del primer concierto, una gran cantidad de gente abandonó la plaza y así se pudo de nuevo abrir al público para pasar a tomarse algo por los bares circulantes o asistir al segundo y tercer conciertos de la noche, donde un pletórico Loquillo con puntualidad británica, hizo vibrar a los cientos de seguidores que allí se agolparon.
Los Secretos habían dejado el pabellón muy alto en su concierto de poco más de una hora, las canciones míticas de la banda fueron al unísono cantadas por público y grupo con una admirable coordinación.
Loquillo, ya con el público caliente y con ganas de más, regaló a jóvenes y no tanto su puesta en escena, incluso tanto se fundía con su entregado público que quiso bajar al foso para ser tocado por sus incondicionales mientras cantaba.
Tras más de hora y media dejó paso al último grupo de la noche, el grupo Asia, que hizo un pupurri de canciones de hoy y ayer, el público de Oviedo,aunque no tan numeroso como en los dos conciertos anteriores tiene mucha marcha como para dejar la oportunidad de bailar y aprovechar el día festivo de S. Mateo.
Las fiestas de S. Mateo traen tan número público, que no dejaban de estar llenos los chiringuitos y por supuesto llenos los aledaños del parque de invierno para ver los fuegos artificiales, un año más con gran variedad de colores y formas.
Hoy día festivo en Oviedo, es en el que la SOF se encarga del reparto del bollo y la botella de vino para poder disfrutarlo mejor en compañía.