Cuba, durante el siglo XIX y principios del XX, ha sido unos de los principales destinos de nuestros emigrantes. Nuestros vecinos, eligieron las islas del Caribe como destino y allí, la mayoría, hicieron fortuna, a la vez adoptaron aquella tierra como una verdadera patria, asumiendo tradiciones y devociones como la de La
Virgen de la Caridad del Cobre; posteriormente, quienes regresaron se trajeron con ellos la imagen que tanta suerte les había dado.
En el día de hoy están llegando a nuestras costas, me refiero a las de la Unión Europea,miles de seres procedentes de África y Oriente Medio, principalmente, y llegan deslumbrados por el esplendor de nuestro bienestar, pero sobre todo vienen empujados por la necesidad y el hambre; proceden, de unas colonias en donde nuestro “civilizado occidente·”, saco todo tipo de riquezas y materias primas, a cambio, una vez concedida la independencia, les mandamos armas que nos generaron pingües rendimientos, sembrando allí luchas fratricidas y miserias.
Unos cientos de años atrás, con la disculpa de recuperar los santos lugares, enviamos ejércitos de cruzados, con la idea de recuperar y “cristianizar” a los “infieles”, algo parecido a los que algunos “fanáticos islamistas”, quieren hacer ahora con nosotros: “islamizarnos” . En realidad las Cruzadas, terminaron siendo una
justificación para “entretener” a nuestros pueblos frente a las “hambrunas”; algo parecido a lo que ahora impulsa a los pueblos del sur a ser víctimas de los mares, empujados por las miserias y las guerras. Hoy nosotros, vemos las noticias de estos pueblos, dándoles la espalda y olvidandonos de que esto nos ha ocurrido a nosotros ayer… y nos puede volver a suceder mañana.
En el siglo XIX y principios del XX, los asturianos, principalmente de occidente, prepararon sus equipajes para buscar un futuro mejor y sus destinos preferentes eran La Argentina, Puerto Rico, Santo Domingo y fundamentalmente Cuba. Cuba ha sido, durante muchos años el destino preferido por nuestros antepasados y familiares, ayudando desde allí a quienes quedaban en el pueblo, enviando remesas para centros de salud, escuelas, colegios o casas consistoriales.
Desgraciadamente, no siempre se les ha reconocido esta aportación, ni siquiera por las familias, quizás porque la familia, más que para el pueblo, deseaban heredarlo ellos. Las zonas de oriente, preferían, como destino emigrante, Méjico.
Tras una travesía de meses, no en pateras, pero si en viejos vapores, llegaban al destino cargados de morriña, añoranzas y esperanzas, con la buena acogida, el deseo de sacrificio y trabajo se fueron adaptando al nuevo clima caribeño, cambiando el paisaje del “hórreo” por el “bohio”. De aquella hermosa isla, un día regresó uno de nuestros emigrantes, Faustino Rodríguez, quien decidió traer de Cuba una imagen de La Virgen de La Caridad del Cobre, para ocupar el espacio que otra imagen, quemada durante la guerra, había ocupado en la iglesia parroquial.
Unos versos populares denotan muy bien la fe que los cubanos y emigrantes sienten por esta Virgen.
Virgen, a quien los náufragos un día
Hallando ya en las aguas sepultura,
aparecer sobre las olas vieron
Como un angel de blanca vestidura.
Tambien nosotros somos ¡ madre amada !
náufragos que tu amparo reclamamos,
Haz que delante de nosotros siempre
flotar tu blanca túnica veamos.