La suerte y la casualidad, han querido que este gesto de los búhos haya sido posible. Gracias a esto, las águilas podrán crecer apartadas de la mano del hombre, no volviéndose mansas, pudiendo así, volver a la naturaleza y vivir en libertad cuando crezcan.
Con apenas 10 días de vida, han llegado al Núcleo Zoológico “El Bosque” dos crías de águila. Fueron encontrados a la vera de un gran árbol, tirados en el suelo, y a su alrededor no había rastro ni de su nido ni de sus padres, pero con la suerte de caer en buenas manos, y poder llegar hasta el zoo. Allí, nada más ver a Gonzalo Rubio, cuidador de “El Bosque” cuenta que “estas aves tan pequeñas, todavía no reconocen a sus padres, nada más vernos pidieron comida. Al ser tan jóvenes se improntan con el ser humano, y es difícil su reintroducción en la naturaleza, porque sin querer, se hacen mansos”.
Pero la suerte ha querido que a las pequeñas rapaces las puedan estar criando una pareja de búhos reales. Gonzalo Rubio ha asegurado que “Casualmente nuestra pareja de búhos reales habían sido papás una semana antes de llegar las pequeñas águilas, y esto nos ha permitido retirar a las crías de búho para criarlas a mano y dejar con los papás búhos a las águilas”
Y es que lo mejor que le podía pasar a las águilas era que pudieran crecer lejos de la mano del ser humano, porque como cuenta Gonzalo Rubio “de esta manera serán águilas salvajes aptas para liberar en un futuro próximo, el problema reside siempre en si los padres Búhos adoptivos se darán cuenta del cambio, pero no ha sido así” asegura Gonzalo con gran alegría.
Con mucho sigilo en el zoo retiraron del nido a los pequeñajos búhos y colocaron en su lugar a los nuevos neonatos “con cautela los padres adoptivos se acercaron y, poco a poco, se fueron aproximando a ellos, pero la sorpresa fue inmediata, porque Lluna, la hembra de Búho, de más de 3 Kg de peso, se colocó encima de ellos para darles calor, sin importarle que no fueran de su sangre. Orión que es como se llama el papá Búho, se acercó con trozo de comida para que la mamá Búho se lo troceara y para poder ofrecérselos sus nuevos bebés”.
El instinto maternal que tienen los búhos es casi infalible y más poderoso que el de los humanos, sin importarles la raza, el color y el tamaño, de esta manera, asegura Gonzalo Rubio que “conseguiremos el reto de tener unas águilas fuertes y sanas, y aptas para vivir en libertad. El único problema que podría haber es que cuando ya tengan plumas, puedan volar y estar listas para liberarlas, su paquete genético tiene que hacer acto de presencia, para recordarles que tienen que aprender a cazar y ser independientes, ya que es esa la educación que le darían sus padres en libertad, pero en este caso no puede ser así, pero confiamos en que su instinto haga de ellos unos futuros controladores naturales de plagas, ya que nosotros nunca hemos proporcionado presas vivas a nuestras aves rapaces”
EL zoo de Oviedo tiene la experiencia suficiente, como para saber que cuando las aves rapaces no son improntadas con el ser humano, no pierden el instinto de casa y permanece intacto.
Al zoo de Oviedo llegan aves rapaces todos los años, en varias ocasiones, algunas adultas, otras no tanto, en la mayoría de los casos víctimas de accidentes, cuando son jóvenes, son más delicadas a la hora de manipularlas y en el zoo “hemos comprobado que después de su recuperación y puesta en libertad, merodean la zona donde han sido liberadas y en muchas ocasiones, en cuanto pasan unos días es fácil verlas totalmente integradas en la naturaleza y cazando a sus presas, por tanto el porcentaje de éxito es elevado, siendo de vital importancia no improntarlas con el ser humano para que siempre se alejen, porque a fin de cuentas el humano es su enemigo número uno” afirma Gonzalo.
El Bosque recibe anualmente muchas especies de animales salvajes, y en el zoo lo que buscan es sacarlas adelante para que puedan volver a su casa, a la Madre Naturaleza.
Desde que el Zoo de Oviedo se puso en marcha más de 75 animales han podido volver a vivir en libertad en su hábitat natural. En esta tarea, también tienen que ver muchas personas porque como dice Gonzalo Rubio “ muchos llegan hasta el zoo gracias a todas las personas que se involucran en intentar salvar la vida de los animales cuando por unos u otros motivos se cruzan en su camino, en condiciones nada favorables para no toparse con la muerte”.
Actualmente, la labor de recuperación de especies que realiza el “El Bosque” se realiza sin ayuda de económica de ninguna institución pública. La llevan a cabo sin ánimo de lucro, destinando una parte de la venta de entradas al zoo a su recuperación, Gonzalo asegura “que esta labor es fundamental y necesaria para que muchas especies tengan una segunda oportunidad”.
La suerte y la casualidad, han querido que este gesto de los búhos haya sido posible. Gracias a esto, las águilas podrán crecer apartadas de la mano del hombre, no volviéndose mansas, pudiendo así, volver a la naturaleza y vivir en libertad cuando crezcan.
Con apenas 10 días de vida, han llegado al Núcleo Zoológico “El Bosque” dos crías de águila. Fueron encontrados a la vera de un gran árbol, tirados en el suelo, y a su alrededor no había rastro ni de su nido ni de sus padres, pero con la suerte de caer en buenas manos, y poder llegar hasta el zoo. Allí, nada más ver a Gonzalo Rubio, cuidador de “El Bosque” cuenta que “estas aves tan pequeñas, todavía no reconocen a sus padres, nada más vernos pidieron comida. Al ser tan jóvenes se improntan con el ser humano, y es difícil su reintroducción en la naturaleza, porque sin querer, se hacen mansos”.
Pero la suerte ha querido que a las pequeñas rapaces las puedan estar criando una pareja de búhos reales. Gonzalo Rubio ha asegurado que “Casualmente nuestra pareja de búhos reales habían sido papás una semana antes de llegar las pequeñas águilas, y esto nos ha permitido retirar a las crías de búho para criarlas a mano y dejar con los papás búhos a las águilas”
Y es que lo mejor que le podía pasar a las águilas era que pudieran crecer lejos de la mano del ser humano, porque como cuenta Gonzalo Rubio “de esta manera serán águilas salvajes aptas para liberar en un futuro próximo, el problema reside siempre en si los padres Búhos adoptivos se darán cuenta del cambio, pero no ha sido así” asegura Gonzalo con gran alegría.
Con mucho sigilo en el zoo retiraron del nido a los pequeñajos búhos y colocaron en su lugar a los nuevos neonatos “con cautela los padres adoptivos se acercaron y, poco a poco, se fueron aproximando a ellos, pero la sorpresa fue inmediata, porque Lluna, la hembra de Búho, de más de 3 Kg de peso, se colocó encima de ellos para darles calor, sin importarle que no fueran de su sangre. Orión que es como se llama el papá Búho, se acercó con trozo de comida para que la mamá Búho se lo troceara y para poder ofrecérselos sus nuevos bebés”.
El instinto maternal que tienen los búhos es casi infalible y más poderoso que el de los humanos, sin importarles la raza, el color y el tamaño, de esta manera, asegura Gonzalo Rubio que “conseguiremos el reto de tener unas águilas fuertes y sanas, y aptas para vivir en libertad. El único problema que podría haber es que cuando ya tengan plumas, puedan volar y estar listas para liberarlas, su paquete genético tiene que hacer acto de presencia, para recordarles que tienen que aprender a cazar y ser independientes, ya que es esa la educación que le darían sus padres en libertad, pero en este caso no puede ser así, pero confiamos en que su instinto haga de ellos unos futuros controladores naturales de plagas, ya que nosotros nunca hemos proporcionado presas vivas a nuestras aves rapaces”
EL zoo de Oviedo tiene la experiencia suficiente, como para saber que cuando las aves rapaces no son improntadas con el ser humano, no pierden el instinto de casa y permanece intacto.
Al zoo de Oviedo llegan aves rapaces todos los años, en varias ocasiones, algunas adultas, otras no tanto, en la mayoría de los casos víctimas de accidentes, cuando son jóvenes, son más delicadas a la hora de manipularlas y en el zoo “hemos comprobado que después de su recuperación y puesta en libertad, merodean la zona donde han sido liberadas y en muchas ocasiones, en cuanto pasan unos días es fácil verlas totalmente integradas en la naturaleza y cazando a sus presas, por tanto el porcentaje de éxito es elevado, siendo de vital importancia no improntarlas con el ser humano para que siempre se alejen, porque a fin de cuentas el humano es su enemigo número uno” afirma Gonzalo.
El Bosque recibe anualmente muchas especies de animales salvajes, y en el zoo lo que buscan es sacarlas adelante para que puedan volver a su casa, a la Madre Naturaleza.
Desde que el Zoo de Oviedo se puso en marcha más de 75 animales han podido volver a vivir en libertad en su hábitat natural. En esta tarea, también tienen que ver muchas personas porque como dice Gonzalo Rubio “ muchos llegan hasta el zoo gracias a todas las personas que se involucran en intentar salvar la vida de los animales cuando por unos u otros motivos se cruzan en su camino, en condiciones nada favorables para no toparse con la muerte”.
Actualmente, la labor de recuperación de especies que realiza el “El Bosque” se realiza sin ayuda de económica de ninguna institución pública. La llevan a cabo sin ánimo de lucro, destinando una parte de la venta de entradas al zoo a su recuperación, Gonzalo asegura “que esta labor es fundamental y necesaria para que muchas especies tengan una segunda oportunidad”.