La percepción que tiene la población del cigarrillo electrónico es muy variada ya que mientras casi la mitad de la población asegura que suponen un riesgo para la salud pero hasta uno de cada cinco cree que puede ayudar a dejar de fumar.
Así se desprende de los datos del último Barómetro Sanitario 2015 presentado esta semana por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), a partir de cerca de 7.800 encuestas realizadas entre marzo y octubre del año pasado.
Por segundo año consecutivo la encuesta incluye varias preguntas sobre el conocimiento que tiene la población española sobre estos productos, cuyo repentino auge hace unos años llevó al Gobierno a impulsar diferentes reformas legislativas para prohibir su uso en algunos lugares públicos (como centros sanitarios y educativos o medios de transporte, entre otros), regular su venta y limitar su publicidad.
En este sentido, el Barómetro muestra como el 87 por ciento de los encuestados ha oído hablar de estos dispositivos, un porcentaje ligeramente inferior al 89 por ciento del estudio de 2014.
Sin embargo, cuando se pregunta a los encuestados por los beneficios o riesgos de su uso se observan grandes diferencias, probablemente como consecuencia de los continuos estudios a favor y en contra de su consumo que se vienen publicando en los últimos años.
Mientras que un 48 por ciento asegura que estos dispositivos pueden suponer riesgo para la salud -sin precisar si para quien lo consume o también para el 'vapeador' pasivo- un 17,4 por ciento niega tal afirmación.
LA MITAD NO CREE QUE AYUDE A DEJAR DE FUMAR
Del mismo modo, al ser preguntados sobre sus ventajas para dejar de fumar, un 21,2 por ciento cree que constituye una buena alternativa pero un 52 por ciento rechaza que pueda ayudar. Además, en ambos casos destaca el amplio porcentaje de encuestados que admite no saber sus supuestos riesgos (33,5%) o beneficios (25,2%).
La encuesta muestra asimismo diferencias entre comunidades en la percepción sobre estos dispositivos. Así, en las regiones donde se ve más como una ayuda a dejar el tabaco es en País Vasco (28,8%), Cataluña, Canarias y Andalucía (24% de sus encuestados) , mientras que en Cantabria, Aragón, Navarra y la Rioja apenas lo piensa un 10-13 por ciento.
Por otro lado, es visto más perjudicial para la salud en Cataluña (55%), Andalucía (54%) y Extremadura (53%), mientras que en Asturias sólo un 29 por ciento considera que conlleve un riesgo.
En el análisis por edades se observa como a medida que la población envejece son menos quienes creen que estos dispositivos ayuden a dejar de fumar. Mientras que un 28,9 por ciento de los encuestados de 18 a 24 años cree que puede servir, entre los mayores de 65 años apenas lo piensa un 12,8 por ciento.