Si queremos disfrutar a la vez que informarnos sobre la historia y la vida de un pueblo, merece la pena visitar el museo marítimo de Luanco, allí nos encontramos con una profusa información sobre la vida de la mar en nuestra costa, que al fin y al cabo es la vida de muchos hombres y mujeres, desde la pesca a la conserva pasando por la confección de redes a la carpinteria de ribera.
Sin lugar a duda Asturias se ha entusiasmado, con exceso, con una exagerada oferta museística, todos deseábamos tener un museo en el pueblo, un centro de interpretación, un campo de fútbol, un polideportivo, una piscina y creo, que solapadamente, hasta deseábamos tener una catedral, sin darnos cuenta de que no teníamos feligreses.
A medida que fuimos creando museos, nuestra población fue decreciendo a la vez que envejecía y abandonaba los recursos propios; en nuestro repliegue, era como si deseásemos meter en un reducido espacio la historia de un pueblo o una comarca cuyas tradiciones habían caído en desuso y sus señas de identidad perdidas con la desaparición del palpitar de su vida. Vamos llenando nuestros variopintos museos con todo aquello que encontramos como en la visita al desván u al trastero y con sta pasión abandonamos, lo que, en realidad sería el compendio de nuestra historia, abandonamos el pueblo con su arquitectura popular, sus hórreos y paneras, sus molinos, mazos y batanes, sus caleyos, xoxas y cortines; al igual que hacemos la lectura de los años de vida de un árbol, por sus anillos, así también, podríamos hacer la lectura de la historia de un pueblo por la evolución de sus construcciones y de sus cultivos o formas de vestir.
He visitado en varias ocasiones el museo marítimo de Luanco y es , para mi uno de los pocos museos de Asturias, al margen de los de Bellas artes o de arte, en general, como puede ser el Evaristo Valle, el Piñole el arqueológico y algunos más en torno a la cultura de un pueblo como el asturiano, donde, junto al Museo Marítimo, se puede situar el del PUeblo de Asturias y por supuesto el Museo de Grandas que yo siempre llamaré de Pepe el Ferreiro. El museo marítimo te enseña lo que hemos perdido con la desaparición de las tradiciones marineras, desde el folclore y canciones de la mar hasta la artesanía del trabajo de la madera para la construcción de las lanchas y barcos de pesca. realizados por unos hombres que eran auténticos proyectistas, sin título de arquitecto, aparejador o ingeniero. A través de este museo nos reconciliamos con una sociedad que nos ha precedido permitiéndonos unos grandes avances tecnológicos, por eso hay que resaltar, cuando el museo, es de gran importancia didáctica, o una sola moda para colocar algún amiguete de la “casta.