Esta mañana me llega una triste noticia. Falleció en Gijón mi buen amigo Gonzalo Ribaya Riaño que residía en San Miguel de Arroes y que fue el hermano menor de los Ribaya, saga familiar muy ligada en Asturias al sector de la automoción ya que durante años comercializaron el scooter Vespa y los automóviles Seat en pleno boom del "600".
Gonzalo Ribaya, un buen tipo donde los halla y regionalista en su justo término, era oriundo de Ceceda y en sus últimos años de vida profesional se dedicó a la venta al por mayor de libros llevando en nuestra autonomía la representación de importantes editoriales. Era un coleccionista compulsivo y un ameno conversador sobre la vida local de la que estaba siempre enterado de los últimos acontecimientos. Perteneció a la peña "El Urogallo", que presidí unos años y que a unos cuarenta amigos les hacía reunirnos cada mes con el pretexto de una cita gastronómica. Generalmente los lunes Gonzalo Rivaya, el también fallecido constructor Camporro, el abogado Chema Fernández, el empresario Valentín Lesmes, el catedrático Guillermo Corretge, nos reuníamos en tertulia de vermú en "La Goleta" donde siempre con buena intención cortábamos unos cuantos trajes a la sociedad asturiana además de ponernos al tanto de las últimas noticias siendo el bueno de Gonzalo uno de los que más aportaba. Era un buen tertuliano, No se exactamente pero no andaría lejos de los 80 años y su facilidad para la comunicación boca oreja hacia que siempre le estuviera agradecido por las noticias que me facilitaba.
Años atrás su familia fue muy importante comercialmente hablando en Oviedo. Allá por los 60, cuando daba mis primeros pasos periodísticos en "Región", traté a su hermano mayor, Alfonso, a la sazón presidente de la Sociedad Ovetense de Festejos cuando de verdad era un sociedad del pueblo ovetense con más de 20.000 socios y no militarizada municipalmente como está en la actualidad. Aunque menos traté también a su hermano Juan que solía parar asimismo en "La Goleta", también ya fallecido. Pese a vivir en sus últimos años en San Miguel de Arroes Gonzalo nunca quiso perder el contacto con Oviedo y con sus amigos ovetenses. Le estoy viendo comercializar el primer libro de Gerardo Iglesias sobre los represaliados cuando lo presentó en olor de multitud en un pueblo en lo alto de Langreo logrando prácticamente que se agotase la edición. En definitiva, Gonzalo Ribaya era un asturiano de otra época que por el paso de los años van desapareciendo y que fueron historia viva de nuestra tierra.
Según me informan mañana, a las seis de la tarde, se celebrará su misa por su eterno descanso en el tanatorio de Cabueñes en Gijón. Descanse en paz.