El observatorio LIGO en EE UU ha conseguido detectar por primera vez las ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo, llamadas ondas gravitacionales. El descubrimiento confirma una predicción de la teoría de la relatividad de Einstein y abre una nueva vía para investigar el universo. La primera onda gravitacional observada se llama GW150914, y los científicos piensan que es fruto de la fusión de dos agujeros negros
Simulación de la fusión de los dos agujeros negros de los que proceden las ondas detectadas. / LIGO
Los rumores se han confirmado. Por primera vez, los científicos han observado ondas gravitacionales, ondulaciones del espacio-tiempo que han llegando a la Tierra procedentes de un evento catastrófico en el distante universo. Esto confirma una importante predicción de la teoría de la relatividad general de Albert Einstein de 1915.
Las ondas gravitacionales fueron detectadas el 14 de septiembre de 2015 (a las 5:51h en la costa este de EE UU) por los dos detectores gemelos del Observatorio por Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO, por sus siglas en inglés), ubicados en Livingston (Louisiana) y Hanford (Washington, EE.UU).
Los físicos han llegado a la conclusión de que las ondas gravitacionales detectadas fueron producidas durante la última fracción de segundo de la fusión de dos agujeros negros para producir un solo agujero negro más masivo en rotación. Esta colisión había sido predicha pero nunca antes se había observado.
Es la primera observación de ondas gravitacionales procedentes de la fusión de un sistema binario de agujeros negros
El evento catastrófico que produjo la denominada onda gravitacional GW150914, tuvo lugar en una galaxia lejana a más de mil millones de años luz de la Tierra. Fue observado el 14 de septiembre de 2015 por los dos detectores de LIGO, uno de los instrumentos científicos más sensibles jamás construido.
En dicha observación, se estimó que el pico de energía liberado en forma de ondas gravitacionales durante los momentos finales de la fusión de los agujeros negros fue diez veces mayor que la luminosidad combinada de todas las galaxias en el universo observable.
Según los descubridores y la comunidad científica internacional, este importante descubrimiento marca el inicio de una excitante nueva era en la astronomía y, al mismo tiempo, abre una ventana de observación al universo totalmente nueva en forma de ondas gravitacionales.
El descubrimiento ha sido aceptado para su publicación en la revista Physical Review Letters. La teoría de la relatividad general de Einstein, publicada por primera vez hace ya un siglo, fue descrita por el físico Max Born como “el mayor hito del pensamiento humano sobre la naturaleza”. En este artículo se describen dos descubrimientos de extrema relevancia científica ambos directamente relacionados con algunas de las predicciones más significativas de la teoría de Einstein: la primera detección directa en la Tierra de ondas gravitacionales y la primera observación de la colisión y fusión de una pareja de agujeros negros.
Investigadores de la Universidad de las Islas Baleares participan en este éxito científico
Las ondas gravitacionales son oscilaciones del espacio-tiempo originadas en algunos de los fenómenos más violentos del cosmos, como colisiones y fusiones de estrellas masivas compactas. Su existencia fue predicha por Einstein en el año 1916, cuando demostró que los objetos masivos acelerados debían distorsionar el espacio-tiempo en forma de radiación gravitacional que se alejaba de la fuente.
Estas oscilaciones viajan a través del universo a la velocidad de la luz, llevando consigo información sobre sus orígenes, así como inestimables pistas acerca de la naturaleza de la gravedad misma. Estas ondas proporcionan datos sobre los sus dramáticos orígenes y sobre la naturaleza de la gravedad que no puede obtenerse de otra manera.
Los observatorios LIGO están financiados por la National Science Foundation (NSF), y fueron concebidos y construidos, y son operados por los institutos Caltech y MIT.El El Grupo de Relatividad y Gravitación (GRG) de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) es el único en España que ha participado en este histórico éxito científico.