Manuel Alonso González, «Manolín el de Llorío», falleció en la mañana de hoy en Laviana. Se trataba del último guerrillero vivo en Asturias y tenía 97 años. Izquierda Unida de Asturias está hoy de luto.
Jesús Iglesias afirmó que "Manolín es un símbolo para la izquierda revolucionaria asturiana. Hoy lo hemos perdido pero se mantendrá su memoria porque la historia de Manolín es la historia de la lucha por las libertades en este país y la defensa de la democracia frene al levantamiento fascista. Manolín ha sido un comunista coherente hasta el último día. Hoy los militantes de IU y todos los comunistas asturianos estamos de luto"
La capilla ardiente se instalará hoy viernes a partir de las 13h en el CIDAN de Laviana, donde permanecerá hasta mañana sábado a las 13h momento en el que tendrá lugar el acto civil de despedida.
MANOLÍN “EL DE LORÍO”. EL FIN DE UNA ÉPOCA
Hay muertes que marcan la desaparición definitiva de una época, de una manera de ver
y entender el mundo; y en definitiva, de vivirlo. Pocas veces ha sido esto tan cierto para
Asturias como con el fallecimiento de Manuel Alonso González, conocido por todos
como Manolín “el de Lorío”. De hecho, Manolín era un hombre que hizo del
compromiso político su vida, encarnando sin vacilaciones, hasta el final de sus días los
valores de una juventud que asumió la defensa de la Republica en los momentos más
duros de la guerra civil y cuyos restos, menguados por los combates y la represión,
supieron oponerse al Régimen franquista durante los terribles años que siguieron al
conflicto.
Manolín nació en Soto de Lorío, un pequeño pueblo situado a las afueras de Pola de
Laviana, en 1918. Experimentó en plena adolescencia la conversión de su entorno más
inmediato en un pequeño bastión comunista, “la chica Rusia” como lo llamaban por
entonces, y con apenas catorce años comenzó a militar en la organización juvenil del
Partido. Al estallar la Guerra fue uno de los primeros voluntarios del Concejo en tomar
las armas participando en los choques más duros en La Espina, cuando las milicias,
apenas estructuradas, aún se organizaban en grupos y columnas. Tomó parte también en
las dos ofensivas sobre Oviedo, en las operaciones de las fuerzas expedicionarias
asturianas en el País Vasco, durante la batalla del Sollube, por ejemplo; y, por fin,
defendió Covadonga en los últimos días del Frente Norte.
Sin embargo Manolín era más conocido por su vida en el monte como uno de los
muchos “fugáos” que comenzaron a recorrer los montes de Asturias en octubre de 1937,
sólo que no era uno más. Convivió y actuó con algunos de los más destacados huidos
comunistas de la zona, como Antonio García, y los hermanos Manuel y Aurelio
Caxigal. Se convirtió, además, en un experto en toda clase de estrategias de
supervivencia de la guerrilla, la mayoría de las cuales solo conocemos gracias a él, y
aguantó los sinsabores de su condición hasta 1945, año en que cayó junto a varios
compañeros a causa de una delacción. Manolín sólo se rindió aquel día tras recibir un
disparo que le perforó el torso.
La pena de muerte era inevitable, y en tal sentido se pronunció el Consejo de guerra que
lo condenó. La presión internacional sobre la España franquista tras la derrota del Eje
probablemente salvó la vida de Manolín y su pena fue conmutada por cadena perpetua.
Comenzaron entonces los largos años de cautiverio en penales tan duros como los del
Dueso, donde desempeñó el cargo de “madre de comuna”, cuya función era organizar el
reparto de la comida que enviaban los familiares de los presos con aquellos internos que
no tenían a nadie fuera que los apoyara, y donde tampoco se acobardó a la hora de
participar en algún que otro motín carcelario.
Cuando logró salir en 1964 ya era demasiado tarde para poder desarrollar una vida plena
desde el punto de vista laboral o para crear una familia. Condenado a sobrevivir
desempeñando trabajos precarios recuperó a pesar de todo su militancia en un momento
en que otra generación más joven había tomado el relevo en la lucha contra la dictadura.
Así, durante años se dedicó a repartir propaganda y al llegar la Transición asumió
nuevas responsabilidades en la organización del PCE en el Concejo de Laviana,
presentándose como candidato a la alcaldía en las primeras elecciones municipales
democráticas en 1979.
Pero no acabó todo ahí, porque Manolín no se retiró nunca. Continuó vendiendo el
Mundo Obrero, papeletas para la fiesta del Partido…. y sobre todo compartiendo su
experiencia con todos aquellos que estuvieran dispuestos a escucharle y fueron muchos,
porque casi nadie podía transmitir tantos recuerdos y tantas vivencias distintas de
aquella época como él. Especial hincapié hacía siempre en su sentido de la justicia tan
arraigado en los principios de la juventud de 1936, que aplicaba sin dudarlo al momento
actual cuando pedía “solidaridad, respeto y honradez” y cuando criticaba “que hoy la
sociedad no se mueve más que por egoísmos y ambiciones personales”. Su muerte nos
priva definitivamente del contacto directo con ese pasado. Esperamos que al menos algo
haya quedado algo de su mensaje.
Jairo Fernandez
Historiador. Biógrafo de MANOLÍN “EL DE LORÍO”.
1 comentario
# Casin Responder
19/09/2011 12:38La verdad, que al lado de todos estos chupopteros politiqueros que aparacen estos días alrededor de su persona, un gran paisano.