A las construcciones, puzles, coches, peluches y muñecas se une desde hace unos años una nueva categoría de juegos que dicen fomentar el interés por las ciencias en niños y niñas. Sin embargo, aunque los juguetes STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, en sus siglas en inglés) están cada vez más solicitados, no hay evidencia científica que muestre que realmente estos impulsen más el interés por la ciencia que los juguetes clásicos y sencillos.
Los juguetes STEM –aquellos relacionados con ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas– copan cada vez más la oferta comercial, pero existen pocos estudios que demuestren que realmente impulsan en niños y niñas la atracción por estas disciplinas.
Lo que hace que los juguetes promuevan de forma efectiva las habilidades científicas es la simplicidad y que no tengan una sola utilidad predefinida
El profesor Jeffrey Trawick-Smith, experto en el juego de los niños en el Centro de Educación Infantil de la Eastern Connecticut State University (EE UU), sorprendido ante la escasez de investigaciones a este respecto, observó, junto a su equipo, a preescolares utilizando juguetes específicos y midió su capacidad para resolver problemas, su expresión creativa y la interacción social.
Tras cinco años de pruebas, el juguete de mayor puntuación, tanto para niños como para niñas, fue un conjunto básico de bloques de madera. Un juego que, según comentó Trawick-Smith a The New Yorker, “fomenta la capacidad de resolver problemas y el pensamiento matemático”.
En uno de los experimentos, un niño jugaba con una sencilla serie de piezas planas magnéticas y necesitaba un fragmento cuadrado para terminar la “casa para tigres” que estaba construyendo. Como no pudo encontrar ninguna pieza con estas características, combinó dos triangulares para crear una cuadrada, demostrando que los juguetes de construcciones están conectados con conceptos matemáticos.
Según el científico, lo que hace que los juguetes promuevan de forma efectiva las habilidades científicas no es la determinación del género o los diseños complicados, sino la simplicidad y el hecho de no tener una sola utilidad predefinida. Esto permite a niños y niñas experimentar y explorar.
Menos diseño para fomentar la creatividad
A pesar de la ausencia de estudios científicos, las empresas de juguetes han llevado a cabo sus propias investigaciones para dirigirse mejor a sus clientes, los niños y sus padres. A la conclusión a la que muchas de ellas llegan es que un artilugio con excesivo diseño o demasiado complicado no es necesariamente el más indicado para suscitar el interés por la ingeniería mediante el juego.
“Cualquier juego puede potenciar las destrezas científicas, aunque los hay más específicos que permiten desarrollar áreas concretas”, expone Maite Francés
Los juguetes STEM, que tratan de fomentar la creatividad, la lógica y las habilidades de los niños para resolver problemas, están de moda, pero reciben una crítica común: dejan poco espacio para la creatividad.
“Cualquier juego puede potenciar las destrezas científicas: un niño puede aprender matemáticas con un juego especialmente diseñado para esto o con las piezas LEGO. No obstante, es verdad que hay juegos que a determinadas edades son más específicos y permiten desarrollar áreas concretas, como podrían ser los juguetes científicos o los pequeños experimentos, por ejemplo, de biología o de astronomía”, expone a Sinc Maite Francés, responsable del departamento de Publicidad, Estudios y Tendencias de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ).
Según un trabajo realizado en 1997 por la AEFJ, en colaboración con Jeffrey Goldstein, doctor en Psicología en la Universidad de Utrecht (Holanda) y el pediatra francés Julien Cohen-Solal, es recomendable que desde muy tempranas edades los niños utilicen juegos de construcciones y puzles, y que de los 6 a los 11 años se diviertan con cajas de experimentos, microscopios y construcciones complejas.
“En función de sus características y las habilidades, hay niños a los que les viene muy bien juguetes más específicos para aprender; pero a lo mejor otro niño con un juguete de construcción puede empezar desde la más tierna infancia –con dos o tres años– a ensamblar piezas y desarrollar nociones de ingeniería, algo que a lo mejor no aprendería hasta los diez años, ya con un juguete específico”, añade la experta.
¿A qué se considera juguete científico?
Experimentos que ayudan a los niños a entender en qué consisten las energías renovables, robots que solo funcionan con luz solar o molinos de viento que a través de la energía eólica consiguen cargar pilas del tipo AA, forman parte de la amplia variedad de juguetes relacionados con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
Los juguetes STEM se caracterizan por aplicar cada una de estas disciplinas en el mundo real. Algunos representan ecosistemas en miniatura que enseñan el funcionamiento del ciclo del agua. En este pequeño espacio cerrado las semillas pueden germinar, generar vapor de agua cuando son pequeñas plantas y, finalmente, provocar que 'llueva' dentro del miniecosistema.
También hay relojes sin pilas que solo se ponen en marcha en función de la cantidad de agua, zumo u otros líquidos que se viertan en los dos tubos correspondientes, conectados a dos cables que generarán la electricidad necesaria. Este juguete acerca conceptos como el pH y enseña cómo producir energía de manera ecológica.
El interés creciente por el ocio STEM ha disparado la oferta de estos productos pero, “todo puede convertirse en juguete científico y se cataloga en función de la jugabilidad”, señala Francés, quien subraya que las manualidades o la construcción también pueden fomentar en los niños el interés por la ciencia.
En la lista de los mejores juguetes del año que AEFJ elabora anualmente, el favorito en la categoría de Construcción 2015 ha sido el Puerto Espacial de LEGO, que podría entrar en ese apartado específico de juguetes científicos o STEM, porque favorece la curiosidad hacia el espacio o la ingeniería.
Asimismo, uno de los destacados por esta asociación para los Juguetes Estrella 2015-2016 es el robot Meccanoid G15 de Bizak, que seguiría el mismo planteamiento que el anterior: se trata de un robot interactivo que debe ser construido y programado por los niños, algo que, según el fabricante, puede aportar nociones de electrónica y robótica.
No obstante, expertos como Kathy Hirsh-Pasek, profesora de Psicología en la Universidad de Temple (EE UU) y experta en aprendizaje y desarrollo infantil, aconsejan prudencia con las afirmaciones de algunos fabricantes sobre los beneficios de su producto, ya que no siempre están avalados por pruebas científicas.
En la misma línea, una investigación publicada recientemente en la revista JAMA Pediatrics afirmaba que, aun siendo más llamativos, los juguetes electrónicos con luces y sonidos no potencian la comunicación oral entre los más pequeños y sus familias tanto como los clásicos. Cuando comparten el tiempo con un puzle o un rompecabezas, padres e hijos hablan más y con un lenguaje más rico, lo que fomenta el desarrollo cognitivo del bebé.
Los niños piden más juguetes STEM
Para conocer los gustos de sus clientes potenciales, la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes pidió a la Universidad de Valencia un estudio sobre los valores, perfiles y preferencias de los niños españoles de entre 8 y 12 años de edad. Los encuestados manifestaron tener mucho interés (63,3%) en los juegos científicos o de experimentos. Las niñas de entre 8 y 10 años y de clase alta eran el perfil preferente de estos juegos.
El elevado interés que alcanzan en este análisis los juguetes STEM los posiciona en quinta posición como los preferidos por los niños, detrás de los juegos de mesa (70,1%), juegos y juguetes deportivos (69,3%), videojuegos electrónicos y audiovisuales (67,5%) y juegos de misterio (67%).
Las afirmaciones de algunos fabricantes de juguetes sobre los beneficios de su producto no siempre están avalados por pruebas científicas
Según los datos manejados por Amazon, las ventas de este tipo de juegos han crecido un 204% en su página web respecto al año pasado. También indican que el interés por juguetes científicos empieza a penetrar con fuerza en España después de haberse consolidado en los países anglosajones.
En EE UU, por ejemplo, las ventas de estos productos aumentaron un 35% en 2013, un 51% en 2014 y un 63% en 2015. La web puso en marcha una tienda especial de juguetes STEM que cuenta con más de 230 artículos.
A pesar de esta oferta, en los hogares españoles siguen triunfando las opciones clásicas. Los juguetes científicos son algo original y curioso, pero no común.
Para Maite Francés, es preferible no forzar a los niños a que utilicen juguetes STEM si no quieren, ni que los padres se obcequen en regalarles lo que ellos consideran que son instrumentos educativos “ya que sus buenas intenciones podrían resultar contraproducentes”, recalca.
“Si los padres quieren elegir un juego, deben observar el perfil de su hijo y comprender qué puede ir más con su personalidad. Hay muchos estilos de juguete, no todos tienen por qué ser probetas”, concluye la experta. Al final el objetivo del juguete, científico o no, es que los niños se diviertan imaginando.
Un juguete con excesivo diseño o demasiado complicado no es realmente necesario para suscitar el interés por la ingeniería. / Fotolia