Antes que nada, un saludo y una felicitación para el nuevo año. Quiero que mis primeras palabras transmitan un deseo sincero de bienestar y concordia para 2016 a todos los asturianos: a quienes están aquí, en nuestra tierra, y especialmente a los que se encuentran fuera, por más lejos que se hallen.
Hace más de tres años que presido el Gobierno de Asturias, la elevada y honrosa responsabilidad que ejerzo desde 2012. Hoy, al igual que el primer día, mi deber y mi voluntad se aúnan en un solo propósito: el bien de Asturias. Lo reitero: no habrá otro fin ni interés que prevalezca sobre ese afán, al que continuaré dedicando todas mis energías hasta el último minuto del mandato.
En este tiempo hemos avanzado con decisión. En la lucha contra el desempleo, la gran prioridad, con una lentitud a la que no nos resignamos. Con igual sinceridad, también es justo que nos sintamos orgullosos del fortalecimiento de nuestra sanidad, de nuestra educación y de nuestros servicios sociales. Es decir, en los peores años de una fortísima recesión hemos estado siempre al lado de los más necesitados.
Gracias a ese esfuerzo colectivo, hoy nos encontramos en mejores condiciones de consolidar la recuperación. Todos debemos sentirnos concernidos, porque ésa es una tarea compartida. El gobierno, lo aseguro, no cejará en el empeño de movilizar los recursos disponibles para contribuir a ese objetivo.
2015 ha sido un año electoral. Si el diálogo y la negociación son siempre herramientas necesarias, la ciudadanía ha decidido que ahora resulten imprescindibles. Asumo personalmente esa responsabilidad para la búsqueda de acuerdos, por convencimiento propio y porque sé que no hay otro camino posible para construir la Asturias de progreso por la que trabaja este gobierno. Por ello, tanto agradezco la voluntad sincera de negociación y entendimiento como deploro la actitud de quienes son incapaces de anteponer los intereses de la ciudadanía a sus cálculos particulares.
Las elecciones generales han impuesto en España idéntica obligación de diálogo. Cuando son tantos y tan fuertes los desafíos que afronta el país, el Gobierno de Asturias no puede cometer la frivolidad de limitarse a contemplar lo que ocurre como un espectador ajeno e indiferente. Como asturianos y como españoles creemos que a la fuerza ganadora, la que más votos recibió, le corresponde ahora tanto el honor como la responsabilidad indelegable de transformar esa victoria en una mayoría para gobernar. Sólo en el caso de que esa meta sea imposible procederá tomar otras iniciativas, que nunca han de pasar por trocear ni la soberanía nacional ni la integridad territorial ni la única ciudadanía.
Los incendios que las últimas semanas han calcinado tantas hectáreas de nuestro paraíso natural suponen otro desafío que hemos de vencer. Ante estos fuegos criminales no cabe oportunismo alguno. Hemos de disponer los medios para combatirlos, para impedir que se repitan y, por supuesto, para ayudar a dar con los culpables. En el nombre del Gobierno de Asturias expreso de nuevo la solidaridad con todos los afectados y la gratitud profunda a quienes aún trabajan para combatir esta lacra. Quiero hacer un recordatorio especial para José Antonio Rodríguez, el piloto de helicóptero fallecido el 23 de diciembre en los montes de Parres mientras cumplía con su deber.
Sé que el año que entra será difícil y retador, pero también estoy seguro de que sabremos poner lo mejor de nosotros mismos para continuar avanzando hacia esa Asturias mejor y más fuerte a la que aspiramos. Con ese convencimiento, permítanme de nuevo volver a desearles feliz 2016.
Muchas gracias.