La cría de chimpancé nacida en 2011 en Tanzania era más pequeña de lo normal, no tenía suficiente fuerza en las piernas, sufría un trastorno similar al síndrome de Down y no podía andar ni comer por sí sola. A pesar de estas minusvalías, su madre y su hermana mayor nunca la abandonaron hasta que murió a los 23 meses de edad. Es la primera vez que se documenta un caso así en chimpancés que viven en estado salvaje. Ellas protagonizan nuestra sección de #Cienciaalobestia.
En las montañas del Parque Nacional Mahale en Tanzania, la vida de los chimpancés (Pan troglodytes schweinfurthii) no es fácil, pero lo es menos aún si uno nace con discapacidades congénitas que le impiden sobrevivir sin la ayuda de terceros. Es lo que le ocurrió a una cría hembra de chimpancé, que en todo momento fue asistida por su madre, según ha publicado esta semana la revista Primates.
“La madre siempre tuvo que agarrarla con una mano para trepar a los árboles porque la cría era incapaz de aferrarse por sí sola”, dice Nakamura
“La madre tuvo que sujetar la parte inferior del cuerpo de la cría con una mano y andar con tres patas, y siempre tuvo que agarrarla con una mano para trepar a los árboles porque la cría era incapaz de aferrarse a ella por sí sola. Esto la obligaba a veces a dejar de alimentarse en los árboles”, explica a Sinc Michio Nakamura, científico en el Wildlife Research Center de la Universidad de Kyoto (Japón) y uno de los autores del trabajo basado en la observación de estos animales salvajes, y no en diagnósticos veterinarios.
La cría no tenía fuerza suficiente en sus patas traseras para sujetarse al cuerpo de la madre, presentaba una mirada perdida y boca entreabierta que podían apuntar a un déficit cognitivo parecido al síndrome de Down, nunca se la observó andar o comer plantas por sí misma, tenía una masa en su vientre –seguramente una hernia abdominal–, poseía un dedo de más en su mano izquierda, y presentaba parches sin pelo cerca de su médula espinal.
Además, cuando su madre se ponía a acicalar a otro chimpancé cerca de ella, la pequeña permanecía tumbada en el suelo. “Una cría sana en principio ya puede sentarse antes de los seis meses de edad”, señala Nakamura, quien añade que a esto se une el hecho de que su cuerpo era más pequeño de lo normal.
Una hermana que también ayuda
A lo largo de 50 años de estudio en este parque tanzano, los científicos nunca habían observado este comportamiento en chimpancés salvajes. “Alguna vez se han documentado casos de chimpancés discapacitados en cautividad, pero como se les separa inmediatamente de sus madres para darles tratamiento médico, no ha habido prácticamente ninguna información de cómo las madres actúan cuando su cría está seriamente incapacitada”, indica el científico japonés.
Pero la madre de esta chimpancé no ha sido la única en ayudarla. Aunque los demás miembros del grupo no mostraron reacciones de rechazo o de miedo, la madre no les permitió hacerse cargo de la cría. En su lugar, los investigadores comprobaron que era la hermana mayor de la pequeña que se ocupaba algunas veces de ella. “En ocasiones, la madre entregaba espontáneamente la cría a la hermana mayor. Esta conducta es bastante inusual en una madre”, informa el experto.
Mientras que la mayor cuidaba de su hermana discapacitada, la madre aprovechaba para trepar a los árboles y alimentarse de frutos. “Suponemos que la ayuda de la primogénita alivió la carga de la madre al menos durante un rato”, concluye Nakamura.
Cría discapacitada de chimpancé junto a su madre. / Takuya Matsumoto