Por rmera
Un año más, el Santuario del Acebo, en el concejo cangués y a 1.173 metros de altura, fue escenario de la especial romería mariana, cargada de tintes vaqueiros, que se viene celebrando al menos desde 1.575, año en que se registra el primer milagro habido en la persona de María de Noceda “que tenía una pierna seca y pegada la pantorrilla con el muslo”.
El tiempo soleado animó a cientos de romeros que ascendieron al santuario, muchos de ellos andando y superando con esfuerzo las empinadas cuentas. “Si antaño hubiesen subido tantas vacas como ahora coches la feria aún perduraría”, comentaba Santiago Fernández, de Linares. Y así era, los vehículos se apretaban por los lugares más inverosímiles salpicando el paisaje de múltiples colores no habituales en el resto del año.
Desde primeras horas de la mañana, las misas se sucedían una tras otras llenando la iglesia de fieles procedentes tanto del concejo cangués como de los limítrofes o de lugares más alejados como Luarca, Avilés, Somiedo, Salas y otros. También había peregrinos procedentes de Gijón y Oviedo que se desplazaron en autocares.
Si bien ha decaído la entrega de exvotos “como prenda y agradecimiento por un favor recibido”, aún se puede comprobar la existencia de brazos o piernas de cera, incluso la figura de algún animal, cintas votivas o prendas de vestir, especialmente de niños. Cientos de velas son encendidas como señal de agradecimiento a la Virgen o en demanda de favores.
Aún perdura el encargo de misas y en su transcurso el sacerdote especifica el nombre de aquellas personas o casas que así lo han hecho. Auqneu también ha decaído, está registrado que en 1.993 se recaudó un millón y medio de pesetas por estipendios de misas.
Son las del Acebo y Santarbás, las dos romerías más emblemáticas del suroccidente asturiano y parte del occidente. En ellas la fe y la gastronomía cabalgan al unísono y si la primera atrae fieles la segunda aglutina devotos del buen xantar que dan buena cuenta de los múltiples productos de la tierra en la que el gocho se alza como señor absoluto