Una investigación de la Universidad de Salamanca revela nuevos datos sobre un periodo, hace menos de seis millones de años, en el que se interrumpió el intercambio de aguas entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo
José Pichel Andrés/DICYT.- Hace algo menos de seis millones de años, el intercambio de aguas entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo se cortó o al menos quedó muy limitado, lo que provocó que se formasen grandes sedimentos de yeso en las costas mediterráneas, en concreto, hace 5,97 millones de años. Un artículo publicado en la revista científica Earth and Planetary Science Letters por investigadores de la Universidad de Salamanca desvela ahora que ese proceso de precipitación de yeso también ocurrió, al mismo tiempo que en las costas, en aguas profundas del Mediterráneo, donde hasta ahora no se había podido estudiar.
“No existen muestras de sedimentos del centro del Mediterráneo porque no se han perforado sus profundidades para investigación científica”, explica a DiCYT Diana Ochoa, científica colombiana que está realizando su doctorado en la Universidad de Salamanca y firma este artículo en primer lugar. Ante la falta de estas muestras, los investigadores han estudiado sondeos realizados hace años por compañías privadas y los resultados son sorprendentes.
Hasta ahora, la idea más aceptada era que las capas de yeso se habían formado en las zonas costeras pero no en las profundidades marinas y que, en todo caso, si llegaron a producirse en alta mar, habrían tenido lugar más tarde. De hecho, los modelos actuales indicaban que el yeso solo se podía precipitar hasta 200 metros de profundidad por condiciones de presión y temperatura.
Por el contrario, este artículo demuestra “no sólo la formación de estas capas a profundidades mayores, sino que ocurrió al mismo tiempo que en la costa”, destaca Francisco Javier Sierro, investigador responsable del Grupo de Geociencias Oceánicas de la Universidad de Salamanca y de la participación española en el proyecto europeo MEDGATE, que estudia la evolución de los estrechos que han comunicado el mar Mediterráneo y el océano Atlántico.
Rápida acumulación de sales
Hasta ahora sólo se conocía la existencia de grandes capas de sal de más de dos kilómetros de espesor en las áreas más profundas del Mediterráneo y de yeso en las zonas costeras. “Nuestros datos, al indicar la presencia de cientos de metros de yesos en áreas más profundas del Mediterráneo, implican que el volumen de sales de yeso sería mucho mayor de lo estimado hasta ahora”, apuntan los científicos, que destacan también algunas cifras llamativas sobre una extraordinaria precipitación de sales en un tiempo récord, que sería de unos 60.000 años para la sal y de unos 250.000 años para el yeso, aspecto que es difícil de explicar siguiendo las teorías actuales sobre la conexión con el Atlántico.
Una de ellas indica que el Mediterráneo se desecó por completo. Otra, que el mar permaneció lleno de agua, pero estático y sin conexión alguna que renovase sus aguas. Ambas ideas parecen incompatibles con los nuevos datos. “Tuvo que entrar más agua salada para llegar a esas concentraciones de sales”, comentan los investigadores. Probablemente, la entrada de agua no llegó a cortarse por completo, de manera que había una aportación de nuevas sales.
No existe ninguna duda de que el estrecho de Gibraltar se abrió tal y como se conoce hoy hace unos 5,3 millones de años, pero no se sabe con exactitud su estado anterior. “Quizá estaba abierto, se fue cerrando y luego se abrió otra vez”, apunta Sierro por descarte. Aunque en épocas anteriores existían otros estrechos, aparentemente durante esta crisis salina del Mediterráneo ya estaban todos completamente cerrados.
Extrapolación de resultados
Los datos de esta investigación proceden de sondeos realizados en dos puntos del Mediterráneo, uno ubicado en una zona conocida como el Promontorio Balear, cerca de Ibiza, y otro en la cuenca de Elche, más próxima a la costa peninsular. A la información que ofrecen estos sedimentos se agregan otros datos de líneas sísmicas, una especie de ecografías de los fondos marinos tomadas desde donde se perforaron los sondeos hacia áreas más profundas del Mediterráneo. Las líneas sísmicas se realizaron mediante el buque Tethys II, en colaboración con investigadores de la Universidad Paul Sabatier de Toulouse y el CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique) de Francia. De esta forma, los investigadores han podido extrapolar sus conclusiones a otros lugares en los que no hay muestras. Si sus líneas sísmicas coinciden con las de los puntos de las muestras, es probable que también haya capas de yeso y sal.
De hecho, los datos de este estudio van a ser muy valiosos para una futura campaña del programa IODP (International Ocean Discovery Program) en la que por fin se espera poder perforar los fondos marinos mediterráneos con propósitos científicos, obteniendo sedimentos más adecuados para su estudio.
Un periodo sin vida
Otro aspecto muy importante del estudio de la crisis de salinidad del Mediterráneo es la desaparición de la vida durante este periodo. Diana Ochoa es especialista en la parte biológica, en concreto, en el estudio de microorganismos como el plancton, que no pudieron resistir las condiciones de salinidad creadas por la falta de conexión con el Atlántico. “Tuvo que ser un momento de mucho estrés para la fauna, al sufrir un cambio muy rápido”, señala, “desaparece la vida, pero es posible que en algunos momentos la salinidad bajase lo suficiente para permitir la existencia de microplancton o bacterias, y posteriormente la vida regresa cuando vuelve a entrar agua del Atlántico, como si no hubiera pasado nada”.
Foto: Diana Ochoa.