Junts pel Sí, la lista independentista liderada por Artur Mas, se ha visto obligada a desplegar una amplia campaña de propaganda -centrada de forma especialmente intensa en el cinturón industrial de la Barcelona metropolitana, donde se concentran los dos tercios del electorado catalán- con la que intenta presentar las bondades del voto a su candidatura con el argumento de que, con ellos, un Estado catalán independiente sería un ejemplo de “justicia social”, de reducción de las desigualdades y de salarios dignos para los trabajadores.

Dejando al margen el engaño y la burla sangrante que significan estas promesa en boca de los Artur Mas, el más aventajado discípulo del FMI, o las conselleras de Educación y Bienestar Social, autoras por mandato de la troika de los mayores recortes que ha sufrido nunca Cataluña, el hecho de que busquen ahora presentarse como adalides contra la desigualdad pone de manifiesto que su proyecto de ruptura y fragmentación de España choca con la voluntad mayoritaria del pueblo catalán.

Mientras en la Cataluña interior no vacilan ni se recatan en lanzar sus mensajes más rabiosamente independentistas, sus ataques a la unidad, su desprecio hacia todo lo español, su cantinela preferida del “España nos roba”; en la Cataluña industrial, obrera y populosa cambian radical y oportunistamente de discurso, bajan el tono de sus ataques a la unidad, repiten que buscan “una salida dialogada” con España, ocultan su programa de declaración unilateral de independencia sustituyéndolo por el dulcificado y engañoso mensaje de que votando a Junts pel Sí los catalanes verán reconocido su derecho a decidir. El que se vean obligados a este doble cambio en su propaganda es el indicador más fiable de que están detectando la posibilidad de una movilización del electorado opuesto tanto a los recortes de Mas como a su proyecto independentista superior al que se produce habitualmente en las elecciones autonómicas. Lo que hace mucho más difícil su objetivo de convertir tramposamente las elecciones en un falso plebiscito sobre la independencia. En las pasadas elecciones autonómicas, la suma de CiU y ERC consiguió un total de 71 diputados y un 44,4% de los votos. Las encuestas actuales dan a la coalición independentista de Mas una horquilla de entre 60 y 65 diputados y alrededor de un 40% de los votos. El día después del 27-S no hay que dejarles que ganen en la propaganda lo que van a perder en las urnas.

Que la redistribución de la riqueza y la defensa de la unidad se hayan convertido en “banderines de enganche” con los que las principales fuerzas tratan de atraer el voto no hace más que confirmar la justeza y el acierto del programa y la alternativa que representa y defiende Recortes Cero-Els Verds. El brutal boicot que los grandes medios de comunicación -tanto públicos como privados, tanto independentistas como oligárquicos- están haciendo a nuestra candidatura tiene que ser un acicate para todos los ciudadanos de bien.